El ‘Johan Cruyff Arena’ podría tranquilamente ser un hotel 5 estrellas o un club de lujo para millonarios. Con un boulevard lleno de tiendas y locales de comida entre la estación y el recinto deportivo, nuestra llegada a la casa del Ajax nos dejó impresionados.
El estadio cuenta con anfitrionas en cada nivel, escaleras mecánicas en todos los pisos, restaurantes y salas de descanso. El escenario cumple con todos los requisitos de la UEFA para ser considerado en la categoría de élite.
Por ello ha sido sede de finales de Champions y Europa League. En este exquisito complejo, Perú fue el invitado de honor y estuvo cerca de arruinar la fiesta de Wesley Sneijder. Pero de eso hablemos mejor en la crónica del partido. Ahora conversemos de esa sensación indescriptible que le recorre a uno el cuerpo cuando escucha su himno.
Este coloso casi perfecto se sacudió cuando sonaron sus notas sagradas y vivió una fiesta que seguro nunca vio, ni cuando el Ajax sale campeón. Quizá no igualemos esa intensidad, pero el sabor es distinto. Los holandeses, incluso aquellos que se enamoraron de un peruano o peruana, quedaron impresionados con la pasión blanquirroja, por algo nominada como la mejor afición por parte de la FIFA.
Vinieron desde Italia, Suecia, Alemania, Suiza, Bélgica, todo por sentir nuevamente cerca su tierra. El partido no se ganó, pero ellos celebraron igual y por la noche tomaron por asalto el Barrio Rojo. Ahora toca hacer maletas con ellos y partir hacia Alemania. La ruta sigue y aunque extraño a los míos que esperan en casa, no puedo sentirme nunca solo con esta gente, a miles de kilómetros del hogar.
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