Mi gente de ‘La fe de Cuto’, les traigo una emotiva historia que estoy seguro les va allegar al corazón. Esta es la entrevista a corazpón abierto de Jhoel Herrera, quien cuenta detalles de cómo logró superarse y cumplir sus sueños y metas gracias al fútbol.

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En la entrevista, Jhoel Herrera relata cómo fue su dura infancia y cómo fue que logró cumplir su objetivo de ser futbolista profesional tras haber trabajado como estibador y haber limpiado nichos en cementerios.

Además, Jhoel Herrera nos cuenta cómo fue su paso por los principales equipos peruanos como Sporting Cristal, Alianza Lima y Universitarios, además de su paso por Polonia. Arrancamos, mi gente, no se olviden que la fe es lo más lindo de la vida.

¿De qué barrio eres?

Yo soy del Callao, chalaco de nacimiento. Nací en La Victoria pero nací y me vine porque mi papá, por el Seguro, nací ahí. Soy de familia chinchana.

¿Cómo fue tu infancia?

Como todo chico del Callao, en tiempos difíciles, en los que por ahí uno de chibolo tiene que aprender a sobrevivir en el barrio. Ahora le dicen bullying pero para nosotros era sobrevivir en la calle. Tuve una infancia dentro de todo agradable porque mis padres trataron de alejarme de todo lo malo, de las drogas, yo viví en un barrio donde la droga estaba a flor de piel, pero gracias a las enseñanzas de mi mamá y mi papá, mis hermanos y yo nos mantuvimos alejados. La infancia la sobrevivimos.

¿Cómo fue tu etapa en el colegio?

Muy buena, yo era muy bueno, aplicado en el colegio. En primaria sacaba diplomas, estaba en el primer lugar. Ya en secundaria, te voy a contar una anécdota. Llego al colegio, al Colegio Politécnico Nacional de Varones del Callao, para entrar tenías que pasar examen de admisión, yo era coquito, me preparé solo. Pude entrar al colegio en el puesto número 97 de 3000 vacantes, de 10 mil postulantes. La primera semana de nivelación me encuentro con otro de piel como nosotros, en el barrio tienes que defenderte sino la pasas mal, me quisieron agarrar de gil, yo era gil, pero me agarré a golpes, a Dios gracias le gané, desde ese día hasta 5 de secundaria me respetaban.

Una anécdota de chibolo...

En el fútbol. Cuando empecé a jugar fútbol, a los 18 años, no conocí división de menores, mi papá no me llevó. Yo me crié en la calle. Jugaba sin zapatos. Tengo otra anécdota, recordando tus zapatos, recuerdo la patada que me metiste cuando estaba en la U. Fue en un partido de práctica, yo guerreaba pero me botaste al suelo. Calladito tuve que levantarme. Eso me ayudó a mí a mejorar, no era una patada de mala leche, era una patada para que me enseñaras a que estaba en fútbol profesional y que se jugaba fuerte. Eso me ayudó en el carácter.

Jhoel Herrera en La Fe de Cuto
Jhoel Herrera en La Fe de Cuto

La anécdota de chibolo era que como jugaba sin zapatos, estaba corriendo y viene un amigo que tenía zapatillas, los dos pateamos la pelota y mi dedo quedó colgando, el meñique, me hizo ver a todos los apóstoles, pero así se juega en la calle. Y hasta el día de hoy tengo ese dedo roto, no se pegó más, así he jugado, nunca me ha molestado, pero cuando me jalas el dedo, el dedo se sale.

Tú empiezas a jugar a los 18 años...

A los 18 años que me llaman para jugar, yo jugaba en un torneo en el Callao, solo podían jugar la gente de Puno, imagínate yo pasar como puneño... no sé cómo hicieron pero aparecí jugando en el Huairapata B. Con mi amigo Koki jugábamos ahí, me vio condiciones y me invitó a la liga de primera división de Ventanilla. Ahí comienzo con mis primeros pasos en el fútbol amateur.

