Mi gente de ‘La Fe de Cuto’, luego de la entrevista especial con nuestra medalla de bronce en París 2024, Setefano Peschiera, estrenamos una esperada entrevista con el profe Leo Rojas. Soltará todo el aguadito que tanto esperaban sobre su paso por la U, Cristal, Boys y más.
En la charla, Leo Rojas recuerda el consejo que le dio Lolo Fernández, el ‘lapo’ que le metió Juan Carlos Oblitas y sus más divertidas historias en el futbol peruano. No se olviden que la fe es lo más lindo de la vida.
Tú eres de Barrios Altos...
Sí, de la cuadra 6, 615 de Maynas, pero ya después, cuando tuve dos o tres años, iba a jirón Amazonas, a tres cuadras de mi casa, ahí vivía mi abuela, frente a la cancha, a la entrada de la Huerta Perdida.
Esas historias que se contaban...
Los Barrios Altos, a parte de tener cuna de la música criolla, los buenos peloteros, una historia viviente que tuvo el barrio, como es Tatán, Lucha Reyes. Tatán era el Robin Hood peruano...
Hubo una serie de él...
Era el hombre que se paraba en la esquina, frente a la iglesia de Santa Clara y a veces las personas necesitadas que pasaban le daba para su mercado. A parte de buenos cantores, Felipe Pinglo, Pablo Casas Padilla... Barrios Altos tiene mucho qué contar, claro que ya los jóvenes de ahora ya no han sabido, yo sí he sabido aquilatar la música por parte de mi madre, el deporte por parte de mi padre. Don Pedro Rojas, los domingos, después de sus faenas porque él ha sido primer albañil y luego maestro de obras, él fue maratonista, entonces salíamos a correr por las líneas del tren.
Ahora entiendo...
Me comencé a criar ahí en los Barrios Altos, comenzamos a jugar en la cancha del Martinete... había una cancha que era picante, le llamaban ‘el infiernillo’, se juntaban perro, gato y pericote, había de todo, apuestas y todo lo demás, pero siempre había respeto hacia los mayores y hacia la gente brava. Era lindo. Después, con los años, el club de ahí, donde jugó mi papá, mis tíos, el Deportivo Estrella, ahí llego a debutar en la segunda amateur, que se jugaba en el estadio San Martín, ya te imaginas la felicidad de vestir la casaquilla que vistió mi padre, mis tíos, los amigos. Yo estaba muy chico, pero el equipo fuerte se llamaba ‘Los hombres leones’, grandes jugadores de fútbol. Uno recuerda tantos amigos que tenían tantas condiciones para el fútbol pero lamentablemente por las condiciones de esa época tenían que dejar el fútbol por ir a trabajar, a ayudar a la familia.
¿Cuál era tu chapa en el barrio?
De más chibolo ‘Pulpo’ y después ‘Fantasmagórico’. Por los dibujitos animados de esa época, uno se quedaba con eso pues.
¿Es verdad que Rinaldo Cruzado era la mascota de tu equipo?
Claro que sí. Ya después, a los 14 que debuto en el Deportivo Estrella, se forma otro equipo. El presidente era Omar Márquez y Dani Márquez, que jugaba en Cristal, venía. Se formó el grupo y el que entrenaba al equipo, al Atlético Limeño, era el papá de Rinaldo. Hay fotos, Rinaldo era la mascota. En esos tiempos jugábamos el interbarrio de la prensa, nos íbamos al Callao, Los Olivos, el Telmo Carbajo, a Comas, a los parques zonales... era una fiesta. Alquilábamos una combi para ir.
Con toda la gente, bromeando...
Es una linda época con el Atlético Limeño y cuando quedé eliminado, me piden que juegue por otro equipo que había clasificado para seguir en la contienda, el Independiente Ilave. En ese torneo salgo como el mejor jugador y de ahí Coco Laberte me lleva al Boys, claro, estaba muy joven y mi padre tuvo que firmar el contrato.
¿Tú fuiste a la U por intermedio de Lucho Cruzado?
