NOCHE DE TERROR. Lo que comenzó como un partido vibrante de octavos de final de la Copa Sudamericana, con Independiente y Universidad de Chile luchando por la clasificación, terminó convertido en una pesadilla. El choque en Avellaneda fue suspendido al inicio del segundo tiempo, tras desatarse un violento enfrentamiento en las tribunas que dejó escenas espantosas: hinchas golpeados, otros desnudados y hasta un aficionado chileno cayendo desde la tribuna al vacío.
El encuentro había empezado con normalidad, con la ‘U’ pegando primero gracias a un gol de Lucas Assadi validado por el VAR a los 11 minutos, y con Independiente reaccionando a los 27’ por intermedio de Santiago Montiel.
El 1-1 en el marcador encendía la esperanza del ‘Rojo’, que necesitaba dar vuelta la serie tras perder en la ida.
Pero mientras el equipo de Vaccari empujaba y los hinchas alentaban, desde las tribunas comenzaba a crecer una tensión peligrosa.
Durante el entretiempo, los simpatizantes chilenos lanzaron piedras, butacas y hasta fuegos de artificio hacia la tribuna local. Aunque la voz del estadio pidió que evacuaran la zona visitante, algunos hinchas de la U permanecieron allí.
Fue entonces cuando la barra de Independiente irrumpió en ese sector y desató una feroz agresión: golpes, corridas, despojo de ropa y hasta apuñalamientos.
El momento más impactante se vivió cuando un aficionado chileno cayó desde la segunda bandeja al vacío, una escena captada en imágenes que recorrieron las redes sociales y generaron conmoción inmediata. Entre tanto descontrol, el árbitro Gustavo Tejera decidió suspender el partido a los tres minutos del complemento, decisión que luego fue ratificada por la Conmebol como cancelación definitiva.
Ahora, la Confederación deberá determinar qué ocurrirá con la llave de la que debía salir el rival de Alianza Lima: si se da por nulo el resultado, si se repite el encuentro o si se sanciona a alguno de los clubes. Los informes de los incidentes ya llegaron a Asunción para ser evaluados.
El estadio Libertadores de América, con capacidad para 49 mil espectadores y símbolo de la pasión del ‘Rojo’, quedó marcado por una de las noches más negras de su historia. Lo que debía ser fiesta, terminó en vergüenza, dolor y preocupación por la falta de seguridad. El fútbol volvió a perder.
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