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POR: FERNANDO ‘VOCHA’ DÁVILA
La pelota está detenida, el silbato ha dejado de sonar, pero tanto el futbolista como los árbitros siguen esperando que todo empiece de nuevo, y para ello hay que estar preparados. Luis Seminario es un juez de Primera, pero llegó a ese nivel después de transitar por campos y lugares inhóspitos. Recibió ataques y hasta ‘piropos’. Así empieza la historia del silbato hecho persona.
¿Los jueces de fútbol se concentran?
Planificamos el partido.
¿Por ejemplo?
Estudiamos a ambos equipos que se van a enfrentar. Los últimos encuentros que han tenido, si atacan con todo los primeros minutos, cómo les gusta enfriar el juego.
¿De acuerdo con el VAR?
Le da más justicia al juego.
¿El campo más bravo en el que dirigiste?
Final de la Liga de Primera en Dulanto. El equipo local frente a uno de La Perla.
¿Qué ocurrió?
Entraron 22 jugadores y, al verlos, parecía que era la selección de Sarita Colonia enfrentando a la de Lurigancho.
¿Daban miedo?
Los jugadores tenían cortes en la cara y los brazos.
¿Dónde corrió riesgo tu vida?
En Andahuaylas casi me matan. El local Santa Rosa, un cuadro de policías, enfrentaba a Sport Áncash, que le había ganado 2-1 en el primer compromiso.
Partido duro...
Me estaba cambiando, tocaron la puerta del vestuario y un comandante me advierte: ‘Profe, que gane el local, que si perdemos nos matan a todos’.
¿Tanto así?
Entro a la cancha y la gente me gritaba: ‘Si perdemos, te vas en una bolsa negra’.
¿Cómo quedó la historia?
Empataron, las tribunas se querían venir abajo a golpear a todos, lanzaron bombas lacrimógenas.
Eso era el fin...
Entre todo ese escándalo, un jugador visitante empezó a convulsionar, la ambulancia entró a auxiliarlo y allí todo mi equipo se subió, para al menos poder llegar a nuestro vestuario.
¿Recogiste tus cosas y te fuiste?
Recién a las 8 de la noche pudimos salir y resguardados.
¿Qué ocurre cuando un jugador te tutea en el campo de juego?
Si me dice ‘Pato’, no es falta. Le explico, pero si viene insolente es cuando lo aclaro: ‘Acá soy señor Seminario, porque a usted lo trato con respeto’.
¿Alguna vez te has cruzado con el jugador que expulsaste el fin de semana?
Me tocó dirigir a Cobresol frente a Juan Aurich y, finalizado el partido, se vino Diego Penny a reclamarme de mala manera y le saqué la tarjeta roja.
¿Te fue a buscar?
Ahí quedó, pero de regreso a Lima la delegación del ‘Ciclón’ volvía en el mismo avión que el mío.
¿Te encontraste con él?
Me senté y a él le tocó a mi lado.
¿Viajaron juntos?
Sí y hablamos. Él me dio sus razones y yo las mías.
¿Alguno se te puso ‘loquito’ en los reclamos y después te pidió disculpas?
Normalmente, cuando pasa todo y lo expulsaste, luego van al camarín y te dicen: ‘Pato’, no me pongas tantas fechas’.
¿Qué respondes?
Yo no pongo el castigo, yo informo. La Comisión de Justicia dirá cuántos partidos quedas fuera.
¿Un jugador con el que dialogabas?
Luis Guadalupe. Cuando salía dominando pelota de su área, lo miraba y le decía: ‘Pareces Marcel Desailly’ y nos reíamos ambos.
¿Cómo calmar a un jugador alterado porque está perdiendo una final o su equipo está por descender?
Lo llamo a un costado, no le grito y le advierto: ‘Tu contrato depende de este partido’.
¿Te han ofrecido plata para pitar a favor de un equipo?
Uff, por teléfono, que tienen un regalo para mí, que llegando a la ciudad me espera un presente.
¿Qué respondes?
Se acabó la educación y le respondo como debe ser.
¿El mejor vacilón que te han hecho desde la tribuna?
Era juez de línea en la liga de Lurín y una chica gritó: ‘Si no levantas la banderita, soy tuya toda la noche’.
Finalmente, una con Mirella Guerrero, tu esposa y colega nuestra que hoy está con Dios...
El día que Raúl Ruidíaz hizo gol a Brasil en la Copa América de Estados Unidos 2016, ella gritó fuerte, le dije que era mano, me acusó de antiperuano y cuando se dio cuenta de que tenía razón, me dijo: ‘Eres muy sano para el fútbol’, ja, ja, ja.
Gracias por estas revelaciones y que la gente respete más a los jueces...
A ustedes y a cuidarse, que esta cuarentena tiene que pasar y depende de nosotros.
