Mi gente de ‘La fe de Cuto’ seguimos con el aguadito. Luego de las revelaciones de les traemos una amena entrevista con Juan Carlos ‘Pato’ Cabanillas, quien nos cuenta sus más divertidas historias del Sport Boys.

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En esta charla, el ‘Pato’ Cabanillas nos cuenta sus orígenes y cómo fue que llegó al Sport Boys, tras sus primeras jugadas en La Perla. Además, nos cuenta cómo fue que compartió su talento con las grandes figuras de aquel entonces en el equipo rosado.

Finalmente, nos cuenta cómo le fue en su paso por Colombia y sus anécdotas con Marco Calderón cuando jugó en Universitario. Arrancamos, mi gente, no se olviden nunca que ‘la fe es lo más lindo de la vida’.

¿De qué barrio eres?

Yo nací en Bellavista, La Perla, me bauticé ahí, estudié en el colegio José Olaya Balandra... la hice ahí, jugaba en la pista, con mis amigos, en el colegio, en la selección del colegio y siempre tenía la oportunidad de visitar a un primo justo al frente de tu barrio, Contralmirante Mora, en el medio había una señora vereda, ahí jugaba con mi primo uno contra uno.

¿Ahí lo conociste a Waltiño?

Era mi primo... está en Montreal, en Canadá, en el país... jajaja. Él es como mi hermano, yo me crié con él. Justo teníamos familia de mi papá en el ‘Cherratón’ y al frente vivía la hermana de mi mamá, yo siempre iba, me metía una plancha quemada... era chico pero tenía buen kilometraje... jajaja. Iba, me divertía y tenía la familia de mi mamá y de mi mamá, el esposo de mi tía (por parte de mamá) era pescador y teníamos pescado fresco ahí... caldo de machete si estabas débil... era maravilloso llegar y sentir el pescado fresco...

Increíble...

Yo de chico sabía lo que quería, con las necesidades de mi familia, con 5 o 6 años empecé jugando en mi barrio. En La Perla me decían Titi, mi abuela me decía así. Me buscaban para jugar en un equipo desde los seis años, yo pedía que me compren la lista de útiles si querían campeonar, desde chiquito, así pasé muchísimos años. También pedía zapatillas Bata.

¿Cuál era tu chapa en el barrio?

Pato, pero empieza en Chacarita con uno de mis mejores amigos que ahora vive en Alaska. La pista de Contralmirante Mora que era ancha, jugábamos uno contra uno, un chato jugaba bien, mi amigo Juan Carlos Espinoza Mendoza jugaba bien, pero a cierta hora me decía ‘nos vemos, tengo que hacer’, se metía por atrás y llegaba al Maracaná, yo no sabía, hasta que un día lo seguí. Entrenaban a esa hora, él era la figura, era chiquito, ocho años, era la figura en el equipo de Danubio. Yo me paro al costado de un poste, ni se habían dando cuenta hasta que me vieron y me preguntaron si jugaba, mi amigo decía ‘él no juega’ y yo ‘claro que juego’. Jugué y ya no lo llamaban a él, me llamaban a mí, por eso no me llevaba. Era el capitán del barco.

¿Cómo así inicia la chapa de Pato?

Dicen que caminaba tipo pato porque tengo pie plano, nunca usé plantillas. Me conocía y sabía que tenía que caminar diferente. Me hicieron creo que 15 pares de plantillas y no pude, me molestaban, hasta hoy juego sin plantillas.

‘Pato’ Cabanillas
‘Pato’ Cabanillas

¿En qué momento empiezas a jugar al fútbol?

Yo jugaba desde los cinco años. Nunca jugué en mi categoría, si era calichín jugaba en infantil, si era infantil jugaba en juvenil. Me encantaba el golpe, me tenía que meter patada para que la pelota me la puedan quitar. Tuve la oportunidad de estar a los 15 años entrenando con la primera del Boys que me invitaron. Estaba el profesor Chiarella, que en paz descanse, me mandó a primera, entrenaba con los mayores, yo decía ‘es un sueño’, yo pesaba 20 kilos mojado, exactamente creo que pesaba 57 kilos... yo miraba y decía, estos me matan... era maravilloso... hacíamos pataditas, era bacán. Creo que con Uribe fuimos al tío Johnny, en el canal 5, hice tres pataditas y se me cayó la pelota, era un campeonato de pataditas, estaba nervioso... me eliminaron.

