fue un icónico actor mexicano que siempre será recordado. El interprete alcanzó gran popularidad por protagonizar de forma satírica al típico galán seductor de películas. Esto hizo que Garcés se convierta en una de las personalidades más cotizados de los años 60 y 70.

Protagonizar diversas películas hizo que logrará acuñar diversas frases que se quedaron en el imaginario colectivo de México y diversos países de Latinoamérica, por ejemplo: “¡Las traigo muertas!”, “¡Arroz!” y “¡Debe ser horrible tenerme y después perderme!”.

A lo largo de su carrera protagonizó más de 50 películas y entre las más exitosas son El día de la boda (1967), El criado malcriado (1968), Modisto de señoras (1969), Click, fotógrafo de modelos (1970) y Todos los pecados del mundo (1971).

El actor alcanzó gran fama en Latinoamérica, sin embargo, su muerte fue triste, pues se despidió de este mundo muy mermado físicamente debido a su adicción al cigarro.

Mauricio Garcés  se convirtió en uno de los actores más exitoso de los 60 y 70 de México (Foto: Diario El Universal)
Mauricio Garcés se convirtió en uno de los actores más exitoso de los 60 y 70 de México (Foto: Diario El Universal)


LA MUERTE DE MAURICIO GARCÉS

Mauricio Garcés falleció en su casa, ubicada en la Ciudad de México, el 27 de febrero de 1989. Tenía 62 años. Para ese momento tenía aproximadamente un año que se había retirado de la actuación, pues su salud comenzó a deteriorar debido a su adicción al cigarro.

La causa de muerte que se notificó de Garcés fue por enfisema pulmonar, una enfermedad que, según el blog médico Medline, provoca tos frecuente, falta de aliento y un silbido al respirar.

Mauricio Garcés  fue adicto al cigarro y esto le ocasionó problemas en su salud (Foto: Diario El Universal)
Mauricio Garcés fue adicto al cigarro y esto le ocasionó problemas en su salud (Foto: Diario El Universal)

En su momento, los medios de comunicación informaron que el icónico galán recalcan que antes de su deceso tenía muchos problemas para comunicarse, pues su garganta y pulmones estaban muy dañados.

Mauricio Garcés conservó la galanura hasta su muerte, aunque su seductora voz ya no se escuchaba como en sus tiempos de gloria, ni su mirada era como aquella que estremeció a las mujeres más bellas del cine mexicano, el galán otoñal predilecto, terminó sus días como uno de los solteros más codiciados de México.

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