Hay momentos en la vida en los que algunas lágrimas les enseñan el camino a otras. Donde llorar no es un desahogo sino una necesidad para agradecer lo que recibes. De eso puedo dar fe mientras converso con Carlos Lam, quien junto a Oliver del Castillo y John Trebejo se colgaron la medalla de oro en kata por equipos en los emocionantes Juegos Panamericanos y dieron otro motivo para ser felices. Cada palabra que dice Carlos nos acerca a las emociones que vivieron en una jornada inolvidable. Esta es la conversación con un campeón.
Carlos, los vimos casi ni moverse cuando el juez iba a decir el veredicto aquella tarde...
Son segundos antes que la autoridad defina al ganador. Cuando vimos que subía la mano para darnos el triunfo mantuvimos el respeto al máximo al rival, no saltamos ni gritamos. Los saludamos primero, igual al juez y luego se soltó todo, cayeron las lágrimas, fue el premio a la perseverancia y hasta ahora nos emociona.
Ustedes ya tenían títulos internacionales. ¿Se veía en el horizonte la medalla de oro?
Eran torneos distintos, no podíamos sentirnos confiados. Claro que era factible, pero había que pelear la presea, superar a los rivales y no perder la concentración. Además, había cosas que teníamos que sobrellevar.
¿Como cuáles?
Por ejemplo, este año habíamos perdido la final de un torneo en Panamá. Fue muy fuerte no ganar el título, pero luego pensamos que lo más importante estaba por venir y eso era conseguir lo máximo en los Panamericanos. Y lo logramos.
¿Cómo se pueden sincronizar tres personas casi a la perfección en la rutina?
Por las horas de práctica, nosotros entrenamos de lunes a sábado en doble sesión, es decir pasamos entre 5 o 6 horas al día practicando. Lo hacemos desde finales del 2015.
¿Unidos dentro del tatami y también fuera de él? ¿Cómo es la relación con Oliver y John?
Tenemos una muy bonita amistad, en los momentos libres podemos ir a almorzar, a desayunar y además brindamos clases a jóvenes y adultos en ‘Bushinkan’ (la casa del espíritu guerrero), donde volcamos todas nuestras enseñanzas.
Seguro los tres tuvieron una gran fiesta tras ganar la de oro.
Creerás que no. Nos debemos una buena celebración, con quienes más festejé fue con mis alumnos y mis familiares. Pero ahora apuntamos a más, queremos el podio mundial.
Tienes 25 años, una medalla de oro y también un departamento fruto de tus logros.
En verdad no lo hicimos por la casa o cualquier recompensa, sino por amor a este deporte con el que empecé a los 7 años, un año antes que mis compañeros. Pero claro, también es un gran incentivo lo del premio y me quedan unos meses para decidir qué haré, bienvenido el departamento.
Fuera del kata, ¿cómo es Carlos Lam?
Vivo con mis padres en Jesús María, en la calle Huamachuco, me gusta el ají de gallina, no tengo hijos y terminé mi carrera de Negocios y Turismo Hotelero.
¿Y en el amor?
Llevo un año de relación con Silvana Segura, quien también es deportista de alta competencia y participó en los Panamericanos (en salto triple). Ella me apoya mucho, me comprende en mis entrenamientos y sabe cuán fuerte es la lucha para llegar a lo más alto.
¿Cuál es el secreto del kata?
Definitivamente la coordinación. Cada movimiento es distinto, hay que saber cuándo moverse, girar, tu mente no puede estar a mil, debe estar sumamente enfocada en seguir todo lo entrenado. Un error puede llevarte a perderlo todo.
¿Cómo han tomado todo el post-Panamericanos?
Me da mucha felicidad saber que hemos podido llenar de orgullo a los peruanos. También quiero recalcar que la gente se portó maravillosamente y queremos seguir en esta senda ganadora, para ello es muy importante que la empresa privada siga respaldándonos, así seremos mejores cada día.
¿En qué piensas ahora?
En mi carrera deportiva, en cuánto ha crecido, en el momento que me colgaron la medalla de oro. Son sensaciones y recuerdos que se quedan en ti para siempre y eso es lo que ahora me impulsará a lograr más cosas.
Un mensaje para los jóvenes...
En la vida va a haber situaciones complicadas, pero siempre se puede avanzar, como combinar estudios con el deporte, solo es cuestión de ser organizados y creer mucho en uno mismo.