¿Qué recuerdas de tu debut en la profesional?

Ver el estadio lleno, en el Estadio Nacional debuté. Los mejores momentos que uno tiene en su carrera deportiva, de verdad maravilloso. Siempre me acuerdo de un partido contra Municipal, estaba Óscar Arizaga, el ‘Puma’ Matthias, el ‘Narizón’ González, Quintana de marcador izquierdo. Eran cables pelados, decían ‘hay que sacar a la bailarina’, me metieron un puntazo, era yo la bailarina.

¿Dónde aprendiste a cubrir así el balón?

Creo que lo aprendí porque me golpeaban demasiado, no sé si en Colombia, Abel me dijo, Abel Augusto Lobatón, el papá, él estaba en Pereira, no jugábamos juntos pero salía protegido. Antes no se usaba vendas, se usaban unas botas de esparadrapo... yo aprendí mucho de Abel, él siempre te tenía a un metro, El papá jugaba muy bien, y así fue aprendiendo. En Uruguay también me metieron patadas. Aprendí, empecé a levantar taquito, que se golpeen.

¿Qué técnico te hace debutar?

Yo tuve tres técnicos, el que me llevó fue Chiarella, tuve al profesor Saavedra, un tipazo, y ya comienzo a jugar con Marcos Calderón Medrano.

¿Qué anécdotas?

Marcos sí me ha hecho llorar. Me decía ‘oiga, usted cree que va jugar porque soy amigo de su padre’. Un día nos subió a Davir Zuluaga, a Hurtado. A su carro no subía a nadie, nos subió, nos llevó, se paró en una chicharronería y nos dijo que bajemos y que pidamos lo que quisiéramos. Nos mirábamos a ver si alguien había hecho algo, empezamos a darle, comimos y nos dijo ‘gracias, hasta luego’, no nos dijo nada. Jugábamos creo contra la U, míralo si no era callejero, inteligente. Llegamos al estadio, estábamos chambeando y nos dijo ‘espero que me paguen con goles esos camarones’. Sabía todo en el Callao. No nos pagaban, un mes, y él decía ‘primero ellos’, le preguntamos al hombre que pagaban y nos dijo que hace una semana le habían pagado.

El año 84 sales campeón con el Boys...

Desde ahí el Boys no campeona. Fue una experiencia maravillosa, espectacular, linda, un grupo de hermanos, los mayores siempre aconsejando a los menores. El hambre, la necesidad, las ganas, el deseo, yo disfrutaba, la pasaba bien en serio, yo amo este deporte, hasta el día de hoy sigue jugando.

Fuiste considerado el mejor de ese año

Me dieron el Chimpún de oro, estoy buscándolo hasta ahorita... jajaja... Salí jugador del año, me llevaron cargado desde el Estadio Nacional hasta el club, increíble, se iban cambiando de hombro... fue un campeonato maravilloso. Ganamos 4-0 el último partido, contra Huaral, fue maravilloso, era un equipo muy corto, muy humilde, pero jugábamos, al triplete del Estadio Nacional, la gente iba desde las 12 del día y salían a las 7 de la noche, ahí vendían frejol con seco... era accesible para todos jajaja... Cuando llegamos al Callao, imagínate, nosotros no terminábamos de despertar, era un sueño, de verdad. Teníamos una mixtura muy interesante, yo era el más chico de todos. El capitán era Pedro Requena Secada, estudió en mi colegio también, David estudió en el 2 de mayo. Jugaban y eran peleadores, me enseñaron demasiado.

‘Pato’ Cabanillas
‘Pato’ Cabanillas

Después te vas a Universitario...

