Marina Aurora Bustamante es una exitosa empresaria, pero también es una orgullosa abuela que disfruta engriendo a los recién nacidos mellizos de su famoso hijo, Renzo Costa, y también es una moderna mujer que comparte su rutina de ejercicios a través de sus redes sociales, en las que cuenta con muchos seguidores. Pero no todo fue siempre fácil para esta emprendedora.
A los 16 años empezó a fabricar correas con una máquina de coser de segunda mano en su casa de Barrios Altos y terminó convirtiéndose en una de las mujeres más poderosas del Perú, según la revista Forbes. Esta es la historia de Marina Bustamante, la dueña y fundadora de la conocida marca de cueros Renzo Costa, una de las firmas más conocidas del país, con más de 65 tiendas a nivel nacional.
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Marina Aurora Bustamante Mejico nació el 18 de febrero de 1951 y se crió en Barrios Altos con su padre y sus hermanas. Una mañana de 1968, siendo una inquieta adolescente que estudiaba teatro, caminando por el centro de Lima le llegó la inspiración que cambiaría su vida.
“Pasaba por ahí porque tenía que comprar un pasaje para visitar a mi mamá, quien vivía en un pueblito de Jauja. En el jirón Ancash y las vías aledañas se había conformado un emporio de curtiembres donde había tiendas, negocios italianos y galpones de techos altos que exhibían sus mejores productos. Era la zona donde todos los zapateros compraban cueros, suelas y demás materiales. Fue entonces cuando sentí un olor muy fuerte que me trasladó a mi infancia”, recordó Marina en el libro ‘Renzo Costa, historia de una familia’.
“Mi abuelo, Juan Méjico, era curtidor artesanal en Jauja. No tuve el privilegio de conocerlo, murió antes de que yo naciera. Pero recuerdo el día en que, de niña, descubrí el pozo enorme donde él curtía sus cueros”, agregó.
Motivada por ese recuerdo de infancia, Bustamante se acercó a los vendedores y comenzó a preguntarles todo acerca del negocio de los cueros. Se le había ocurrido fabricar sus propias correas con hebillas de metal enormes, “como los que usaba Jimi Hendrix”.
“Por entonces estudiaba arte dramático en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) y me encantaba la moda hippie”, señaló.
Sin embargo, su padre quería que ingresara a la universidad a estudiar derecho o medicina, pero eso no era lo suyo. Finalmente pudo negociar con su padre y llegaron a un acuerdo de que postularía a la Universidad nacional Mayor de San Marcos, pero a cambio él le prestaría 600 soles para iniciar su negocio.
Con ese dinero compró una máquina de coser de segunda mano y comenzó a fabricar sus correas. “Me la vendió un señor que tenía un puesto en el mercado de la Unidad Vecinal N° 3. Con ella empecé a hacer yo misma correas cada vez más elaboradas”, afirmó la empresaria.
De las correas dio un salto a los bolsos y las carteras, tras comprar una en la tienda ‘Sayuri’ para poder desarmarla y aprender ella misma a confeccionarla.
Trabajando de día en su taller improvisado en la casa de Barrios Altos y estudiando de noche en San Marcos, logró reunir mil dólares para alquilar una tienda en el jirón de la Unión, la mejor zona comercial del centro de Lima. “Cuando cumplí 19 años pude alquilar un local en una galería comercial ubicada en la cuadra 8 del Jirón de la Unión, conocida entonces como la Gran Vía. Contraté a unas amigas para que me ayudaran a coser y a mi primer cortador, el maestro Julio Pérez”, recuerda en su libro.
Marina se quedaba en la tienda desde muy temprano hasta las 6 de la tarde, cuando se iba a estudiar, pero se quedaba dormida en las clases por el cansancio. El negocio, por el contrario, marchaba bien y pudo comprarse un auto Datsun del año para hacer sus repartos.
En 1973 logró instalar su segunda tienda en el sótano de la Vía Veneto, por entonces la galería comercial más importante de la ciudad y también quedó embarazada. “A esta tienda la bauticé “Renzo Costa”, el nombre de mi primer hijo, quien nació ese mismo año. Mientras que las otras tiendas se llamaban Boutique Sofía o Boutique Lorena, un local llamado “Renzo Costa” vendía carteras, vestidos y polos de mujer. El público no estaba acostumbrado, ¡muchos imaginaban que se trataba de un diseñador extranjero! Renzo fue mi inspiración y, actualmente, es un actor fundamental dentro de nuestra empresa”, afirmó Bustamante.
Debido a la gran acogida que tuvo la tienda, contrató personal y al poco tiempo compró su propio local en la cuadra 5 del mismo Jirón de la Unión. Ahí es cuando decide viajar a Argentina y traer modelos de casacas de cuero para incursionar en este rubro.
Todo iba viento en popa, cuando la ola del terrorismo empezó a golpear al Perú. Por motivos de seguridad, Marina y su familia decidieron irse a Chile, donde también abrieron tiendas de su marca.
En 1997 entró en una crisis comercial debido a la temporada de El Niño, y estuvo a punto de vender su marca, haciendo incluso las consultas con la Sociedad Nacional de Industrias, pero finalmente la empresaria dio un paso atrás y ese año abrió su sucursal en el Jockey Plaza Shopping Center.
Con su hijo Renzo Costa recién graduado en Chile, decidieron retornar al Perú e incursionar en el rubro de las billeteras. “Hoy las billeteras, al igual que otros accesorios como agendas y carteras, son nuestros productos con mayor demanda”, dijo la fundadora.
El último 24 de agosto de 2022, la revista Forbes la incluyó en la lista de las 50 mujeres más poderosas del Perú, por impulsar su negocio “pese a la crisis económica y social de los setenta y ochenta”. Además, en 2020, IPAE la galardonó como Empresaria del año.
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En la actualidad, su hijo Renzo Costa es presidente del directorio de la compañía, mientras que José Cabanillas es director comercial. Además, cuenta con socios estratégicos en Italia y España. Incluso, la compañía tiene vínculos comerciales con Gianni Conti, la empresa italiana que fue inspiración de Marina Bustamante en sus inicios para crear su propio emprendimiento.
Desde 2018 incursionó, además, en el rubro de la chocolatería.
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