¿Empiezas como delantero?

Todos los entrenadores dicen, el más rápido tiene que ir arriba para que haga goles, pero a mí me tenían que poner tres arcos para hacer goles, parecía que jugaba carnavales porque tenía la mecha mojada todo el tiempo, no le hacía goles a nadie. Empecé como delantero pero la velocidad me hizo hacer algunos goles y eso hizo que después me invitaran para formar parte de Maguas. Previo a eso, mi mamá me dice ‘Joel, ya tienes 18 años, qué esperas, en la casa no hay, hay que comer’. Tuve que dejar el fútbol amateur para ponerme a trabajar en una empresa donde trabajaba mi papá. Yo comencé a trabajar como estibador.

¿Cómo estibador?

Durísimo, carne congelada, tenías que apilar las cajas de carne con botas, tenías que ponerte plástico en los pies, era como estar en Alaska, pero ahí empecé a trabajar. Converso con los dueños y les digo que quiero estudiar, y como era refrigeración industrial, yo quería ser ingeniero en refrigeración industrial, me dijeron que ya. Yo quería estudiar en un instituto en el Centro de Lima, me pagaron los estudios, me dejan salir antes. El primer día salí 2 de la mañana.

¿Cuánto tiempo duraste ahí?

Duré así como medio año. Mi papá me apoyó bastante.Comencé a estudiar y después a los dueños tuve que decirles. Me empezaron a llamar, como había dejado una buena impresión en la liga, querían que vaya para que pruebe yo con ‘Hijos de Yurimaguas’, me llaman para ir a la prueba. Yo voy a la prueba y en el trabajo dije que fue al seguro porque me dolía la muela. A Dios gracias en esa prueba hice dos goles y me dijeron para quedarme. Yo decía ‘cómo le digo a mi papá’, en esos tiempos no había mucha plata pero si te daban estabilidad laboral, te ponían en planilla, pero mi mamá quería que trabaje. Hablé con mi papá, que fue presidente de una liga de fútbol en el Callao, y le conté. Mi papá me apoyó, que en paz descanse, me dijo unas sabias palabras, ‘hijito, lo que tú decidas yo te voy a apoyar, anda a jugar fútbol, yo te voy a apoyar’. Yo no lo podía decepcionar, no tenía espacio al error, no podía irme de juerga, llegar tarde a un entrenamiento, no quería decepcionar a mi papá. Otra cosa, cuando estudiaba, yo repetí un año en el politécnico por jugar fútbol, en esa época había el san martincito, mi mamá lo tenía colgadito, nosotros lo tirábamos al techo pero siempre tenía otro. Mi papá me dice ‘hijo, anda, que te den tus notas, pase lo que pase, ven a la casa que acá voy a estar yo’. Repetí del año, voy a mi casa y mi papá le dijo a mi mamá ‘deja tranquilo al muchacho’. Más que la corregida era mi dolor, yo era bueno en el colegio pero me dediqué al fútbol, era complicado. Yo estaba indignado, tanto así que cuando vuelvo a hacer primero de secundaria no saqué un solo rojo en la libreta hasta que terminé.

¿Cómo retomas otra vez tu carrera?

Hablo con los dueños de la empresa para decirles que quería jugar futbol. Me dijo ‘ok, juega al fútbol’ y se fue en su carro, me dejó con la palabra en la boca. Me voy a Yurimaguas, hago una buena campaña, meto dos goles al Cristal B y Cristal B me invita a entrenar en la Florida, eso por octubre del 2000. Voy a la Florida y ya son partidos entre Cristal B contra el primer equipo del Cristal y contra Unión Minas que participaba en la profesional en ese tiempo. Tú veías a ese negrito en los partidos de práctica con hambre... en esa época era más rápido, no tenía freno. Tanto así que jugué de delantero un poquito porque lo lesiono a Leao Butrón por tener ese ímpetu de ir siempre veloz, lo lesiono en su dedo y lo habían convocado a la selección...

