Por Carlos Bernuy


En la vida como en el fútbol, puedes pasar del cielo al infierno en un tiempo demasiado corto. Un día eres campeón y meses después aquel . La clave está en el centro, en esos pasos que se dan antes de iniciar otra pelea. fue campeón nacional 2017, pero en el 2018 subió al ring más flaco, con guantes viejos, sin protector bucal y mirada perdida.

está casi fuera de la Copa Libertadores y apenas ganó dos partidos en casa, en la liga local, por ser un equipo limitado, sin ideas y con más fallas defensivas que el año pasado. Con la salida de Luis Aguiar se perdió gol y carácter, con el adiós de Germán Pacheco se mató a una alternativa de cambio madura y- cuesta reconocerlo - se extraña a Lionard Pajoy porque los delanteros de hoy ofenden la historia del club victoriano.

Eso es Alianza Lima, una evocación al pasado por un presente horrible. Como lateral derecho Luis Garro hace que la gente pida el regreso del veterano Paolo de la Haza, mientras por izquierda Alexis Cossio (hoy en Garcilaso) parece crack al lado de Francisco Duclós o José Guidino. ¿Bajo qué criterio se trajeron a los refuerzos? ¿Quiénes vieron jugar a Maximiliano Lemos? ¿Acaso Janio Pósito o Mario Velarde no son elementos para equipos que pelean el descenso? Alianza Lima es grande, no un equipo de Copa Perú.

La gerencia deportiva y el técnico Pablo Bengoechea son los , porque estos no obligan a que los fichen. Con el sueldo de tres de ellos ¿no se pudo traer, al menos, a un futbolista medianamente bueno?. Ahora, el trabajo de Bengoechea también aparece muy limitado. El equipo solo ha mostrado una jugada trabajada en el año - el segundo gol en el clásico- y se la pasa metiendo centros. Además, el DT improvisa volantes como laterales, no estudia a los rivales (ante Junior, nadie tomó a Yimmi Chará y les dio un baile) y no propone soluciones.

Si la misión era pagar la deuda de la Sunat, es mejor poner juveniles que pagar miles de dólares a un jugador como Gabriel Leyes que debió irse en diciembre del 2017 con la gloria tras los dos goles del título. Pero se quedó y partido a partido hace méritos para que lo insulten. Alianza Lima da la impresión de ser una beneficencia que paga a futbolistas sin nivel, jugadores que se la pasan lesionados por meses y directivos con criterio extraviado. 

A este paso, el hincha un día despertará y quizás le digan que el campeonato del 2017 fue solo un sueño. Y se lo va a creer. 

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