Casi 3 mil niñas, niños y adolescentes son diagnosticados cada año con anorexia, bulimia y otros
Casi 3 mil niñas, niños y adolescentes son diagnosticados cada año con anorexia, bulimia y otros

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un conjunto de alteraciones graves en la salud mental que se relacionan con la ingesta de comida y una obsesión por el control del peso, cuyo origen se encuentra en múltiples factores. Estos trastornos pueden provocar graves consecuencias tanto para la salud física como mental, impactando de forma negativa en la vida familiar, social, laboral, académica y emocional de la persona afectada.

Según un estudio publicado en la revista especializada JAMA Pediatrics, más del 20% de los niños y adolescentes sufren de trastornos alimentarios en el mundo. Asimismo, según cifras del Ministerio de Salud y Essalud, en el Perú, en promedio, casi 3 mil niñas, niños y adolescentes son diagnosticados cada año con anorexia, bulimia y otros. Además, en los últimos cinco años, el número de menores de edad diagnosticados con estas enfermedades en los establecimientos de salud del Minsa y de EsSalud aumentó en más de 300%.

Los TCA pueden afectar la conducta alimentaria de diversas formas. En el caso de la anorexia nerviosa, puede conducir al paciente hacia una restricción severa de alimentos, dando como resultado deficiencias nutricionales, afectando la absorción de nutrientes esenciales como proteínas, vitaminas y minerales y ocasionando alteraciones en el metabolismo. Por ello, desde la nutrición, buscamos crear patrones alimentarios saludables, brindar educación nutricional y prevenir recaídas. Además, buscamos involucrar e informar a la familia sobre la patología para combatir este trastorno a tiempo”, afirma al respecto la Lic. Suriko Mendoza, docente de la carrera de Nutrición y Dietética del Instituto Carrión.

Teniendo en cuenta ello, la especialista da a conocer las principales señales de alerta y cuidados nutricionales que debe recibir un paciente con trastornos de la conducta alimentaria.

Señales de alerta:

  • Cambios drásticos en los hábitos alimenticios: reducción significativa en la cantidad de alimentos consumidos o eliminación de grupos completos de alimentos mediante vómitos autoinducidos o al uso de laxantes y diuréticos para eliminar lo que han comido.
  • Obsesión por el conteo de calorías o peso: Por el seguimiento de dietas restrictivas, lo que provoca una constante preocupación extrema por el número de calorías ingeridas o por el peso corporal, lo que puede llevar a comportamientos alimentarios extremos.
  • Patrones alimentarios poco saludables: consumo excesivo de alimentos poco nutritivos o rechazo total de ciertos grupos de alimentos.
  • Compulsiones alimentarias o conductas compensatorias: episodios de atracones seguidos de ayuno prolongado o ejercicio excesivo para compensar la ingesta de alimentos.

Cuidados nutricionales:

  • Apoyo de un profesional en nutrición: Es importante buscar ayuda de profesionales para poder dar solución a los patrones alimentarios inadecuados, buscando normalizar los hábitos alimentarios e incorporar un régimen saludable y balanceado.
  • Fomentar una relación saludable con la comida: Ayudar al paciente a reestablecer una relación positiva con los alimentos, evitando etiquetas negativas o restricciones extremas.
  • Educación nutricional al paciente y a la familia: La educación nutricional favorece al cambio de actitud y de rutina que tienen los pacientes respecto a los alimentos, disminuye sus miedos y logran establecer un patrón alimentario saludable.
  • Monitoreo constante: Supervisar los hábitos alimenticios del paciente de manera comprensiva y sin presión, fomentando la regularidad en las comidas y evitando juicios.
  • Adaptación gradual: Implementar cambios en la dieta de manera progresiva y gradual, respetando los límites y necesidades del paciente.
  • Apoyo familiar: El apoyo familiar hace posible la recuperación progresiva de los pacientes, evita recaídas, mejoran el pronóstico del paciente tanto a corto como a largo plazo
  • Promover hábitos de bienestar: Recordar la importancia de una hidratación adecuada y de cuidar otros aspectos de la salud más allá de la alimentación, como el descanso y la actividad física moderada.

“Asimismo, es importante que el paciente reciba la ayuda psicológica y psiquiátrica necesaria, ya que el tratamiento de este tipo de trastornos debe ser multidisciplinario”, comentó el especialista.

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