Jhoel Herrera en La Fe de Cuto
Jhoel Herrera en La Fe de Cuto

Me enfrento a Cristal B, de invitado, a prueba y me va bien, empiezo a correr, en Unión Minas también corría, me pateaban y yo me volví a parar, en la cabeza tenía las palabas de mi papá, en cada jugada. Terminaba el entrenamiento y yo me quedaba entrenando, todos se iban y yo me quedaba. A lo lejos veía a un señor sin polo, con sus lentes, lo miraba, yo no conocía mucho a la gente. Me llama Daniel Iturrizaga, presidente de Yurimaguas, va a la Florida el día crucial para ver si me quedaba, va, conversa con la gente a ver si me podía quedar en Cristal B. Yo no pude entrenar ese día, tenía las mariposas en el estómago, yo creo que era la única oportunidad que tenía. Llega el señor Iturrizaga, llegó yo, nos encontramos y me dice ‘Joel vámonos, no te quieren’. Sentí un frío, me agaché, así como cuando te desmoronas, vi pasar toda mi vida, levanto la cara y el señor se estaba riendo y me dice ‘tranquilo, te vas a quedar acá’. Me dio ganas de meterle un matamoscas, estaba jugando con mis sueños. Yo pensé que me quedaba para Cristal B y me dijo ‘no, vas a firmar contrato profesional’, imagínate, yo pensé que iba ser el suplente del suplente del suplente en Cristal B. Qué sudecía, que el señor que me estaba viendo entrenar a lo lejos era el entrenador del equipo de primera división de Cristal, Juan Carlos Oblitas, el Ciego me vio.

Y tu mamá, ¿qué te decía?

Yo dejé el trabajo para irme a jugar a Yurimaguas, ahí me pagaban con dos panes con chancay, no había nada. Mi mamá renegaba. Ese día que iba firmar contrato llego a la Florida con 50 céntimos en el bolsillo, yo no sabía nada de contratos. Estaba Chiqui y me dice ‘vamos al banco’. Firmo mi contrato y me dice ‘ya la plata está en tu cuenta, ya te hicieron el depósito’ y yo ‘¿cuenta? ¿depósito?’ y me dice que tenía en mi cuenta 2000 dólares, los ojos se me abrieron, era 22 de diciembre, había pasado Navidades hasta el queso con mi familia, sin una cena decente. Me dijo, ‘cuánto quieres retirar’ y dije 6 mil soles, era mi plata, no sabía, yo pensé que le estaba robando al banco. Me dan la plata y yo salí sin saber qué hacer. Cuando estás con plata piensas que todo el mundo te va robar. Salgo, veo un taxi y me voy. Estaba contento, iba poder pasar una Navidad contenta con mi familia. Llego a la casa y le digo a mi mamá, que siempre paraba enojada, le dije que veía de entrenar y le recordé que siempre me decía ‘qué te va a dar el fútbol’ y le dije, ‘mamá, esto me ha dado el fútbol’ y le di la plata, me dijo ‘de dónde te has robado esto’ y le dije ‘no ma, he firmado un contrato con Cristal y me han adelantado esta platita’. Le compré ropa a mis hermanos y ropa para mí porque luego venía lo más difícil, ir a Sporting Cristal... la ropa que yo tenía... ni perfume, limoncito nomás.

Tienes un cuadro que escribiste... cuenta la historia

Unas palabras medio cursis, yo habré tenido 17 años cuando las cosas en la casa estaban complicadas, yo he lavado carros, limpiaba nichos en el cementerio, hacía de todo, reciclaba para poder conseguir un poco de sencillo y ayudar a la familia. En una de esas, escribí en un almanaque esto: “Solo sé que nadie me entiende y parece que viviera solo, pero yo amo a todos y quisiera poder ayudar a mi familia, pero ellos no me entienden y yo lucho jugando al fútbol. Ahora no puedo ayudarlos pero mañana si Dios quiere lo haré y callaré algunas bocas que no confían en mí. O ayudo a mi familia o muero en el intento”. Mi papá lo guardó y lo puso en este cuadrito, que él mismo hizo, lo puso en la casa. Pasa el tiempo y mira lo que es la vida, las palabras se hicieron realidad, pude ayudar a mi familia gracias al fútbol.

