Norma tiene 42 años y le manda dinero a su viejita todas las semanas para el mercado. “Antes tenía que ir a su casa en Villa María todas las semanas para dejarle la plata y volver al toque para atender a mis hijos. Ahora le dije que se afilie a Bim, lo hizo y le mando su ‘semana’ al celular. Ya los sábados o domingos la voy a visitar y pasamos más tiempo juntas”, dice.
Algo parecido ocurre con Rubén, quien a fin de mes se le olvida pagar las cuentas de su casa y antes de que le corten el agua su esposa lo llama a decirle que otra vez se le olvidó pagar y deben hacerlo ahorita. “Como soy olvidadizo se me pasa pagar, cuando me ocurre eso, mi esposa me llama asadaza pero le mando la plata a su Bim, ella lo saca en un agente y va a pagar. Aunque sigue amarga porque soy descuidado, al menos se queda tranquila porque le mandé el dinerito para que no nos corten el agua”.
En cambio Virginia, que trabaja harto para mantener a sus hijos, le ha dicho a su casera de la tienda que cuando ellos le pidan algo para comer, como una fruta, se la fíe y ella como buena mamá a fin de mes le paga. El cuentón crece, pero ella cancela. “Desde mi trabajo le mando la plata a mi casera Estela a su celular y así mis hijos pueden darse sus gustitos en la tienda, siempre y cuando saquen buenas notas. Bim me facilitó la vida”, cuenta.
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