La pequeña ciudad de Chapecó, en el sur de Brasil, volvió hoy a vibrar después de la tragedia que en noviembre golpeó al club local, el Chapecoense, un equipo que ahora resurge dispuesto a honrar la memoria de los jugadores que fallecieron en el accidente de avión.
Las lágrimas bañaron este sábado el estadio Arena Condá de Chapecó, donde se reunieron familiares de las víctimas del trágico accidente que quebró los sueños de un modesto club que había llegado de manera inesperada a la final de la Copa Sudamericana de fútbol.
Jackson Follman, el arquero que sobrevivió a la tragedia, en silla de ruedas, se emocionó al entrar de nuevo en el campo que vio crecer a un club que pasó de la serie D a la Primera División en tan sólo siete años.
Follman y los otros dos jugadores que sobrevivieron al accidente, Hélio Hermito Neto y Alan Ruschel, levantaron la Copa Sudamericana, el trofeo continental que engrosó las vitrinas del equipo a pedido del Atlético Nacional, quien sería su rival en la final de la competición.
El Chapecoense entrará en acción este sábado para recibir al actual campeón brasileño, el Palmeiras de Sao Paulo, el último equipo con el que se enfrentó antes de embarcar en el avión con destino a Medellín.
Los aficionados ocuparon desde primera hora de la tarde las gradas del estadio para transmitir ánimos al renovado equipo: con una media de edad de 24 años, el Chapecoense realizó 23 fichajes para hacer el equipo, 14 de ellos menores de 25 años, y subió a 11 jugadores del juvenil.
Vestidos de verde y blanco, los hinchas volvieron a entonar la estrofa de "Somos todos Chape", la misma que los jugadores del equipo entonaron en el vestuario cuando se clasificaron para la final de la Copa Sudamericana y que se ha convertido en un lema del equipo.
Independientemente del resultado, el partido despertó de nuevo la ilusión en Chapecó, una ciudad de 200.000 habitantes del estado de Santa Catarina que tendrá de nuevo un equipo al que poder acompañar en los torneos.