
Luis Advíncula abrió su corazón en una nueva edición de La fe de Cuto. El lateral de Boca Juniors no solo habló de sus glorias en el fútbol, sino también de los días más duros que le tocó vivir en Europa. En Portugal, donde defendió los colores del Vitória Setúbal, el ‘Rayo’ conoció la verdadera lucha fuera del campo.
Entre risas y recuerdos, el jugador contó que compartió vestuario con dos compatriotas muy distintos entre sí: Wilder Cartagena y Junior Ponce. Ambos jóvenes, explicó, marcaron su paso por el club luso, aunque por caminos totalmente opuestos.

“Ahí estuve con Wil (Wilder Cartagena) y con mi compadre ‘Perro Sucio’ Junior Ponce. ¡Qué talento tenía ese muchacho! Era cuatro años menor que yo. No siguió porque no quiso”, contó Advíncula, quien no dudó en elogiar a Cartagena por su disciplina y sacrificio.
El defensa peruano recordó que veía en Wilder un ejemplo de esfuerzo, pese a no ser tomado en cuenta. “No salía en lista, muchas veces no lo ponían a entrenar, y él igual trabajaba por su cuenta. Todo lo que tiene es gracias a su esfuerzo”, señaló con admiración.
En contraste, sobre Junior Ponce dijo que tenía talento de sobra, pero que no lo acompañó la constancia. “Tenía mucho talento, pero con el talento no te alcanza”, reflexionó el ‘Rayo’, lamentando que aquel joven prometedor se alejara del fútbol profesional.
ENTRE EL ESFUERZO Y EL HAMBRE
Pero más allá de las anécdotas de vestuario, Advíncula sorprendió al revelar las precarias condiciones en las que vivieron durante su paso por el Vitória Setúbal. Lejos del glamour de las ligas europeas, él y sus compañeros pasaron momentos realmente complicados.
“Nos bañábamos con toallas rotas, hacíamos olla común. Esos negros venían a comer a mi casa”, contó entre risas, aunque dejando ver la dureza de esa etapa. El lateral explicó que los sueldos no llegaban y que sobrevivían gracias a la solidaridad entre ellos.
“Yo tenía la suerte de que todavía pertenecía al equipo de Alemania y ellos me pagaban una parte. La plata que el club me debía hasta ahora no la veo, pero igual les cocinaba”, relató el jugador, quien no dudó en compartir lo poco que tenía con sus compatriotas.
Pese a las dificultades, Advíncula asegura que su paso por Portugal fue “espectacular”. “Ese era mi equipo. Jugué en todas las posiciones: de nueve, de cinco… era el dueño de las pelotas paradas: tiro libre, córner y penales. Solo me faltó jugar de arquero”, bromeó.

DEL SUFRIMIENTO A LA GLORIA
El actual ídolo de Boca Juniors recordó también que, mientras ellos pasaban penurias, otros compatriotas en Portugal vivían una realidad muy distinta. “Me enfrenté a Carrillo, que estaba en un equipo grande. Él comía caviar y nosotros comíamos tierra”, contó entre carcajadas.
Años después, esas vivencias se convirtieron en lecciones. Advíncula aprendió que en el fútbol —como en la vida— la disciplina, el trabajo y la humildad valen más que cualquier lujo. Hoy, desde la élite del fútbol sudamericano, no olvida los días en que tuvo que prender la cocina para alimentar a sus amigos.




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