Al año siguiente, se va Marcos Calderón, yo me voy con él, él llega y conmigo se va Víctor Hurtado y Pedro Requena. Ahí jugaban Ramón Quiroga, Chaveta, Leo Rojas, Freddy, que en paz descanse, ‘Chamuco’ Samuel, Raúl García, Fidel Suárez, El ‘Diablo’ Drago, el ‘Cholo’ Reyna, el Puma recién entrenaba, Chucho Torrealva, Eduardo Rey Muñoz, el ‘Loco’ Seminario, El ‘Cholo’ Juan Aurelio Martín Caballero Lora, era un equipazo, creo que hasta estaba Germán y el Ciego. Marcos Calderón me había visto toda mi vida entrenar con la camiseta afuera, pero llegando me golpeó, para imponer respeto, me dijo que me ponga la camiseta, que si creía que estaba en el Boys. Después me dijo ‘un poco de disciplina, sácatela después’. En el tópico era buenísimo, no voy a decir quién es, pero el doctor Alva le dijo, ‘esta semana lo tengo listo’ y Marcos dijo ‘no lo quiero todavía, dale quince días más’ y justo ese jugador entraba al tópico y dijo ‘lo quiero recuperado ya’ jajaja.

Luego te vas a Peñarol de Uruguay

Estuve en Peñarol, tuve una Copa de Oro con Roque Gastón Máspoli, que en paz descanse, un técnico maravilloso, un papá, yo lo conocí y en tan poco tiempo le agarré un cariño enorme. El tipo, cuando estabas concentrado, llegaba, te abrazada, te tapaba y te decía ‘mañana me salvas’. Yo escuchaba muchas cosas buenas de él. Yo tuve la oportunidad de jugar con Perdomo, con Alzamendi, que ha venido a Perú también, estuve con Herrera que jugó en Italia, Fernando Alvez, hace buen rato que no hablamos, pero lo compró Santa Fe a él y llegó a Colombia, era mundialista. Jugué también con Domínguez, con grandes jugadores del fútbol uruguayo... quisieron comprarme, pero muy caro...

No llegaron a comprar tu pase...

Yo pertenecía a Independiente de Santa Fe, hasta ahorita pertenezco. Yo viví tres años en Italia y me fui a probar a más de un equipo porque no podía jugar, mi pase era de Colombia, y de verdad te digo, humildemente, todos querían que yo juegue. Si no era Primera, era Internacional... hablaban con Santa Fe, les pedían un dineral... por lo que habían invertido. Yo no sabía que cuando yo paso de la U a Santa Fe, fueron momentos diferentes, no estuve enterado, no lo hablé, no lo dije porque no me gusta... pero yo me enteré, les dije ‘América me quiere comprar, que te paguen lo que tú has pagado por mí’ y me dijeron ‘no, no, por ti hemos pagado esta cantidad de dinero’, a mí me tocó más que la mira nomás... era chico, yo jugaba, me encantaba jugar y decía yo juego, pero una vez que me venden, ya nunca más. Hasta ahorita pertenezco a Santa Fe.

Regresas a Independiente

No, yo de Peñarol regreso a Lima y luego me voy a Wanderers... No, me voy a Santa Fe, de Santa Fe me voy a Walder, donde estaba Maño Ruiz, que en paz descanse, mi técnico, un tipazo, qué tal amigo, qué tal técnico, qué tal estudioso, qué bien llevaba al jugador. Yo tuve la oportunidad de jugar con dos compañeros en Wanderers que eran los brazos derechos del maestro Tabárez, de la selección uruguaya. Celso, el entrenador de arqueros y Mario Rebollo, que hasta el día de hoy hablo con él. Hacían todo porque el profe estaba un poquito complicado... feliz de haber trabajado con ellos, grandes técnicos han pasado por mi vida. Ahí estuve dos añitos lindos, el fútbol era diferente, mucha fortaleza, mucho golpe, mucho roce, mucho contacto, tenías que aprender sí o sí a protegerte, sino estarías lesionado todo el rato. No había VAR, solamente después del partido... jajaja

En Colombia jugabas con varias peruanos

No en el equipo, en el equipo estaba el ‘Cholo’ Caballero, estaba Uribe, el maestro César Cueto, La Rosa, el ‘Mango’ Olaechea, Franco Enrique Navarro, Eduardo Malásquez, Abel Lobatón, en un momento éramos 12 o 14 peruanos. Enfrentarse con Julio César era espectacular... lo quiero mucho, él sabe, es un personaje, tiene oído, canta.

