El talento en los pies no fue de la mano con la labia. Le costaba enamorar a las chicas. Esa picardía que mostraba en la cancha no era la misma en la parte sentimental. Cuando el jovencito Christian tenía poco tiempo de haber llegado a la capital y vivía en casa de su entrenador Orlando Lavalle, se enamoró. Ante la poca facilidad de palabra, recurrió a su DT. “‘Profe’, usted tiene buena labia, le paso el teléfono y hágase pasar por mí. Dígale cosas bonitas a mi ‘flaca’”, pidió ‘Cuevita’. El técnico accedió, pero su voz madura distaba mucho a la de un muchacho. Cuando la chica dudaba, Cueva cogía el teléfono: “Soy yo amor, lo que pasa es que estoy un poco mal de la garganta”, se excusaba. La treta funcionaba hasta que un día la esposa de Lavalle los ampayó. “Mamá Milagros, perdónanos”, dijo el ‘chato’. Igual ambos recibieron su ‘castigo’.
Años después, Christian aprendió a conquistar y flechó el corazón de la bella trujillana Pamela López Solórzano. Ella se volvió su otra mitad y hace tres años se casaron. Son padres de la pequeña Brianna y en junio llegará el segundo hijo, que se llamará Luis Crissiano. “Mi enano cabeza de piña, te adoro”, le escribe siempre Pamela a ‘Aladino’, quien no duda en darle detalles románticos.
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