Luis Miguel sabría el paradero de su mamá. (AFP)
Luis Miguel

Por: Marcos Mendoza

La vida del astro mexicano siempre ha generado enorme interés. Sus alegrías, penas, amores, triunfos y fracasos son materia de especulación desde hace años. Por eso el éxito de audiencia de la serie sobre su vida que transmite Netflix. Uno de los aspectos que más atención atrae es la desaparición de su madre, la actriz y modelo italiana Marcela Basteri, en 1986, que marcó para siempre al cantante, pues le ha provocado grandes tristezas y angustias. La buscó incansablemente durante mucho tiempo, pero sin éxito.

En la serie también se grafica la ambición de su padre, Luisito Rey, quien lo explotó desde pequeño, y sus amores con conocidas actrices como Adela Noriega y otras.

A principios de los años 90, cuando el astro brillaba intensamente, nuestro colaborador Marco Mendoza logró estar muy cerca de él. En ese encuentro pudo conocer, más que al artista, al ser humano. Vio sus ojos humedecidos al hablar de su padre y al recordar a su madre. Aquí el relato de Mendoza sobre su encuentro con el ‘Sol’ de México.

“Como en toda América, en el Perú generó gran expectativa la llegada del astro juvenil Luis Miguel debido a su Disco de Oro ‘La incondicional’. Y organicé un sorteo entre los lectores, regalando entradas para su concierto, ‘Luis Miguel, 20 años’.

Un domingo viajé a Bolivia para conseguir una entrevista exclusiva con ‘Luismi’. No había cupo para Cochabamba, donde el intérprete de ‘Culpable o no’ ofrecía un show. Entonces lo esperé en La Paz.

El lunes, tempranito, corrí al aeropuerto del Altiplano. Al encargado de maletas le regalé casetes de huaynitos y me dateó: ‘Paisano, confirmado, el artista viaja a Perú en Lufthansa’.

Me sudaban las manos porque al tercer llamado, no llegaba la estrella. Y tuve que abordar el avión. Recobré el alma viendo por la ventanilla aterrizar una avioneta y apareció ‘El Sol’. Subió a la nave con gigantes guardaespaldas.

Se dio el milagro. Esperé a que despegue el avión y sorprendí a su mánager español, Alex McCluskey: ‘Soy periodista peruano y le estoy tributando una espectacular bienvenida a su engreído’. El empresario explotó: ‘¡Joder!, lo que faltaba, un periodista aquí’. Luis Miguel bajó sus clásicos lentes oscuros, sonrió y me invitó a viajar juntos. Vestía polo blanco ceñido, chompa azul y jeans.

Pregunté por su papá, Luisito Rey, y apenado confesó: ‘Híjole, está enfermito por una severa neumonía. A pesar de tormentosos conflictos, lo quiero mucho’. Recordó cuando le regaló una batería en Navidad. Se quebró y sus ojos verdes se humedecieron. Con su voz de tenor, ¡tarareó ‘La incondicional’!

Reafirmó que su madre, Marcela Basteri, bella actriz y modelo italiana, le enseñó a pararse en el escenario con movimientos sensuales. Y comprobé el brillo de su piel blanquísima, dorada aquel día por el sol en su mansión en Acapulco.

A la amable azafata se le iban los ojos y le preguntó: ‘Celebridad, ¿qué le sirvo?’. Recogiendo su alborotado cabello rubio, contestó: ‘Mi debilidad: jugo de naranja y cereales con yogur de fresa’.
Luego se dirigió a mí: ‘¿A usted, señor?’. Curioso, respondí: ‘Igual que al rey’. ‘Luismi’ no aguantó y se mató de la risa, mostrando unos dientes que parecían perlas.

Amaba México, porque estudiando el quinto de primaria, en el colegio El Pedregal, debutó cantando en la boda de la hija del presidente José López Portillo y se nacionalizó ‘charro’. Él nació en Puerto Rico.

Había nacido su hija Michelle y le comenté que entrevisté a la bellísima actriz azteca Adela Noriega, con una recreación de la telenovela ‘Quinceañera’. De sus ojos salían corazones, porque durante el video ‘Palabra de honor’, le calentaba el oído. Aproveché y le hice una broma: ‘También fui su galán’.

Cuando aterrizamos, vimos por la ventanilla una incontrolable multitud de fans que habían invadido la pista de aterrizaje. Su seguridad exclamó: ‘¡Hostias!, nos vamos directo al hotel’.

Me temblaron las piernas cuando me dijo: ‘Hermano, por tu audacia bajamos juntos’. Y aparecimos abrazados, descendimos levantando las manos. Al pie de la escalinata, los paparazis me gritaban: ‘¡Mendoza, sal de ahí, m...! No malogres las fotos’. Me puse un poco atrás para no perjudicar a mis colegas.

Volé a la redacción con el rollo de fotos que registró la histórica entrevista que dio la vuelta al mundo.

Cantó a dúo con su ídolo, Frank Sinatra. Perdió a su familia y gran parte de su fortuna. No puede con su genio y ahora está con su corista, Mollie Gould, de 19 añitos. ‘El Sol’ no se apaga.

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