Kukín Flores falleció este domingo 17 de febrero producto de un presunto paro cardíaco. Los agentes policiales llegaron hasta su casa en el distrito de San Miguel para, junto el fiscal, hacer el levantamiento del cuerpo.
Aquí recordamos la columna de Ruckelly escrita el 2017, a manera de un homenaje a Kukín Flores, a quien consideraba como uno de los mejores zurdos que había visto.
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Mario Gómez, Carlos Flores, Luis Cordero, Johan Sotil, Reimond Manco, Jean Deza... Todos con talento innato para el fútbol. Buena pegada, quimbosos, pícaros. Quizás podrían haber sido como Luis Suárez o Neymar. Pero hay detalles que marcan la diferencia: disciplina y profesionalismo. ‘Kukín’ Flores fue–tal vez- uno de los mejores ‘10’ zurdos que he visto. Tuvo todo para triunfar. La palomillada le pasó factura. Hace poco me lo encontré: “Ruckelly, quiero contarte mis historias para que los chicos de ahora aprendan y no hagan lo que yo hice...”.
GOLPE DE MALA SUERTE
19 de julio del 2000. Eliminatorias para Corea-Japón 2002. Perú recibía a Colombia. Perdíamos 1-0 y en el Estadio Nacional se empezó a corear: ‘¡Kukín, Kukín...!’. Veníamos de caer en casa ante Brasil y de visita con Ecuador. El chalaco, con 26 años, estaba en su plenitud. La continuidad de ‘Pacho’ Maturana pendía de un hilo. A los 57’ se activaron los altoparlantes: ‘¡Atención, cambio en el equipo... Ingresa Carlos Flores, sale Jorge Soto...!’.
“Apenas entré le rompí la cintura a Mario Yepes. El defensa brillaba en River de Argentina. Después recibí un pasé y con mi zurda lo mandé a comprar pan. ‘Oye, negro hijo de p... juegas como m... ¿En qué Liga estás, Alemania, España, Inglaterra?’, me dijo el ‘colocho’. ‘Juego aquí en Perú, en el Boys’, le respondí. ‘No me jodas, eres el mejor del Perú y hay otros malos que están fuera, qué pasa contigo...’, me contestó y seguimos jugando. Un zapatazo mío desde afuera casi vence al portero Óscar Córdoba. También me reventó cuetes. ‘Le pegas como pocos en el mundo. Seguro juegas en un equipo grande de Europa’, me floreó. Yo solo sonreí. Al final perdimos, pero ‘Pacho’ me dijo: ‘Así te quiero ver siempre. Ante Uruguay eres titular, así que a cuidarse’.
Esa noche nos dieron libre y al día siguiente tempranito a entrenar. Antes de retirarme de la Videna, un directivo me contó: ‘En la tribuna hubo gente del Anderletch de Bélgica. Te vieron y los convenciste. Van a pagar más de un millón y medio de dólares por tu pase, 700 mil son para ti. Solo faltan definir algunos detalles. Todo se cierra después del partido con Uruguay’. Salí más grandazo que Cristiano Ronaldo. Me fui al Callao a celebrar la noticia con mis ‘causas’. Paré en una bodega para comprar algo de tomar. Cuatro hinchas me reconocieron: ‘Oe, no seas pen... ¿Piensas celebrar... No ves que hemos perdido?’ Me jodieron tanto que los encaré. Total ya me iba a ir al extranjero y, además, estaba en mi barrio.
Empezamos a pelearnos, pero uno vino por atrás y me dio una patada en la pierna y otro me golpeó con un fierro. La gente nos separó. Estaba tan caliente que no sentí nada. Al día siguiente cuando empecé a manejar para ir a entrenar, sentí un fuerte dolor en el muslo izquierdo. No se lo comenté a nadie. Empecé a trotar hasta que no aguanté: ‘¡Auuu, me estiré!’, grité. El médico se acercó a atenderme. Me hicieron exámenes. La tomografía arrojó hematoma producto de golpes. Yo morí negado. Ni loco iba a reconocer lo que había pasado. Me mandaron a mi casa y no me convocaron más. La oferta del Anderletch se cayó. Los europeos me esperaban en el ‘Centenario’ y no pude jugar. Después de eso no supe más de ellos...”.
LE PINTO LA CARA
Kukín’ Flores siempre fue único y diferente. Dentro y fuera del campo. Palomilla y travieso al extremo. Siempre se las ingeniaba para ‘hacerla’ antes, durante o después de una concentración. Hasta que un día chocó con la horma de su zapato. En 1999 jugaba por Alianza Lima, que era dirigido por el colombiano Jorge Luis Pinto. Un técnico conocido por su disciplina casi militar. El equipo había ganado y clasificó a disputar la final del campeonato nacional ante la ‘U’. El DT citó a los jugadores a entrenar al día siguiente a las 8 a.m. ‘Kukín’ se fue de fiesta y llegó media hora tarde...
“Apenas me vio, Pinto se me acercó y me dijo: ‘Sopla’. Quería olerme el tufo. Yo me achoré: ‘Profe, conmigo se equivoca. No soy ningún juvenil para que me controle. Usted cree que estamos en el colegio...’. Pero él se puso más serio: ‘Vaya con el jefe de equipo al Hospital de Policía, que le hagan exámenes de sangre y que la Comisión de Fútbol vea si lo saca del club’. No me quedó otra que soplar y mi ‘turrón’ casi lo tumba. ‘Entrene, después hablaremos’, me dijo. Al finalizar la práctica me acerqué más calmado: ‘Profe, usted dirá’. Me miró ya no tan enojado: ‘Lo que hizo es muy grave, no sé cómo castigarlo. Debería mandarlo a su casa un mes, pero haremos una cosa. Concentrará desde el viernes en la Villa Íntima. Luego del entrenamiento se queda en el club y el sábado va al hotel y se suma al grupo’.
Cuando llegó el fin de semana, todos se iban y me sacaban pica. Como a las 10 de la noche estaba recontra aburrido. Llamé por teléfono a un amigo que vivía a dos cuadras de Matute y le dije que me espere por la puerta de Abtao para ir a dar una vuelta. Me puse ‘charly’, por la ventana vi que ya no había nadie y las luces estaban apagadas. A oscuras abrí la puerta de mi cuarto, caminé unos pasos y de repente unos perros grandazos, como caballos, me ladraron y se me venían encima. Me puse blanco del susto y corrí a mi habitación. Los animales se echaron en la puerta y no pude salir más. Cuando amaneció ya no estaban. Llegué a la concentración en el hotel y Pinto me miró y sonrió. Le había dicho al guardián que deje los perros sueltos para que no me escape. Caballero, acepté que mis palomilladas perdieron ante la experiencia del entrenador...”.