Las intemperies dificultaban este lunes las operaciones de emergencia en Nueva Zelanda, donde un fortísimo terremoto de magnitud 7,8 causó la noche anterior dos muertos e importantes daños en las infraestructuras.
El temblor más importante, que se sintió en todo el territorio neozelandés, sacudió las regiones de la Isla Sur y su epicentro se localizó a 23 km de profundidad y a unos 90 km de la ciudad de Christchurch, ciudad en la que un sismo de magnitud 6,3 había dejado 185 muertos en febrero de 2011.
El balance era este lunes mucho menos elevado, porque el epicentro se situó en una zona rural relativamente alejada de los centros urbanos, y se produjo a mayor profundidad que en 2011.
En las horas que siguieron se registraron centenares de réplicas, algunas de una magnitud superior a 6.
Poco después del sismo, las sirenas de alerta de tsunami comenzaron a sonar en varias poblaciones de la costa de la Isla Sur y en la zona este de la Isla Norte. Olas de hasta dos metros alcanzaron las costas, pero luego la alerta fue levantada.
En numerosas regiones, además de los daños materiales ocasionados en las viviendas, las carreteras estaban bloqueadas, el servicio de trenes y la navegación de transbordadores se vieron interrumpidos y se constataron cortes de electricidad y de teléfono.
Pero según el ministro de Defensa civil, Gerry Brownlee, el balance de víctimas no se verá agravado.
"Creo que si hubiera heridos graves o más muertos, habríamos oído hablar de ello" declaró a Radio New Zealand.
Una persona murió seguramente al derrumbarse una vivienda en Kaikura, mientras los socorristas trataban de llegar al lugar donde se produjo el segundo fallecimiento, al norte de Christchurch.