Sergio Ramos es sin duda uno de los héroes de Real Madrid. Esta vez el capitán el zaguero español se convirtió nuevamente en protagonista pero en la final del Mundial de Clubes, y lo fue por la polémica decisión del árbitro de Zambia, Janny Sikazwe quien decidió no expulsarlo del partido y dejarlo sin celebración sobre el minuto 89’ del duelo ante el kashima Antlers.
Sergio Ramos sobre el final del partido optó por detener el contragolpe de los japoneses trabando a Mu sobre los 89 minutos, una jugada que es una falta flagrante y merecedora de cartulina amarilla, pese a que el madridista ya tenía una amonestación.
El juez se tomó el bolsillo para mostrarle la segunda tarjeta a Sergio Ramos, pero luego se arrepintió, aunque en medio de la aglomeración de jugadores le generó las primeras dudas. Para colmo de despropósitos, Casemiro se presentó voluntario para recibir la amarilla ante las claras protestas de los futbolistas japoneses que pagaban su ingenuidad.
En pleno caos, con Sikazwe dudando y el banquillo del Kashima reclamando la revisión en vídeo, el árbitro acabó por favorecer, como casi siempre, al más poderoso: ni tarjeta a Sergio Ramos, ni a Casemiro... ni a nadie.