A Nicolás Maduro no le hace caso nadie en Venezuela, el otrora país más desarrollado de América Latina, hoy en desgracia. Cada vez es mayor la oposición al sucesor del también cuestionado Hugo Chávez, el descontento del pueblo crece tanto como la inflación (bastante, es decir) y situaciones como esta no le ayudan. En resumen: estaba dando un discurso y comenzó a llover a cántaros; Maduro ordenó que nadie se fuera pese a ello, pero hasta su esposa, la criticada Cilia Flores, fue de los primeros en dejarlo.

Nicolás Maduro, con un “mire camarada, de aquí no se va nadie, eh”, ordenó que todos ignoren la lluvia, pero fue en vano. En plena cadena nacional (todos los canales de TV y estaciones de radio cortan su programación para que hable el presidente, todo el tiempo que quiera). Cilia Flores lo dejó, pero no es que Nicolás Maduro quedase completamente solo: algunos felpudos políticos se quedaron con él. Pero la situación resultó ridícula para muchos venezolanos.

Con tres años en el poder, cumple tres años en el poder y su popularidad baja y baja. En los primeros meses de este año, su aprobación no superaba el 15%.