“Soy del barrio de Pamplona Baja (San Juan de Miraflores). Está donde acaba el puente Benavides, hay una gasolinera (grifo) y giras. Surco está aquí, cruzas y hay un cerro. Ahí estaba mi casa. Nosotros bajábamos mucho a Surco y he visto por Google Maps que hay un muro ahora. Antes se podía bajar del cerro a Surco, pero ahora hay un muro, y ya no se puede”, relata Rocío Quillahuamán (28), una de las ilustradoras más importantes y populares de España.
Vivió en Pamplona Baja hasta los 11 años, edad en la que junto a su mamá y hermanas se mudó a Barcelona, España. Al otro lado del charco inició una carrera por el que hoy la reconocen a nivel internacional: ilustradora y animadora. Ha colaborado para medios como PlayGround, Grupo Zeta y Gestmusic. En Instagram tiene más de 180 mil seguidores.
En sus videos animados reflexiona, con una mirada sarcástica, sobre temas cotidianos, como las caretas en redes sociales.
Acaba de publicar ‘Marrón’, un libro en el que relata el proceso de aceptación de su color de piel. Un proceso difícil, pero liberador, cuenta. Ha roto con los estereotipos que impone la mass media sobre la belleza física. Ha sufrido de discriminación en Perú como en España, y desde ese lente toma una posición: poner el tema sobre el tapete, discutirlo, visibilizarlo desde la experiencia personal.
Rocío Quillahuamán tiene las ideas claras, pero no la piel. Y en estos tiempos parece que importara más lo segundo que lo primero. Conversamos con ella a propósito de su visita a Perú para el ‘Hay Festival Arequipa’.
Dato: La presentación de su libro en Lima será este 12 de noviembre en la librería Babel.
Rocío, ¿de qué va el libro?
Básicamente es la historia de cuando yo vine de Lima a Barcelona a los 11 años. Básicamente es la historia de una familia, de una niña migrante y es la historia de varios migrantes allá en España.
‘Marrón’, ¿a qué responde el título de tu libro?
Responde a mi color de piel. En el libro se muestra todo el proceso de aceptación de mi color y de mi identidad. Al final, vengo de sufrir racismo en Lima, de niña, con 11 años. Y el racismo en España.
¿Es distinto el racismo en Lima que en España?
Yo creo que el racismo es igual. El racismo es racismo en todas partes. Pero claro, en España hay gente de varios países, digamos que hay diferentes racismos para diferentes tipos de personas. Los latinos tenemos un tipo de racismo, la gente que viene de Marruecos tiene otros estigmas. Pero al final termina siendo racismo.
¿Aceptarse como marrón ha sido un proceso fácil o difícil?
En la presentación de mi libro en Madrid una chica le llamó ‘epifanía marrón’, cuando dejas de normalizar ese racismo que te viene de afuera. No es normal que el de seguridad de la tienda me persiga solo al verme. No es normal que tenga que ir enseñando las manos en el metro porque la gente al verme coge su bolso más fuerte.
Entonces, es un proceso de aceptar esta identidad marrón y aceptar de que viene de ahí y aceptarme a mí misma. Luego hay otra cosa que me costaba mucho, que era verme guapa. Como que siempre me comparaba con el estereotipo de persona blanca. Hacer este trabajo en el libro, de conocerme a mí misma, hacer introspección, es lo que me ha ayudado a tener la ‘epifanía marrón’.
El racismo parece que es un problema que nunca se solucionará, ¿ves con desánimo esta batalla?
Hay algo bonito con mi libro y que me da un poquito de esperanza, pero tampoco quiero ser demasiado optimista ni demasiado pesimista, es que mucha gente blanca se está acercando al libro, están conociendo el libro y de golpe están conociendo una realidad que es diferente a la suya, una realidad que no es solo la mía, sino de todas las niñas migrantes que llegan allá. Eso me da cierta esperanza, porque genera cierta empatía.
Siempre que te acercas a la historia de otra persona, con una realidad completamente distinta a la tuya, y si eres un ser humano, eso te genera empatía. Y quizá esa empatía pueda desarrollarse en algo mejor, que la gente sea más consciente de estas cosas, y mejore su comportamiento. Es una utopía, pero es bonito ver que no es un libro que la gente blanca está ignorando.
El nacer con un color de piel que no sea blanca ya es una desventaja desde entonces…
Yo siento que sí, en muchos sentidos. Yo hago ilustraciones y animaciones, he hecho videos sobre el racismo, pero quise que el libro sea el formato en el que trataría este tema. En las ilustraciones hago temas que concierne a todo el mundo. Yo soy consciente que la gente blanca me ve como alguien que habla de los temas que a ellos les interesa y al final he jugado con cierta ventaja por hablar de estas cosas y he tenido mucha ventaja para encontrar trabajo en el mundo creativo. Luego, cuando he empezado a trabajar en el mundo creativo en Barcelona, me ha costado muchísimo ver a otras personas marrones como yo. Todos eran blancos y yo. Cuando empezaba un trabajo estaba pendiente, buscando si veía a alguien como yo, pero no es lo normal. Está claro que eso no es porque a nadie de color marrón no le interese los puestos de trabajo creativo, la publicidad, el cine. Está claro que ahí debe haber unos obstáculos que tienen estos migrantes y no pueden acceder a estos trabajos.
