Rafael Amaya decidió regresar a la vida pública. Tras dos años de estar desaparecido, el actor le brindó una entrevista a la revista People en Español y contó que voló alto, cayó bajo y está en proceso de reencontrarse nuevamente consigo mismo y con quienes dejó en el camino.
Luego de tocar fondo, el mexicano pidió ayuda a su amigo, el cantante Roberto Tapia, así el intérprete no lo pensó dos veces e inmediatamente se comunicó con la hermana del galán, Fátima Amaya, y con su mánager, Karem Guedimin, quienes durante meses habían rastreado cielo, mar y tierra sin poder encontrarlo.
Fue precisamente Guedimin que dio las primeras señales de alarma sobre la salud de Rafael Amaya, ya que a finales del 2019 vio que el actor estaba fuera de sí, así que le tocó hacerle entrar en razón, pero todo lo que ella le había dicho no dieron resultados y terminó perdiéndole la pista a su amigo y cliente.
¿QUIÉN ES KAREM GUEDIMIN Y CÓMO LE SALVÓ LA VIDA RAFAEL?
Karen Guedimin es una reconocida manager en México y Estados Unidos, así que es la representante de un gran número de actores entre los que están Julian Gil, Angelique Boyer, Sebastián Rulli, Carlos de la Mota, Alex de la Madrid y más.
Pero durante los últimos seis años siempre ha estado al lado de Rafael Amaya y se convirtió en la mujer que siempre lo aconsejaba y lo hacía ver lo bueno y lo malo de sus decisiones.
En entrevista con la revista People en Español, la mexicana reveló que Amaya se sentía muy deprimido por que su personaje ya se había apoderado de él y que nadie lo buscaba por ser Rafael, sino por ser El señor de los cielos.
“Él me decía, [que se deprimía] porque [la gente] ya no buscaban al actor, sino al señor de los cielos”. A lo que agrega: “[Yo le decía] a mí me vale que seas Rafael Amaya, el señor de los cielos, yo te quiero bien”.
Por eso cuando a finales del 2019 vio que Rafael estaba fuera de sí, le tocó hacerlo entrar en razón, pero por desgracia, sus consejos y advertencias no dieron resultado y Guedimin acabó perdiéndole la pista a su cliente y amigo.
“Sale de El señor…, tiene temas todo ese año y me habla y me dice que ya no quiere estar aquí [en México] y que se quiere ir a otro lado”, recuerda la mexicana . “Se fue un año, tomó su coche y nunca me quiso decir dónde estaba. Siempre estuve tratando de tener una artimaña de traerlo de vuelta, pero cambiaba los teléfonos, y yo sentía miedo [por su vida]”.
El miedo llevó a Guedimin a unir fuerzas con Fátima Amaya, hermana del actor, y pedirle ayuda a Roberto Tapia, el único amigo en el que Rafael confiaba. Juntos armaron la estratagema que les permitió finalmente recluirlo en el centro de rehabilitación Baja del Sol que el exboxeador mexicano Julio César Chávez tiene en Culiacán, Sinaloa.
“Si no hubiera tenido a su hermana y a Tapia, no iba a poder hacer esto sola”, reconoce Guedimin. “Fátima lloraba por su hermano”.
Ahora todo es más claro y parece que la pesadilla ha llegado a su fin. Rafael Amaya está más tranquilo y está listo para regresar con mucha más fuerza.
“Lo veo muy bien, lo veo muy consciente. Lo veo muy claro”, asegura la representante, quien estará firme a lado de su estrella en esta nueva etapa de su vida y carrera. “A final del día todo valió la pena”.