LA FE DE CUTO | La macumba que evitó que Leandro Fleitas se retire del fútbol
LA FE DE CUTO | La macumba que evitó que Leandro Fleitas se retire del fútbol

Dicen que cuando nuestras fuerzas parecen agotadas, la fe se encarga de rescatarnos del desánimo y la tristeza. Así fue el increíble testimonio de en. El entrevistador se quedó pálido cuando el argentino nacionalizado peruano le contó una experiencia mágica que lo salvó del retiro del fútbol, cuando ya se lo había comunicado a su familia.

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La ‘Máquina’ había sido operado de la rodilla, un diagnóstico parecido al que retiró a Jefferson Farfán de la pelotita. Pero el postoperatorio se extendió más de la cuenta y cada entrenamiento era un martirio, pues los dolores le quitaban toda la alegría de seguir jugando.

“Tuve una lesión, me sacaron el cartílago y el médico me dijo que en un mes podía jugar. Pasaron cinco meses y no podía ni pisar. Dormía con hielo, sentía cuchillazos después de entrenar”, contó con pesar.

La situación era insostenible para el argentino. “Hablé con mi esposa, con mis hijos, para decirles que ya no podía más. Intenté de todo: terapias, medicina. Después de cinco meses, sentía que algo raro había”, relató el zaguero.

Leandro Fleitas pudo jugar sus últimos años como porfesional en César Vallejo (Foto: GEC)
Leandro Fleitas pudo jugar sus últimos años como porfesional en César Vallejo (Foto: GEC)

“Tengo gente que me ha cuidado desde Argentina”

Leandro Fleitas se sentía frustrado, pues había soportado tanto rigor en su carrera pero ni eso lo sacó de las canchas. Fue en ese momento que el jugador recordó que en su tierra tenía ‘protectores espirituales’ que no dejaban de cuidarlo.

Tengo gente que me ha cuidado desde Argentina. Allá se les llama ‘Pai’, son como chamanes. Algunos creen, otros no. Llamé a una señora y le conté todo. Me dijo: ‘Ya sé lo que te pasa. Compra hígado, ponle miel, acelga, y tíralo por un lugar donde no vayas a pasar nunca más’”, confesó.

El resultado sorprendió no solo al jugador, sino a todos los que conocían su drama. “Fui a la carnicería, me puse el hígado, le até mi perfume, la miel... lo dejé media hora. Lo fui a tirar detrás del Real Plaza, donde hay puro campo... ¡y lo tiré! A los tres días ya estaba entrenando. La gente no me creía. Volví a jugar, terminé el año bien. Cosas del fútbol y de la fe también”, finalizó.

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