En mi barrio habían 100 futbolistas, todos buenos, yo era el último pero las palabras de mi papá me quedaron, tenía disciplina, me acostaba temprano, entrenaba, era malo con los pies, no podía dar dos pases seguidos pero era muy disciplinado, me esforzaba, practicaba mucho, no probaba alcohol y a Dios gracias todo eso dio sus frutos con el tiempo, es la clave.

¿Cómo fue ese primer entrenamiento? ¿Cómo te sentiste al entrar al camerino?

Fue un momento con emociones encontradas, felicidad, angustia, preocupación, miedo, todo tenía. Entrar al camerino de Jorge Soto, Jean Ferrari, el Chino Huamán, Miguel Miranda, Frank Rojas, puro pesos pesados yo todo zambito... entro y en Cristal lo bueno es que te dan tu bandeja... Como anécdota, cuando yo llegué a Cristal fallece Gallardo, justo ese mismo día. Yo llegué y había movimiento, había fallecido uno de los grandes. Entro al camerino, me senté, comencé a cambiarme pero empezó a pasar una cosa y otra cosa... yo no sabía qué hacer... no tenía vendas, no sabía si ponerme canilleras. El primer entrenamiento fue desastrozo, la pelota se me iba para el otro lado. Yo me imagino que los dueños del Cristal habrán dicho ‘a quién hemos traído’. Fue terrible pero empecé... yo era goleador de jueves en Cristal, todos los jueves en los partidos de práctica hacía gol, pero los partidos oficiales no me fue tan bien de delantero. La chacota que me hacían en las concentraciones, yo concetré con Martín Hidalgo, hotel El Golf en Trujillo... yo dije ‘qué es esto’, en mi cama dormíamos con mis cuatro hermanos. La verdad me hizo ver un mundo totalmente diferente. En mi casa para comer el almuerzo con cuchara y plato hondo, para el segundo, la sopa, el té, todo en un solo plato. Ahora llegaba y vi plato hondo, plato plano, cucharita, tenedor. Yo agarré el plato hondo y me serví mi segundo, apareció Maní Marengo y me dice ‘oe morocho, qué estás haciendo, ¿estás con hambre? ese plato es para la sopa, para el segundo es este’, pero ya para la próxima, ya estaba servido. Agarré la cuchara y me dijo que con tenedor.

Jhoel Herrera en La Fe de Cuto
Jhoel Herrera en La Fe de Cuto

¿Tu primera concetración con quién te tocó?

Con Martín Hidalgo. Yo me imagino que él escogió concentrar conmigo. Yo era el último, la última rueda del coche. Yo en mi cama de dos plazas para mí solo, almohada suavecita, televisión con 80 canales y control, en mi casa cambiabas con alicate. Tenía a Martín Hidalgo al costado, comencé a cambiar y le digo ‘¿desea cambiar?’ y me dice ‘sigue tú’, pero ya sabes que cuando te dicen ‘sigue tú’ es porque qué haces con el control y se lo di. Yo no hablaba casi nada, él me preguntaba y yo respondía ‘sí, no, tal vez’, yo creo que se aburrió, no tenía tema de conversación.

¿Cómo fue tu debut en la profesional con Cristal?

