
Roberto Holsen volvió a Matute, al menos con los recuerdos. En su visita al programa La fe de Cuto, el exdelantero chalaco contó una de las anécdotas más intensas de sus inicios en Alianza Lima: su inesperado cruce con el argentino Pedro Monzón, recordado por jugar el Mundial de Italia 1990.
El exjugador confesó que su llegada al club blanquiazul fue casi de casualidad. Todo empezó en La Perla, cuando acompañó a un amigo a probarse en Alianza Lima. “Había más de mil chicos haciendo su cola”, recordó Holsen. El ‘Cholo’ Castillo, uno de los mejores cazatalentos de la época, lo vio jugar y no dudó en darle una oportunidad.

“Nos dijo que volviéramos el siguiente sábado. Era todo un esfuerzo: del Callao a La Victoria. La línea 71 me dejaba en Grau y de ahí caminaba hasta Matute. Era picante ese barrio... ahí creo que empecé a amagar”, contó entre risas.
EL DÍA QUE HIZO RENEGAR A UN MUNDIALISTA
El verdadero punto de quiebre en su historia llegó en 1995, tras volver del Sudamericano Sub 20. Holsen se integró al plantel profesional de Alianza Lima, donde convivían figuras experimentadas y algunos nombres internacionales. Entre ellos, el defensor Pedro Monzón, un zaguero argentino con fama de fuerte y temperamental, que había sido parte de la selección albiceleste en Italia 90.
“Regresamos del Sudamericano y estaba Monzón. Yo, que estaba picante, le metí chocolate... ¡y me agarró del cuello!”, recordó Holsen entre risas. La escena, sin embargo, no fue nada graciosa en su momento. “Me gritó: ‘¡Mocoso de mier… sal de acá!’ Medio rajado era. Tuvieron que agarrarlo Kanko y Darío Muchotrigo”, relató.
El joven chalaco había aprendido a punta de amagues en las calles, pero ese día entendió que el fútbol profesional tenía otro tipo de códigos.

DEL CHOQUE A LA CONSOLIDACIÓN
Lejos de achicarse, Holsen siguió trabajando. Ese mismo año, Julio César Uribe asumió como técnico de Alianza Lima y le abrió las puertas al primer equipo. “El profe llegaba de Municipal. Yo era pan con relleno, porque había gente pesada como Marquinho, Frank Ruiz, Jayo, Waldir Sáenz, Kanko Rodríguez, Pancho Pizarro…”, recordó.
Poco a poco, el delantero fue ganando minutos, aprovechando cada oportunidad que le daban. “El profe me metía de a pocos, por Marquinho”, añadió, destacando la paciencia con la que fue labrando su camino.
Años después, el muchacho que se atrevió a encarar a un mundialista se convirtió en un goleador respetado en el fútbol peruano, con pasos por clubes como Alianza Lima, Cienciano, Universitario, Sporting cristal y la selección nacional. Pero aquella vez, en Matute, su primera gran victoria fue otra: aprender que en el fútbol no solo se gambetea con los pies, sino también con carácter.
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