Aunque de manera lenta el verano se acerca, debemos estar cada vez más pendientes de nuestra hidratación. Probablemente has oído el dicho “somos lo que comemos”, pero lo que bebemos también es muy importante.
Una investigación publicada en la revista Health & Fitness Journal de la Asociación Americana de Medicina del Deporte (ACSM) muestra que la pérdida de tan sólo el 1 o el 2% de los fluidos corporales puede ir acompañada de graves efectos secundarios, como el deterioro de la cognición. Para una persona 68 kilos, eso equivale a casi 1 kilo de peso en agua.
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“El agua constituye casi el 60% del cuerpo humano, pero a menudo subestimamos la importancia de la hidratación. Aunque el agua hace que el cerebro funcione a toda velocidad, que los músculos se muevan y que el corazón esté sano, mucha gente no toma suficiente agua para estar bien hidratada”, indicó la doctora María Isabel Vera (Abbott).
Por ello, la doctora Vera nos comparte las causas más comunes de deshidratación, y cómo tomar el control de cada una:
1. Temperaturas elevadas: El clima caluroso del verano puede aumentar el riesgo de deshidratación durante la práctica de algún deporte o del ejercicio al aire libre, pero incluso si te gusta más tomar el sol que el voleibol de playa, las temperaturas cálidas pueden conducir a la deshidratación al aumentar la tasa de sudoración e incluso el sudor puede evaporarse rápidamente: sé consciente de que el hecho de que tu piel esté seca al tacto no significa que no estés transpirando. Presta atención a los síntomas comunes del agotamiento por calor, como dolor de cabeza, pulso acelerado, calambres, sudoración excesiva, debilidad, fatiga, piel húmeda, náuseas y desmayos.
2. Ejercicio: Durante las carreras largas, los partidos de fútbol y los juegos de persecución, el cuerpo pierde agua y electrolitos a través de una combinación de sudoración, respiración intensa y aumento de la temperatura corporal. Los expertos recomiendan beber de cuatro a ocho onzas (entre 120 y 250 mililitros) de líquido de una bebida que contenga carbohidratos y electrolitos cada 15 o 20 minutos cuando se hace ejercicio durante más de una hora.
3. Problemas estomacales: Tanto si se trata de una intoxicación alimentaria como de una infección, los trastornos gastrointestinales suelen provocar deshidratación. Al igual que los vómitos, la diarrea puede provocar una deficiencia de líquidos, azúcar y electrolitos. Además, cuando te sientes mareado, probablemente no tengas ganas de comer o beber mucho, lo que agrava aún más los síntomas de deshidratación. Una buena forma de ayudar a que tu intestino vuelva a funcionar es con los prebióticos, alimento para todas las bacterias buenas que viven en tu tracto gastrointestinal y que promueven una digestión saludable.
4. Viajes en avión: El aire de los aviones es sofocante, estancado y muy seco; y puede parecer que absorbe la humedad del cuerpo. La fatiga, los dolores de cabeza, la sequedad de boca y la piel seca son sólo algunos de los síntomas de deshidratación que puede provocar el hecho de estar en la baja humedad de una cabina de avión durante largos periodos de tiempo. Hidrátate bien antes de dirigirte al aeropuerto.
5. Náuseas matutinas: Para muchas futuras mamás, las náuseas matutinas son una parte no tan divertida del embarazo y, en algunos casos, pueden provocar pérdidas de líquidos considerables. Los vómitos expulsan del cuerpo azúcares y electrolitos, como el potasio, el sodio y el cloro. Estos nutrientes desempeñan un papel importante en la capacidad del cuerpo para absorber y utilizar los líquidos, lo que significa que rehidratar sólo con agua puede no ser suficiente. En su lugar, busca una solución de rehidratación oral que contenga un equilibrio óptimo de glucosa y electrolitos. También es importante que hables con tu médico sobre cómo reducir los síntomas de las náuseas matutinas y qué estrategias de rehidratación son las más adecuadas para las mujeres embarazadas.
6. Alcohol: No te dejes engañar por el hielo de tu vaso de lujo: las margaritas, los cócteles y las bebidas alcohólicas contribuyen más a la deshidratación que a la hidratación. El alcohol es un diurético, lo que significa que aumenta la cantidad de orina producida y expulsada por el cuerpo. El resultado es una deshidratación que puede contribuir a los síntomas de tomar en exceso, como los dolores de cabeza y las náuseas. ¿La mejor opción? Hidrátate antes de irte a la cama e, idealmente, entre cada bebida alcohólica; pero recuerda que beber en exceso es dañino para la salud.
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