Hay dos partes de ese debut. Cuando era chibolo, en el Callao, el estadio Miguel Grau, en esa época estaba abandonado, era un pozo prácticamente, con mis amigos del barrio íbamos a corretear. Yo era un soñador, yo decía ‘en este estadio yo voy a debutar en la profesional’, mis amigos se reían porque ni sabía jugar pelota pero tenía eso en la cabeza. Cómo es la vida que yo debuto en la profesional, Cristal vs. Boys en el Miguel Grau, ahí debuté. A mí me decían que era el sucesor del Cóndor Mendoza. Antes de eso, la primera vez que voy hacerme los exámenes médicos. Yo llego, entro primerito, pasé los exámenes y salgo, cuando salgo me topé con la prensa, todos con las cámaras encima mío. Me empezaron a preguntar y yo ‘si, agradecido’, no sabía ni qué decir. Me hicieron una pregunta con una palabra que ese día me hicieron dar ganas de estudiar más, yo era bueno en el colegio pero no me sabía desenvolver hablando. Me preguntaron ‘¿tú crees que ha sido vertiginosa tu llegada al Cristal?’, dije sí y me fui, como Mosquera. Después fui a mi casa y busqué en el diccionario. Yo viajaba con mi diccionario para culturizarme.

De ahí sigue tu carrera en Bolognesi en 2002 y 2003...

Sí, mi primera experiencia en el extranjero, para mí era el extranjero porque yo a las justas conocía Chincha. Era la primera vez que salía a provincia, la primera vez que salía a jugar y a vivir, con Cristal ya había salido, el primer viaje que tuve fue a Brasil. Me fui a Bolognesi de Tacna, mi papá se puso triste, mi mamá era un poco más dura. Fui con el profesor Plácido, un entrenador argentino, de ahí vino Mosquera. TEngo una anécdota con el profe, tú sabes que para llegar al entrenamiento tienes que ser puntual, era doble horario y me quedé jato. Regreso y el profe Mosquera me dice ‘qué pasó’ y le dije que me había quedado dormido, me dijo ‘bueno, vaya a seguir durmiendo’, me botó del entrenamiento... pero le tengo mucho respeto, me enseñó, desde ese día nunca más volví a llegar tarde al entrenamiento. Él también me enseñó a patear con la derecha, con la izquierda, yo no tenía menores, no sabía muchas cosas, en la profesional recién aprendí.

Luego te vas a Unión Huaral, ahí nos enfrentamos...

Claro, con la U. Yo salgo de Cristal porque me prestan y de ahí ya no me renuevan el contrato. En Bolognesi de Tacna tampoco me va muy bien. Salgo de Bolognesi y no sabía qué hacer, pero aparece Unión Huaral con los hermanos Reyes, Jorge es mi compadre espiritual, ellos me ayudan a llegar a Unión Huaral. A Jorge yo conozco porque estaba también en Cristal B. Llegó a Unión Huaral, las cosas no estaban muy bien para mí. Tuve un entrenador, Franco Navarro. En los partidos gritaba bastante, yo llegaba a mi casa y mi mamá me decía ‘quién es ese señor que te para gritando’. No me estaba yendo bien y el profe me gritaba bastante. Yo no tenía base y el profe no estaba para enseñar en esa etapa. Después me decía, ‘tengo tu cara en mi hígado’. Luego se va Franco, creo que estaba en la lista negra, y aparece Rafo Castillo. Rafo habla conmigo, también habló conmigo Arturo Sánchez, presidente del Unión Huaral, él me dijo ‘tu problema es mental, tú piensas mucho, te voy hacer un contrato de dos años para solo te dediques a jugar fútbol y no pienses en otra cosa, que si vas a renovar... me empezó a dar algunas pautas y Rafo me pone de lateral izquierdo, yo decía ‘¿por qué?’ y es que en ese tiempo íbamos a jugar con Bolognesi de Tacna e íbamos a jugar con Junior Ross, que estaba en su mejor momento, rapidísimo. El profe me dijo que solo lo siga, mosca el profe, veloz con veloz nos metimos una pelea que le gané todas y lo pude reducir y pudimos ganar el partido. Ahí empecé, después me mandaron a la derecha, comencé a crecer, empecé a entender mejor el puesto, a parar mejor la pelota, empecé a jugar y tuve buenos partidos con la U, con Magallanes en el equipo, con el Chino Ibarra, Marquiño de delantero, la Pinza Hernández. Nosotros quedamos terceros en el torneo. En esos partido la U ve algo en el zambito y hablan con Arturo Sánchez para llevar a la Pinza Hernández, Magallanes y yo, así fue, eso fue finales de 2005. Viene Arturo Sánchez y me dice que todavía tenía que quedarme un poco más porque todavía estaba un poco verde y me dice ‘quédate’ yo le dije ‘don Arturo, si usted me dice que me quede, yo me quedo’. Me quedo seis meses más y la sigo rompiendo y a mitad del año 2006 me llaman de la U de nuevo, ya a mí solo y me venden a la U, así llego a Universitario.