Sí, en ese tiempo que jugaba en Deportivo Estrella, el profe Lucho, que en paz descanse, siempre bajaba a ver a los amigos y le llamó la atención y el mismo Wilfredo le decía de mi persona. Me llevó varias veces, fui a entrenar varias veces a la U pero yo tenía en mente prepararme para postular a la Marina Mercante, me inscribí pero todo se cortó porque tenía contrato profesional y ya no podías ingresar a ningún instituto armado. Fue una época linda. Estaba Leo Carrillo, somos promoción de colegio. Con él nos íbamos desde Barrios Altos hasta Lince, nos íbamos en la 10, los moraditos.
Llegaban hasta el Callao...
Se iba por la avenida Brasil. El retorno era un vacilón, salíamos caminando, agarrábamos la Colmena, luego Jirón de la Unión, el costado de Palacio de Justicia, San Francisco y Jirón Áncash, ya estábamos en el barrio. Eso ha sido cuando ya recién llegué a la U, seguía con ese mismo ritmo de salir después del entrenamiento e irme caminando a mi casa.
Tú empiezas como delantero
Como puntero derecho. Era el tipo que me faltaba cancha, los centro los sacaba. Ya cuando estuvimos en Cristal, en el 91, el que sacaba los centros era mi persona, yo les decía ‘los centros paracaídas’.
Ahí hay una historia qué contar, una historia muy linda, con el ídolo máximo de Universitario de Deportes, no le gustaba que le diga ‘señor’ sino ‘hermano mayor’, Lolo Fernández. Él, con Lolín Fernández, una mañana después del entrenamiento, se acercó con Lolín y me dijo ‘buenos días, hermano, le puedo dar un consejo’ y le dije ‘Sí, don Lolo’ y me dijo ‘¿Cómo? Yo acá soy su hermano’. Se sacó el saco, la corbata y me dijo la primera ‘Sobrino, ¿usted ha manejado bicicleta contrapedal? Usted llega, pa atrás y saca el centro’. Me hizo una muestra gratis, estaba Juan Carlos Jaime, Acasuzo…
Impresionante...
Era impresionante. Para terminar, Juan Carlos Jaime le dice a Lolo, ya lo habían operado de la cadera y le dice ‘un penal’, te acuerdas que había una trattoria que había en la avenida Colonial, le dijo ‘si hace el penal, invito yo, todos a la trattoria’. El ídolo máximo se paró, puso su pie junto a la pelota, como pateando en el fulbito, con la punta, fue a la esquina, con dirección e hizo gol y nos fuimos todos a almorzar.
Jajaja...
Ya el día domingo, del examen, eso me marcó la humildad que tenía Lolo, llega una jugada, me la tira larga Germán, saco un centro, entra JJ y gol. En el Lolo había la rejita para cuando venían las autoridades, invitados, llego y abro, porque Lolo tenía un sillón y se sentaba en la esquina, en el lado izquierdo y miraba de ahí el partido. Terminó el partido, ganamos 3-1 y llega Ranilla y me dice ‘Leo, el ídolo quiere hablar contigo’, yo dije ‘qué pasó’. Fui a verlo y me dijo ‘¿Qué ha pasado? Que sea la primera y la última vez que usted viene, me señala, me agradece, aquí las cosas que le digo son para que crezca, usted va defender esta camiseta y tiene mucho más que aprender, siga así, escuche y trabaje’. Me dio un abrazo. Eso me marcó mucho.
Tú te quedas dos años en el Boys, ¿Qué anécdotas recuerdas?
Tomaba el micro en Conchucos, la entrada de Grau, habían unos marrones que venían todo Grau, agarraba la Colmena y luego la avenida Colonial. Mi entrenamiento era a las 9 am. Si yo salía a las 6, llegaba a las 7. Abría el Telmo Carbajo. Entro al camarín, llevo mi maletín y todo, prestado todavía y encuentro un clavo. Cuelgo mi ropa y salgo. Fueron llegando y terminó el entrenamiento. Me vacilaban, Seminario, Juan Caballero Lora, Antón, me hacían trizas y a parte los de respeto, Cachorro, Eusebio Salazar, Álvaro Reyes, Nano Mendoza...
