Llegó casi sin cartel ya que había jugado poco en la liga argentina, sin embargo su club de procedencia y sus poco más de 20 años hacían pensar que podía ser de utilidad en un grande del fútbol peruano y tener el éxito que unos años antes había dado Ronald Baroni. El presidente del club le cogió cariño desde un principio y por eso se le permitió algunas licencias. Eso sí, a la hora de la verdad el delantero respondió con goles y fue decisivo en la consecución de dos títulos.
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El refuerzo fue rápidamente incorporado al grupo de los referentes del club, paraba de arriba abajo con uno de los ídolos del club que lo recogía para ir a los entrenamientos y por supuesto lo acompañaba en sus salidas nocturnas. Fue en una de esas noches de fiesta que el goleador que tenía la fuerza de un toro conoció a una actriz de moda e inmediatamente hubo química entre ellos.
Nace el romance
A él, le impresionaron las piernas de la señorita y a ella el carisma de un jugador de uno de los clubes más importantes del país. Los encuentros eran casi clandestinos a pesar que el deportista estaba soltero y ella también, pero prefirieron la reserva aunque dentro del plantel era vox populi que el rioplatense tenía algo con la figura de la tele.
El problema llegó cuando el crack empezó a lesionarse y perderse algunos partidos importantes. No faltaron los mala leche que relacionaron sus salidas con las lesiones y para desgracia del nueve un día fue ‘ampayado’ en la concentración con su ‘amiga’ y dio motivos para que se le cuestione.
El plantel estaba concentado para disputar un partido en Lima, y luego de la cena la mayoría se retiró a sus habitaciones. El presidente del club, conocedor que entre sus jugadores había más de un palomilla, tenía por norma mandar a uno de sus hombres de confianza a visitar por sorpresa a los jugadores a sus habitaciones e incluso les revisaba las maletas a los más jóvenes.
Ampayan al crack
En esas ‘requisas’, se encontraba desde comida, hasta botellas de vino, whisky, revistas X, pero lo que jamás imaginó ver al engreído del presidente fue al goleador acompañado de la chica de la tele. Cuando el jugador fue sorprendido, lejos de sentirse culpable le dijo al empleado del club “negro es una mina bárbara, así nomas no se sale con ella todos los días, solo estamos conversando, no vayas a decir nada a los dirigentes. Para que veas que soy bueno, voy a dejar la puerta media abierta para que nos veas”.
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Al emisario del mandamás del club no le salieron las palabras ante tamaño ofrecimiento, pero luego recapacitó y dijo: “Antes que trabajador del club soy hincha y quiero lo mejor para la institución, así que no me parece que antes de un partido estés ocupado en otras cosas y no descanses. Por esta vez me haré el que no vi nada, pero la próxima no te acuso, te pego de frente porque estás faltando el respeto al club y tus compañeros” .
El jugador entendió que había obrado mal y le pidió a su amiga que se retire del hotel. Al día siguiente, el extranjero brilló, hizo dos goles y ambos se los dedicó al empleado que lo ‘ampayó. Cuando terminó el partido y ambos coincidieron en el camarín, el foráneo le dijo sonriendo al empleado: " Viste como no me afecta que me visiten en la concentración, a ver si la cábala es que me descubras más seguido con mi amiga de la televisión”.
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