Jhoel Herrera en 2006, en Universitario de Deportes. 
FOTO: ROLLY REYNA / EL COMERCIO
Jhoel Herrera en 2006, en Universitario de Deportes. FOTO: ROLLY REYNA / EL COMERCIO

¿Cómo fue que llegaste a la U?

Mi papá, hincha de la U toda la vida, mi hermana también es hincha... llego a la U emocionado porque empecé a jugar en el equipo del que soy hincha. Me lesiono la rodilla justo antes de un clásico. Me recupero justo para otro clásico y puedo jugar. Pero antes de eso pasa un evento, el señor Luis Alberto Guadalupe me ayuda mucho a poder soportar la presión de un equipo grande. Estaba jugando un partido contra Cienciano en el Monumental y no me salía nada, en una de esas caigo porque perdí la pelota, me tiro solo y siento que alguien viene corriendo y me dice ‘¿cuál es tu fuerte? ¿qué es lo que sabes? ¿por qué la tiras larga?’. Me paro y la siguiente jugada, parece de película, la pido larga, voy, paso viene Arboleda de Cienciano, lo engancho, entro en diagonal al arco y él por quererme agarrar me hace fault y penal. La gente comenzó a gritar, eso me llenó de alegría. A partir de ese momento me empezó a ir bien en el partido, ganamos 3-0, ahí empecé a sentir lo que es jugar en un equipo grande. Uno de los mejores goles de mi carrera fue en la U.

En el 2007 te vas a Alianza...

He jugado en los tres equipos grandes. Yo me hubiera querido quedar en la U toda la vida pero bueno, llegó fin de año, conversé con Alfredo González, parece que no me querían, no hubo una negociación y aparece Alianza, voy a Alianza con todo el temor porque era el clásico rival. Ni bien llego a Alianza, el Comando Sur me recibe y me dicen ‘acá tienes que romperla, porque nosotros sabemos de dónde vienes’, fueron respetuosos por esa parte, me recibieron bien. Yo siempre he sido un futbolista profesional, traté hacer el mejor trabajo, el mejor esfuerzo con cada camiseta.

¿Cómo fue ese camerino de Alianza?

Complicado ese camerino, estaban varios pesos pesados, yo jugué con Johnnier Montaño, Cafu Salazar, Flavio Maestri. A mí no me fue muy bien, yo seguía dando buenos chispazos y me llaman para irme a jugar al extranjero, a Polonia. Pero previo a eso, mi empresario me dice que había una oportunidad... con Alianza jugué Copa Libertadores, con la U también y jugamos contra el Sao Paulo de Brasil y les gustó cómo jugué. Me arrepiento de perder esa oportunidad... parece que mi empresario ya tenía un acuerdo en Polonia y yo, mi sueño era ser futbolista profesional, cruzar el charco y llegar a la selección, se me presentó la oportunidad de irme a Europa y me fui. Las cosas no me salieron bien

¿Cómo te fue en Polonia?