Es un personaje...

Te voy a contar una, no de allá... me invitó a jugar fútbol tenis a su casa, fuimos. Él tenía un sapo para jugar en una esquinita, chocaba en el sapo y decía ‘siga’, chocaba a la pared, al poste y decía ‘siga’, tú crees que le podías ganar... yo le dije ‘vamos a traer a FIFA para que arbitre porque contigo no gana nadie’, no sales de ahí victorioso... sí me utilizó.

Nunca pudiste desligarte de ese equipo

Hasta el día de hoy, fue terrible, nunca supe que podía pasar eso, hoy ya hay cláusulas, ya no hay esa posiblidad de pertenecer de por vida a un equipo. Yo me voy después a Republicana, vuelvo al Boys... después de Huaral vuelvo al Boys con Amaral, estaba Pellejo Cordero, estaba Puchungo, Andrés Aurelio, Ricardo Lara, Vitito Reyes, Marco Antonio Charún, qué te puedo contar... era maravilloso, era para llorar, volví a mi club, fue lindo, fue de los pocos años que decidí jugar y de ahí ya, lo hacía porque era la institución que me dio la oportunidad, volver y estar con la gente que yo quiero y adoro. Estaba Don Beto Levy, él siempre nos juntaba, a Don Valeriano López, mi tío Barbadillo, él y yo.

Luego te vas a Guardia Republicana

Sí, jugué en Guardia Republicana. Ahí hice uno de los mejores goles de mi carrera, con el ‘Zorro’ Portilla, pero fui a celebrar y habían dos gatos en la tribuna. Estuve poco tiempo y de ahí ya decidí no jugar, es que venía arrastrando de más de cinco años el préstamo, yo pagaba mi préstamo, pero bueno, era chico, no sabía, fui con 20 años a Santa Fe, yo lo que quería era jugar, no medía las consecuencias... en esa época no había representantes, mi representante era un mecánico, tenía una factoría, le dijeron ‘cuánto quieres’ y les dijo ‘dos motores, un cilindro y un tanque de gasolina’. De los 90 para adelante cambió, ya no hablas, solo dices qué quieres. Me acuerdo que el año que salimos campeones todo el mundo me quería, pero me equivoqué, no medía las consecuencias.

Luego te vas a jugar a EE.UU.

Estados Unidos me dio la posibilidad de jugar en un torneo donde no necesitabas una carta pase. Jugué por Indianápolis y jugué en Baltimore, los torneos duraban seis meses y era diferente, porque el indoor soccer entrenas afuera en la cancha donde juega la NBA, donde jugaban jockey sobre hielo. Te daban un minuto para meterte puñete con alguien, te lo juro, así como el jockey sobre hielo. La cancha de la NBA la convierten en todo, espectacular, era maravilloso. Yo soy muy hincha de los ingleses porque les interesa mucho el ida y vuelta. La pasé bien, disfruté, era lindo pero igual llegó un momento que no sé si te cansas, pero los entrenamientos son muy fuertes.

Luego empieza tu nueva etapa como asistente de Chalaca González para los Bolivarianos 2001

Maravilloso, esa selección campeonó en los Bolivarianos, con Chalaca a la cabeza, estaban todos los chicos de 84, Paolo, Jefferson, Donny Neyra, el Mudo Rodrpiguez, Luchito Salhuana, Roberto Guizazola, Michael Guevara, Gianfranco Lavarte, Diego Penny, Éxar Rosales, Salomón Libman, el Zorrito Aguirre. Lo que pasa es que en esos Boliviarianos te podías reforzar con 83, y los que estaban era Juan Carlos Nakaya, el Zorrito Aguirre, Juan Comínguez... lo conocí chiquito, flaquito, 13 años. Siempre tengo contacto con ellos, los saludo cada vez que se puede, no puedo dejar afuera a Carlitos Fernandez, Reynaldo Cruzado. Extraordinario y Chalaca al frente, de punta para arriba, el mejor nueve de su equipo, pero la primera patada que me metía te daba en la yugular.

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