
El Sevilla se lució en casa y firmó una actuación memorable ante el Barcelona, al que venció por 4-1 en un duelo que deja muy tocado al equipo de Hansi Flick. Los andaluces dominaron de principio a fin a un conjunto blaugrana irreconocible, que volvió a mostrar una preocupante fragilidad defensiva y una alarmante falta de reacción. El resultado reflejó lo que fue el trámite del partido: un monólogo del equipo de Matías Almeyda, que jugó con intensidad, orden y determinación.
Desde el pitazo inicial, el local impuso condiciones con Alexis Sanchez como figura estelar en el mediocampo y un equipo enchufado en todas sus líneas. Los locales aprovecharon cada error del rival y encontraron premio temprano gracias a un polémico penal que el VAR sancionó tras una falta de Araújo sobre Isaac. El propio Alexis se encargó de ejecutar la pena máxima y adelantar a los suyos antes del primer cuarto de hora, encendiendo el Sánchez-Pizjuán. Mientras tanto, el Barcelona lucía perdido, incapaz de conectar tres pases seguidos y resignado ante la presión sevillista.
El vendaval local no cesó. Isaac Romero tuvo hasta tres ocasiones claras para ampliar la ventaja, pero Szczesny evitó un marcador más abultado. Sin embargo, tanta insistencia tuvo su recompensa: una pérdida infantil de Koundé terminó en el segundo gol del Sevilla, obra de Isaac, que esta vez no perdonó. El 2-0 parecía corto por lo visto en el campo, pero una reacción tímida del Barça antes del descanso permitió que Pedri, tras una buena jugada individual, asistiera a Rashford para el descuento.
Hansi Flick no tuvo reacción ante Sevilla
En la segunda mitad, Flick movió el banco buscando respuestas y trató de corregir el desorden táctico de su equipo. Por momentos pareció que el Barcelona podía empatar, especialmente cuando Lewandowski tuvo en sus pies un penal que pudo cambiar la historia, pero el polaco falló y le devolvió el control al Sevilla. El portero Odysseas también se lució con intervenciones decisivas ante Eric y Roony, frustrando cualquier intento de remontada.

El tramo final fue un suplicio para los catalanes. El Sevilla, con el impulso de su gente y la confianza por las nubes, aprovechó los espacios para liquidar el partido con dos goles más que sentenciaron el 4-1 final. Cada ataque andaluz parecía una amenaza, mientras que el Barcelona naufragaba entre errores y miradas perdidas.
Con esta dura derrota, el conjunto de Flick pierde el liderato de LaLiga y deja serias dudas sobre su funcionamiento. En cambio, el Sevilla celebra un triunfo revitalizador que confirma la mano de Almeyda y su idea de un equipo agresivo, compacto y valiente. En el Sánchez-Pizjuán, los hinchas locales se marcharon ovacionando a los suyos, mientras que el Barça se fue cabizbajo, consciente de que su peor versión reapareció en el peor momento.
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