Durísimo, mucho frío, pero al principio bien, me fue bien, aprendí inglés, aprendí un poco de polaco. Estuve con Wally Sánchez, lo quiero muchísimo, he pasado unas anécdotas con él allá. Ir a comprar al supermercado, íbamos con Wally, él no hablaba ni inglés, ni polaco, ni español creo... jajaja. Recuerdo que íbamos a preguntar, queríamos pollo, aleteábamos para que nos entendieran. Allá los taxis son de Mercedes Benz para arriba, el tío bullero nos llevaba, no nos entendíamos mucho porque él no hablaba inglés y yo no hablaba muy fluido el polaco.

Jhoel Herrera en 2008, en Alianza Lima. 
FOTO: ERNESTO ARIAS / EL COMERCIO.
Jhoel Herrera en 2008, en Alianza Lima. FOTO: ERNESTO ARIAS / EL COMERCIO.

Luego regresas a Alianza...

Vuelvo a Alianza a jugar Copa Libertadores porque allá las cosas no me fueron bien. En Alianza no estaba bien el equipo tampoco, no hizo buena campaña, y luego vuelvo a Polonia, yo tenía contrato dos años, el equipo me prestó a Alianza y luego tuve que volver. No me fue bien, hay cosas que yo acepto pero el entrenador no ayudó tampoco, me cambiaba de posición a cada rato.

¿Cómo fue tu beso con Waldir?

Ese fue un partido contra Alianza y estaba marcando a Waldir y en una de esas Waly gira, me quedo así y nos metemos un piquito, estaba carnosito. Seguimos corriendo nomás, él no sé si se debe acordar, no creo, pero yo sí, es Waldir Sáenz.

En 2009 te vas a Cienciano

Vuelvo de Polonia, me llaman para ir a Cienciano. Me fue bastante bien, comencé a recuperar los pasos perdidos. Teníamos buen equipo, fue mi primera experiencia en Cusco. Mi primera experiencia en altura fue en Bolognesi de Tacna, cuando jugué en Huancayo, era suplente. Yo era bien rápido y yo entro en el minuto 87, minuto 89 salí. Le metí dos o tres piques y como pollo, enterrado en el charco, me tuvo que sacar el profe

En el 2011 llegas al Juan Aurich

Fue un momento duro, económicamente fue más duro. Yo había ido a Polonia, había hecho un buen colchón, pero no me pagaban como 8 meses, fue un tiempo durísimo pero pude recobrar el aliento. Encima con descenso, tú sabes que cuando acaba la temporada y no te fue bien, es difícil... y aparece el Aurich de Chiclayo, chapé lo que me dieron y fui con el señor Edwin Oviedo, me recibió muy bien, fue el mejor equipo que tuvo Juan Aurich en su historia.

Llegas a Garcilazo en 2012 y te quedas hasta el 2017

Cuando estoy en el Aurich juego partidos, como 8 o 10, no muchos, pero puse mi cuota. Yo tenía dos años de contrato pero yo quería jugar... Ahí aparece el Real Garcilazo, era una plaza que ya conocía por Cusco, pero no sabía nada del equipo... pude hacer una carrera de 7 años como futbolista profesional con ellos. Yo llegué primero, luego tú. Jugamos dos finales, yo jugué una más pero pudimos tener esa gran campaña histórica en el fútbol peruano, pudimos llegar a cuartos de final en Copa Libertadores, lo que muy pocos han logrado.

¿De esos años qué se te viene a la mente de recuerdos?

Varias anécdotas pero una de las que tuve fue cuando en ese año me convocan a selección, me convoca Markarián para jugar Eliminatorias para Brasil 2014, nos fue bien, pero me rompo el hombro en un partido contra Venezuela. Un periodista comentó que yo me había hecho el lesionado, me dolió en el alma. Se me desgarraron los dos ligamentos, los tenía colgados. Regreso a Cusco lesionado, me recupero y llego para jugar la final con la U. Una de las anécdotas que tengo de ese partido con Garcilazo fue que llega la tanda de penales... llega el momento de elegir, yo nunca en mi carrera he pateado un penal, no es que haya dicho que no, pero no me escogieron...

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