Cuto Guadalupe recuerda su infancia e inicios en el fútbol en Argentina y Europa: “Llorando de emoción”

Mis queridos seguidores, como cada semana, siempre agradecido con Dios por permitirme seguir con ustedes compartiendo mis historias de la vida. Gracias por serguir las diversas entrevistas de mi programa, como la de los hermanos Jhoel y Fabiola Herrera, una linda historia que merece ser conocida por el mundo y que servirá de ejemplo para la juventud. Ahora se viene la entrevista con una leyenda viviente del fútbol peruano como lo es Roberto ‘Chorrillano’ Palacios. Imperdible.

LLORÉ DE EMOCIÓN

Hace unas semanas me escribió mi promoción del Cantolao Giorgio Guazzotti. El ‘colorao’ me dijo que sus padres querían ir al Restaurante Cuto 16 para almorzar y de paso visitarme ya que hace años no los veía. Y cuando digo hace años estoy hablando de, al menos unos 35 años. Una vez que él me confirmó su asistencia, no voy a negar que me emocioné mucho ya que ello iba a significar como ingresar a una especie de un túnel que me llevaría a recodar mis primeros viajes por Sudamérica y Europa, cuando apenas era un niño.

Efectivamente, la cita se dio, el sábado 27 de enero en el salón Vip del Restaurante Cuto 16. Yo esperaba la presencia de mi tía Rosa Elena Couto y de mi tío Adriano Guazzotti, padres de Giorgio. Con ellos iba a ingresar a hurgar en mis recuerdos, y eso, me ponía nostálgico. Esa sensación me embargaba más todavía mientras que esperaba en mi habitación la confirmación de su presencia en mi local.

La familia Guazzotti Couto tienen una famosa panadería en Lince, Pastelería Belgravia, en el mismo corazón del distrito, muy cerquita de Risso y a la que en algunas oportunidades había pasado por ese lugar y que, a la volada, los había saludado luego de degustar algunos de sus manjares. Pero ahora sería diferente, ambos habíamos reservado la cita para recordar aquellos pasos de nuestra infancia.

RECORDAR ES VOLVER A VIVIR

Estar frente a Rosa Elena Couto y Adriano Guazzotti fue para mí transportarme literalmente al año 1987, cuando apenas tenía 10 años de edad. Este hombre de 1.96 cm, de figura fuerte y apariencia robusta se conmueve al verlos y a la vez recordar esa faceta de su vida y no dudo que mi esencia sigue intacta, a pesar de los años.

Luego de saludarnos, la familia Guazzotti Couto pide su carapulcra con sopa seca para probar el plato bandera de la casa y también su ceviche para complementar. Mientras llegan los pedidos comenzamos nuestra charla, al mismo tiempo que me van sacando un puñado de fotos inéditas que me ayudaban a refrescar la memoria sobre los viajes al Viejo Continente. En ese momento, yo ya estaba llorando de emoción, conmovido al máximo con tamaños recuerdos.

Conforme avanzó la conversación la señora Rosa Elena me hizo recordar que yo solía llorar mucho, extrañaba mucho a mi mamá Prince. Efectivamente, con 10 años era el último de los hermanos, nunca me había separado de mi mamá María. Era un niño alto, el más alto de todo el grupo, pero lloraba con facilidad porque añoraba la presencia de mi madre.

El primer viaje que recordamos fue aquella aventura que hicimos hacia Argentina, exactamente hacia la ciudad de Paraná de Entre Ríos. Fue mi primer viaje. De aquel viaje hubo algo que había estado guardado celosamente por muchos años. Ella me hizo recodar que cuando estuvimos en Argentina yo tenía mucho miedo de dormir en el hotel, en la que estábamos alojados toda la delegación. Entonces, ella, como toda una madre abnegada, me llevó a compartir la habitación de su familia y así calmar mis miedos y mi llanto. Cómo olvidar el terror que le tenía a ese hotel. Parece que esa situación hubiera sucedido ayer.

EL VIEJO CONTINENTE

La charla se hizo más fluida y recordamos ese viaje por Europa por 45 días. En el año 1988, con apenas 11 años, me alejé de mi familia para ir en una gira con Cantolao por mes y medio para jugar en países como Austria, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega y Holanda. Nuestra promoción compuesta por 16 jugadores, 8 del Callao y 8 de Lima, participó en seis campeonatos, jugamos alrededor de 37 partidos y logramos ganar dos copas. Sin duda que para mí fueron los años maravillosos.

En Suecia pasó algo que me marcaría toda mi vida. Estaba en el parque de diversiones y había una Montaña Rusa a la cual me había subido junto con mi compadre Miguel ‘Conejo’ Rebosio y toda la delegación. Cuando el aparato se echó a andar la gente no me veía. Había desaparecido del mapa. Sucede que estaba desmayado. Tuvieron que rescatarme. Nunca más me volví a subir a esos juegos de altura o diversión. Fue santo remedio.

El año 1988 Holanda acababa de ser campeón de la Eurocopa y estaba de moda los gorros del famoso jugador Ruud Gullit que jugaba de media punta o delantero y que tenía una cabellera muy especial. Por ese motivo se puso de moda, por esos lares, unos gorros con la cabellera de Gullit la cual me regalaron y yo lo lucía por todos lados.

También recordamos que para ese viaje llevamos muchos chullos que fue la atracción para los europeos. Fue tanta la sensación que nos pagaban entre 15 o 20 dólares por cada chullo y acá nos había costado unos 5 soles cada uno.

Mientras sigue la conversación, repaso cada foto y con ello cada momento de mi niñez. Son años que no volverán, pero que fueron maravillosos y mejor volverlos a recordar con ellos. Gracias familia Guazzotti Couto por la visita, sobre todo, por compartir esos recuerdos sobre mi vida, esos primeros pasos en el fútbol.

Nos leemos el próximo lunes.