¿Qué pasó?
Termina, yo me quedo haciendo unas cosas y cuando llego al camarín, veo el clavo y no estaba mi ropa. Mi ropa estaba mojada al costado de la ducha. Me ve Eusebio y Cachorro me dicen ‘sobrino, perdiste, tienes que preguntar, ese clavo no sé de quién es’.
Hasta el clavo tenía dueño...
Yo no sabía, ya después te vas enterando de los códigos y el respeto, la jerarquía. No me sabía vendar, Cachorro me enseñó y me golpeaba cuando me vendaba mal, pero todo en función de crecimiento porque en el fútbol tienes que ser una esponja, absorber todo lo bueno y desechar lo malo, para ser un buen profesional, un buen compañero, de eso se trata el fútbol.
En ese partido que juegas con Maradona, ahí los refuerza a ustedes el ‘Cholo’ Sotil...
Un jugador de aquellos don Hugo Sotil, he tenido la oportunidad de enfrentarlo, ya después cuando venía en sus últimas épocas en Espartano. El hombre en una loseta te sacaba uno, dos, lo golpeabas, se sobaba, la pedía y volvía. Para mí es uno de los grandes delanteros que hemos tenido y la valla la dejó muy alta, siendo campeón con Barcelona y todo lo demás. En ese partido, él justo hace la jugada con Echeandía que le hacen el penal y es por esa habilidad... lo que él hacía en la canchita, en el barrio, después lo trasladó a la cancha de fútbol.
De los cuatro títulos con la U, ¿Cuál se te viene a la mente ahorita?
Todos para mí fueron espectaculares porque fueron en distintas etapas y con buenos jugadores.
Acá hay una con el ‘Gato’ Cuéllar, el título del 90
El ‘Gato’ tomó el Clausura y él dijo, ‘bueno, ahora nada de hoteles, vamos a la trinchera’ y era la concentración en el Lolo. Ahí empieza el resurgimiento y cómo se llegó y se alcanzó el año 90, que se viene caballeando de atrás, con los jóvenes, fue espectacular.
Una anécdota con Juan Carlos Oblitas, que te ama...
Una buena... Habíamos ganado un partido me acuerdo y estábamos entrenando y me había amanecido pues... Me dijo ‘ven pa acá’ y me metió un lapazo, me dijo ‘que esta sea la primera y la última, tú eres el capitán acá y tienes que dar el ejemplo’.
¿Qué otra?
En 85, con el profe Marcos Calderón, tengo dos buenas. Una en el campo, jugábamos con el Manucci y tenían al Zorrito Jaramillo, rapidísimo. Yo ya jugaba, ya había estado en la selección, el profe me decía, ‘se agranda, cuidado con el Zorrito Jaramillo, te estoy diciendo’, me tenía así. El jueves igual ‘cuidado con el Zorrito Jaramillo’. El día del partido, una jugada, toco, paso rápido, interceptan el balón, Zorrito Jaramillo mete gol. Primer tiempo 1-0 íbamos perdieron en el Estadio Nacional. El profe llega a la puerta y de costadito patea la puerta y me dice ‘ya ve, agrandado, le dije, el Zorrito nos iba hacer gol y quién nos hace el gol, el Zorrito, y la culpa la tiene usted, no me diga nada... ahora quiero ver si es mi amigo, el segundo tiempo, si es mi amigo’. Salí y metí gol, empatamos, 2-1, 3-1. Terminó el partido, contentos. Yo estaba sentadito en mi esquina y el profe decía ‘yo sabía, mis amigos, pero no te vas a olvidar lo que yo te digo durante la semana, tienes que escuchar... pero eres mi amigo’.
En el 91 te vas a Cristal ¿Cómo fue?
