
El Monumental no terminaba de acomodarse para vivir una noche de Copa Libertadores cuando el silencio cayó como un balde de agua fría. Apenas iban seis minutos de juego y Palmeiras ya festejaba.
Una corrida peligrosa de Vitor Roque encendió las alarmas en la defensa de Universitario. Matías Di Benedetto lo cruzó en el área y el árbitro no dudó un segundo: penal para el ‘Verdao’.

El capitán Gustavo Gómez tomó la pelota con la frialdad de un veterano de mil batallas. Miró a Sebastián Britos, eligió el palo y definió sin titubeos para el 1-0 visitante. La hinchada brasileña, en una esquina del coloso de Ate, estalló en euforia.
El golpe fue doble para los ‘cremas’. Tras la decisión arbitral, Di Benedetto y Williams Riveros vieron la tarjeta amarilla por protestar airadamente. El reloj apenas marcaba el inicio, pero la tensión ya se sentía en cada metro de la cancha.
El equipo de Jorge Fossati intentó reaccionar, pero el impacto anímico del tanto tan temprano condicionó sus movimientos. Palmeiras, sólido y ordenado, aprovechó la ventaja para imponer su ritmo.
El gol de Gómez no solo fue un mazazo en lo futbolístico, también dejó claro que cualquier error ante un rival de este calibre puede costar carísimo.
Ahora Universitario tendrá que remar contracorriente si quiere ir a Brasil con chances reales de seguir soñando en esta Libertadores 2025. El Monumental espera la reacción.








