Renato Tapia no tuvo un día fácil el sábado 12 de abril. Su equipo, el Leganés, cayó 1-0 ante el Barcelona en casa, en un partido que deja al club madrileño en la zona roja de la tabla, complicando seriamente sus opciones de permanencia en LaLiga.
El único gol del encuentro fue un autogol del defensor Jorge Sáenz al inicio del segundo tiempo, un golpe duro para los ‘pepineros’ que, pese a las ocasiones generadas, no pudieron igualar el marcador.
Tras el pitazo final, Tapia enfrentó las cámaras de DAZN con evidente frustración. “Hicimos un gran partido. Tuvimos chances claras en ambos tiempos, pero nos vamos con las manos vacías. Es una sensación horrible”, expresó el mediocampista peruano, visiblemente afectado.
El exjugador del Celta destacó el esfuerzo colectivo de su equipo y el compromiso mostrado frente a uno de los clubes más poderosos del torneo. “El sacrificio fue brutal. Los muchachos se brindaron al máximo, pero no alcanzó”, añadió.
Más allá de la derrota, Tapia dejó en claro que Leganés no será un rival fácil para quienes busquen puntos en su estadio. Con tono desafiante y lleno de convicción, el también capitán de la selección peruana dejó un mensaje directo:
“A partir de ahora, seguro que desde hace mucho, esto es a matar, a dejar la integridad, porque este club se lo merece. El que crea que puede venir acá y jugar bonito, verá que no. Esto es sangre, porque no hay otra. Se puede, como dice la grada. Y hoy lo hemos demostrado. Lo importante ahora es sostener esta imagen”, sentenció.
Con estas palabras, Tapia mostró el temple con el que enfrentará lo que queda de temporada, donde cada punto será vital en la lucha por no descender.
Leganés marcha en la penúltima posición de LaLiga con 28 puntos y apenas siete fechas por disputar. En el horizonte tiene partidos clave, varios de ellos frente a rivales directos por la permanencia.
Estos son los próximos encuentros que marcarán el destino del club madrileño:
Con un calendario complicado y sin margen de error, Tapia y compañía saben que solo hay una consigna: dejar la vida en la cancha para salvar la categoría.
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