Primero tenía que pedirle permiso a mi padrino porque tenía contrato hasta marzo, hubiera podido jugar la Copa Libertadores. Los torneos terminaban después de fiesta, el 3 o 5 de enero. Fui a hablar con mi padrino y me dijo ‘¿qué hago, quieres que la hinchada me mate?’, le dije ‘pero padrino, creo que ya he cumplido con creces, una nueva experiencia’, a parte tuve que conversar con la familia. Todo era distinto, a parte, la hinchada era pequeña a lo que yo había vivido en la U pero el trato con Federico Cunio, con Alfonso Grados fue espectacular, me hicieron sentir bien, es más, Juan Carlos me dio una semana y me tuve que integrar porque Cristal no había clasificado para la liguilla final y nosotros tuvimos que terminar, ya después me dio una semana y me reintegré a Cristal y ahí es donde me integro con Franco, con Chipiao, Antón, Pablito Zegarra, Flavio Maestri, el Chorri que después llega. Te imaginas, en cuanto a organización espectacular. Jugamos el primer torneo, en el 91, que lo ganamos de punta a punta. Ahí sale el ‘Ra’.
¿Cómo fue tu paso por la selección?
Lindo, todos saben de la jerarquía, de la calidad de jugadores, una extraordinaria generación. Quiero graficar esto, te imaginas, yo lo vi a Héctor Chumpitaz en el 70, tenía 9 años y después el fútbol me da la posibilidad de ser su compañero y estar en su despedida. A parte, te hablo del Capi, que para mí siempre ha sido un referente. Mi segundo referente, Panadero Días. Después hablar de Mango, de Gastulo, Acasuzo, Quiroga, José Gonzáles Ganoza, del patrón, José Velásquez, César Cueto, Julio César Uribe, Oblitas, Barbadillo, Guillermo La Rosa. No solamente se vivía del fútbol, del crecimiento, sino también la parte espiritual, también pudimos absorber mucho de las enseñanzas de Guillermo. Lucho Reyna, el Flaco Malásquez, el Chino Hirano. Había que respetar trayectorias, tener al frente y aprender de Jaime Duarte. Por eso creo yo que se me hace fácil lidiar con los chicos, escuchando te puedes desempeñar mucho mejor, o tus decisiones van a ser más claras. Aprendí de ellos de estar con los pies sobre la tierra y la vida no termina ahí, he tenido que seguir aprendiendo de ustedes y de los que vienen
Juegas un amistoso contra Chile donde Franco Navarro hace un golazo
Fue uno de los mejores goles que le he visto hacer a mi hermano pero está plagado de anécdotas. Ese partido, después de tantos años que no se le ganaba a Chile en Santiago, con su gente. A parte, con los tremendos goles, el gol que hace José fue espectacular pero el de Franco sin precedentes. Tuvo una anécdota ahí porque algunos salieron a la cancha con problemas estomacales, nos reíamos, les decíamos que los habían alimentado con té y chizitos. A los días teníamos que jugar con Uruguay y todos estaban mal. Guerreamos y empatamos 2-2. Pero ese partido contra Chile fue espectacular, cómo se dio, cómo se jugó, el atrevimiento que se tenía para enfrentar a cualquier equipo.
Yo escuché hace años de una pelea con Julio César Uribe
Esa fue una parodia... armamos con estacas ahí en el hotel El Country, donde estábamos concentrados, y siempre con el permiso... ese grupo te hacía sentir en familia, te divertías. Julio César ha peleado en los guantes y yo también. Dijimos quién va ser el promotor, ‘Don King’, Guillermo La Rosa. Hicimos la cena con el permiso de don Abelito Silva, que era el jefe de equipo, hicieron los dos bandos, separaron las mesas, un grupo conmigo y el otro con Julio César, el Flaco Malásquez era el presentador. La previa fue la noche anterior, Manao, que era el quinesiólogo y había sido boxeador, había habido una pelea en el cuarto supuestamente con Juan Carlos, pero en la esquina de Juan Carlos estaba el Flaco Manásquez, Manao no veía bien por un ojo y cuando van a comenzar el Flaco se acerca y le echa un poco de mentolatum. Se limpia, tuvimos que agarrar a Juan Carlos. Esa noche, arman el ring, Julio César siempre un espectáculo, con su bata blanca. Yo me olvidé de sacarme el diente postizo y cuando comenzamos, me dio uno y me saltó un diente. Seguimos, mira que estábamos en tremenda forma pero pedimos agua. Eran tres rounds. Teníamos los movimientos y había técnica. El tercer round pedímos agua y viene el cholo viene con el balde de agua y me moja los guantes y la venda, no podía levantar los guantes. Afuera, el flaco sentado en la mesa, habían esos televisores antiguos y él supuestamente estaba narrando la pelea. Fue algo espectacular y el chistoso de Guizasola dice ‘no, que te noquearon’. No sabe, le metí un gancho al hígado y se quedó ahí.
