Por Carlos Bernuy
@BernuyCarlos
Christian Cueva seguramente ha escuchado aquella letra que dice: "Te dejo ahora, ahora..mi maleta está fuera. Porque un hombre no llora..". Más allá que le guste la canción, de seguro adora las lágrimas. Porque en el último mes, incluido el Mundial Rusia 2018, el llorar se ha vuelto parte del futbolista al que demasiada gente sobrevalora y que acaba de dar otro paso en falso en una agitada carrera que arrancó en 2008.
Christian Cueva no ha jugado un gran partido con la selección peruana desde aquel minuto que se inspiró ante Nueva Zelanda en Lima para el primer gol del partido (marcado por Jefferson Farfán) y que sucedió hace ocho meses. Su juego pasaba por el toque corto, darle vida a un fulbito intrascendente y mantenerse como titular gracias al pensamiento Gareca, ese que 'muere con su once de siempre'.
Ya en el Mundial Rusia 2018, Christian Cueva, cogió la pelota para patear un penal y el balón por poco no se va del estadio. "Solo fallan los que patean", lo defendieron quienes seguramente mueren por una entrevista con él o un autógrafo en un papel. Error, fallan los que patean mal o se topan con un arquero muy bueno. En el volante, fue lo primero. Apenas llegó el entretiempo, Cueva se largó a llorar delante del mundo y de los daneses que seguramente lo miraban sorprendidos.
Porque errar un penal debe ser doloroso, pero mostrar debilidad ante el 'enemigo' es casi poner la bandera blanca de rendición. En Rusia 2018 fallaron penas máximas - en tiempo reglamentario - Lionel Messi y Cristiano Ronaldo y ninguno necesitó un pañuelo o consuelo. Al final de aquella derrota ante los daneses, Christian Cueva volvió a abrir el caño de los ojos y el verbo llorar pudo ser conjugado.
Ante Francia, Christian Cueva el '10' de Perú jugó pésimo y volvió a llorar por la caída y la eliminación. No sorprendió que lo hiciera ante Australia por ese triunfo en un duelo sin presión y casi amistoso. En las últimas horas circuló una fotografía donde se le ve derramando lágrimas porque se va del Sao Paulo a la mediocre liga rusa. Quizás estás últimas lágrimas tengan una razón.
Porque tal vez Christian Cueva se dio cuenta que hacer berrinches en uno de los clubes más históricos del mundo, molestarse porque era suplente o adoptar poses de 'agrandado' fueron una torpeza. Jugar en el Sao Paulo y llevar la '10' de ese club, más con su nivel, fue un regalo del cielo y debiera llevarse mil camisetas para recordar que un día estuvo allí. Ahora, si lloró por cualquier otro motivo seguiría inmerso en el círculo donde te crees el mejor, pero nunca lo fuiste.
"Cueva es un jugador sobrevalorado por los peruanos", dijo Edmundo. "Que él sea muy consciente de lo que hace fuera y de lo que trae dentro", resaltó Kaká. Los dos cracks brasileños tienen toda la razón. Con 26 años, y sin afirmarse en ningún club, Cueva parece ser una lágrima.
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