En el barrio, al que recibe un castigo por lo que no hizo, se le dice que está pagando ‘ganso’. En el año 2003, obtuvo el título del Torneo Apertura del en una lucha pareja con . Los ‘celestes’ se quedaron el campeonato nacional por solo tres puntos de diferencia.

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Fue justamente con los ‘rimenses’ que sucedió lo impensado un sábado por la tarde, que los jugadores del plantel llegaban a concentrarse a su local de La Florida en el Rímac.

Cerca de las cuatro de la tarde, a media cuadra del club, un grupo de muchachos, cerca de siete jóvenes, bebían unas cervezas y se burlaban de los jugadores que raudos ingresaban a la concentración.

Uno de los más insultados fue Erick Delgado. Al golero le dijeron ‘Pavo’ y otros improperios. Él, aparentemente, nos les hizo caso, pero entró rabiando al estacionamiento y se quedó un buen rato en ese lugar.

Luego ingresó Omar Zegarra, más distendido y comentando que afuera una ‘mancha’ de malcriados estaban jodiendo a todos los que pasaban.

A los pocos minutos, en su moderno auto deportivo, hizo su aparición Flavio Maestri. Masticando bronca, indignado, pegó el grito: ‘¡Caramelo! Buscaba al chalaco, porque sabía que era un buen respaldo para salir a vengar esa afrenta.

De inmediato se unió el arquero, a quien también habían insultado y los tres fueron en busca de los malcriados. Llegaron sin pedir explicaciones y de frente arreglaron las cosas. Como en el barrio, dieron y recibieron, pero salieron triunfantes y volvieron ganadores a la concentración.

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Obviamente, esa noche se habló de la discusión y lo mal que terminaron los faltosos.

Aparentemente todo había quedado ahí, sin más repercusiones. El equipo ganó su partido de la fecha y no había forma de estar de mal humor.

En el nuevo inicio de semana, la práctica fue normal, los lesionados trabajaron aparte y los tres futbolistas lo hicieron con normalidad.

Cuando acabó el entrenamiento, desde la Gerencia, avisaron que había llegado una denuncia contra tres futbolistas del plantel. Los implicados se miraron y entendieron que era con ellos el problema.

A los pocos minutos empezaron a llamarlos. Primero a Zegarra, luego Maestri y tercero, aunque parezca increíble, fue a Erick Torres, el volante que no había tenido ni una mínima participación en el incidente.

Como era de esperarse, el popular ‘Charapa’ pegó el grito en el cielo, pero igual se acercó a las oficinas. El ‘sermón’ fue rápido. Había llegado una denuncia contra los tres jugadores y los agraviados, los malcriados que brindaban e insultaban en la esquina, pedían un dinero para curarse de las heridas que habían sufrido producto de los golpes.

La suma que cada jugador debería pagar era cerca de dos mil dólares. Y fue entonces, que el implicado, que no tenía participación en el tema, o sea Erick Torres, levantó su voz de protesta. No iba a pagar por algo que no había cometido. La respuesta fue tajante: ‘En la denuncia está tu nombre y el club no desea esta tipo de líos’.

Los agredidos habían confundido el apellido del arquero con el mediocampista, pero ya no había marcha atrás.

Dos días después, Maestri fue vendido a Brasil y se fue. Omar Zagarra pagó calladito y Eric Torres, también y todo por ser tocayo del arquero, que si había metido puñete.

Pagó ‘Ganso’, como dicen en el barrio.

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