¿Es un doble desafío ser marrón y mujer?
Desde luego que sí, ser mujer es difícil en general. Hay que tener en cuenta que hay mujeres que la tienen más difícil todavía por la condición que tiene. Una mujer migrante, opino, la tiene más difícil por muchísimas razones.
¿Y cómo fue tu ingreso de la ilustración?
Yo no estudié ilustración, no hice Bellas Artes, ni nada por el estilo. Empecé a ilustrar por gusto. Me gusta mucho el humor y me gusta crear. Entonces, dije, voy a hacer ilustración porque no quería grabar con personas, no me gusta ni ir a rodajes. Con la animación lo podía hacer todo sola… Las voces, el guion, los dibujos.
¿Eres autodidacta?
Sí. No me enseñaron a dibujar. Yo no he visto en ningún video cómo dibujar una mano, pero he aprendido a dibujar. Si te dijera dibuja a alguien levantando las manos y lo dibujas, para mí eso vale. Yo también era así. Al final, todos sabemos dibujar. Saber o no es algo subjetiva.
¿A qué edad comenzaste?
A los veintipocos. Empecé a hacer dibujos y luego la animación. El concepto de dibujar mal a animar mal. Como dibujo mal, entre comillas, voy a animar de esa manera. Hay una animación mucho más sofisticada, como los que van a los Óscar. Está claro que no es la animación que hago yo, no juego en ese nivel, pero a mí me sirve para explicar lo que quiero explicar, y me parece divertido.
El fondo es el mensaje.
Sí, claro. El proceso también me gusta. Me la paso bien dibujando, apretando fuerte el lápiz, gritando cuando hago el audio. Es un proceso catártico.
¿De dónde viene el humor?
Creo que viene de mi familia. Mi mamá y mis hermanas son súper graciosas. Me viene de ahí. Mi hermana Cristina es la persona más divertida que conozco. Lo que consumo: las series de humor. Fíjate que el libro, pensaba que no fuera algo divertido, pero la gente dice que se ríe. El humor como que me sale natural.
Para hacer lo que haces hay que mirar con otros ojos la realidad, sobre todo cuando se usa el sarcasmo, como lo haces tú
A mí me gusta mucho porque el humor es una herramienta importante, no solo para expresar tus ideas, porque siempre entra mejor un mensaje con humor, sino también el humor me ha servido para momentos cuando alguien me ha hecho sentir pequeña, entonces el humor me ha servido para recuperar esa fuerza y hacerme grande. La gente que es irónica, sarcástica, son sus herramientas para relacionarse, y es lo que intento trasladar.
¿Te empodera?
Exacto.
También hay crítica social en tus ilustraciones…
Intento hacer como un escáner, como un robot. Soy una persona bastante observadora, siempre me estoy fijando cuando me relaciono con gente, cuando hablo con gente. Siempre estoy pendiente de cómo se comportan, cómo se relacionan, me gusta trasladar eso a las animaciones . Al final, son cosas que parecen tonterías, pero está ahí lo que nos caracterizan a las personas.
Hace poco publicaste un video sobre el problema de las redes sociales, que no todo es lo que se aparenta, ¿las redes sociales nos dan una realidad distorsionada de las personas?
Lo que intentaba explicar un poco, exacto, parece que alguien te cae mal por redes sociales, luego lo conoces y te cae bien. O, al revés. Yo lo noto mucho con mi imagen en redes sociales. Yo en redes sociales no intento aparentar, pero hay mucha gente que se hace una idea de mí a partir de eso. Y luego cuando me conocen sé que esperan algo que luego yo no les puedo dar. Yo lo noto bastante.
¿Qué más encontraremos en tu libro?
Encontrarán mi vida. Básicamente me he desnudado en este libro de menos de 200 páginas. Cómo soy, muchas de mis anécdotas de mi infancia que me persiguen un poco, ahora no tanto. El proceso de plasmarlo en el libro me hace sentir que puedo hablar de ello sin derrumbarme.
¿Los lectores se sentirán identificados con tu historia?
Cuando escribí este libro mi único objetivo era que sea un libro para las personas que eran como yo, niñas migrantes y que se sintieran acompañadas con este libro. No pensaba que más personas que no han vivido esto, de golpe, se encontraran identificadas. Es el mensaje que estoy recibiendo en estos días.
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