Corría el año 1985, Alan García se había convertido en uno de los mandatario más jóvenes de la historia, Juan Pablo II recorrió el Perú y era llamado ‘El Papa Charapa’, ‘Risas y salsas’ era el programa favorito de la gente y el país empezaba a sumirse en el miedo por causa del terrorismo. Yo tenía 18 años y la prensa nos llamaba ‘Potrillos’ a los juveniles que nos habían promovido al primer equipo de Alianza Lima. Éramos la esperanza del fútbol peruano.
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En esa época, el presidente del club Agustín Merino era dueño de una funeraria. Enterraba muertos y también deudas. Allí no existían las huelgas de los equipos como ahora ni la Agremiación de Futbolistas que hoy, tarde o temprano, te recupera tus monedas. Éramos full recurso para parar la olla de los ‘chanchitos’. Recuerdo que faltaba poco para la Navidad y los muchachos movieron sus contactos en provincias para programar amistosos y poder llevar panetón, pavo y juguetes en la Nochebuena.
‘¡ALTO!... ¡BAJEN TODOS!
Pactaron dos partidos en provincias: Uchiza y Tacna. Un grupo partió por tierra a la selva. El mío se fue para el sur. José ‘Caíco’ Gonzales Ganoza, Tomás ‘Pechito’ Farfán, William León, Daniel Reyes, José Mendoza, César Sussoni, varios juveniles y el refuerzo Alfonso ‘Cococho’ Reyna iban bromeando, haciendo chacota. El reloj marcaba las 4 de la tarde, escuchaban salsa a todo volumen de su radiocasete -esos cuadrados que ya ni existen- cuando de pronto una camioneta les cerró el paso y los encañonaron en la carretera.
“¡Alto, bajen todos!... ¡El Partido Comunista del Perú los toman de rehenes!”. Era Sendero Luminoso. Todos se quedaron mudos y varios morenos se pusieron blancos del miedo. Se los llevaron a un corralón. Algunos rezaban, otros lloraban pensando en la familia. Temían lo peor. Cuando las esperanzas de salir vivos se esfumaban, apareció Silverio Gonzales, quien jugaba por el Deportivo Anda y conocía al jefe de la columna guerrillera. Tranquilizó a los compañeros, les dijo que ya había intercedido para que los liberen.
Pero había un problema. El ‘camarada’ que era el líder quería pasar la noche con la acompañante de un larguirucho mundialista. El zambo se la cedió en una y se olvidó del ‘amor’. Nadie durmió en la madrugada. Tempranito se apareció otro grupo de subversivos y de desayuno traían anfo y una orden: “Hay que cortar cabezas”.
‘COCOCHO’ REYNA ‘LEVANTÓ EL PUÑO’
‘Cococho’ Reyna se tocó de nervios, pero avanzó: “Compañeros, pido la palabra. Estoy con ustedes, apoyo la causa, su lucha. Creemos en su revolución…”. Los ‘terrucos’ lo aplaudieron: “¡Viva el compañero Reyna...! ¡Viva la lucha…! Y bla, bla, bla”. ‘Cococho’ creía que los iban a ejecutar, pero ellos querían volar un puente resguardado por militares con pasamontañas negros. Al mediodía, salieron en fila y los liberaron. De vuelta del viaje, Silverio me lo contó con su chispa. Yo la libré, porque decidí irme al amistoso de la frontera.
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Hoy, 37 años después, el Deportivo Anda ya no existe, el terrorismo fue derrotado, Alan García ya no vive, varios de mis compañeros partieron a la gloria y yo la pego de escritor. Soy un bendecido y viví para contarla. Nos vemos el próximo jueves…
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