Tú comienzas a trabajar con Franco Navarro ya como asistente en Cristal, en el 98. Después viene Estudiantes de Medicina
Lo toma Franco y yo voy en la segunda etapa a Estudiantes porque yo todavía seguía en Cristal, yo termino en 2000 en Cristal.
¿Cómo se dan cuenta Franco y tú que querían trabajar juntos?
Yo seguía en el comando técnico pero era él jefe de equipo, asistente de gerencia, tenía que ver con todo. Franco llega como asistente a Cristal, ya no como jugador. A parte, él primero llega a un equipo que representaba Cristal en la segunda. Cuando se va el técnico de turno y ya faltaban 10 fechas más o menos, que en ese tiempo Boys venía como una máquina. Había decaído Cristal, estábamos séptimos, y llaman a Franco y yo tenía que ser su asistente. Nos llaman, nos sentamos con los dirigentes y le dicen ‘Franco, vas a estar con Leo, traten de mejorar, estar ahí, que no vaya caer más la posición del equipo’. Yo le dije a Franco ‘Hermano, dile que vamos a campeonar’ y Franco le dice ‘no se preocupe, vamos a hacer todo lo posible para campeonar’ y desató risas. Nos despedimos y comenzamos a trabajar, ahí fue donde empezamos a remar de atrás y se comenzaron a dar los resultados. Muchos de los muchachos ya nos conocían, solo tenían que explotar. Alcanzamos, se quedó Boys y por mejor diferencia de golpes, se queda Boys y teníamos que disputar el torneo con Alianza, ahí le ganamos a Alianza y ya después, al ser campeones del clausura, vamos a jugar con ustedes, en el playoff.
2006, fue la selección
Fue ese año que fue el proceso que se comenzó a buscar nuevamente, de nutrir y mejorar lo que era la sub23, ahí viene Reynaldo, Visa, Neyra, Tony, José Carlos, Céspedes, habían chicos que tenían la posibilidad de poder engrosar la selección mayor, hablando después de Pizarro, Farfán, el Loco Vargas, Guerrero, Ñol, ya había pero tenía que venir todo ese grupo de refuerzo atrás y esa sub23 fue muy linda. Incluso, tenemos un partido en Chile, nos faltaba en central y lo llevamos a la Sombra Ramos, que estaba en la sub20, es que nosotros comenzamos a mirar qué chicos y esa es la felicidad que te da el fútbol.
¿Te costó dejar el fútbol?
Lo que pasa es que la trascisión dentro de Cristal no tanto, en sí tuve carné hasta el 97 que estuve con Markarián, porque faltaba uno en las prácticas y yo entraba. Podía entrenar yo con el equipo y luego me iba a Backus y regresaba. Los partidos de los jueves en la tarde o mañana estaba ahí y estaba fino. Lo único sí, imagínate, me he retirado a los 32 años, estaba entero, son esas cosas. Como me desempeñaba dentro del ambiente del fútbol no me arrepentí porque después me preparé, pude estudiar, seguir en el fútbol como hasta ahora. Sí me hubiera sentido mal, me hubiera lamentado si hubiera dejado el fútbol y no hubiera seguido, pero después uno siempre quiere seguir, pero es parte de los momentos.
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