Renato Cisneros presentó 'Dejarás la tierra', su nueva novela. Foto: Trome
Renato Cisneros presentó 'Dejarás la tierra', su nueva novela. Foto: Trome

Por Juliane Angeles ()

¿Cuál es el trabajo de un narrador si no es deformar la realidad? "Cuando uno cuenta lo que le ha pasado ya está deformando la realidad. La realidad no vuelve a ocurrir, un hecho se produce y cualquier reproducción que se haga de ese hecho siempre tiende al simulacro. Es imposible no desdibujar la realidad", asegura Renato Cisneros, quien acaba de presentar su nueva novela 'Dejarás la tierra' en la 22 Feria Internacional de Libro de Lima. 

En 'Dejarás la tierra', Cisneros, quien esta a punto de estrenarse como padre, cuenta que su tatarabuelo fue un sacerdote y tuvo siete hijos con su tatarabuela. "Ella se apellidaba Cisneros, él Cartagena. De hecho, yo descubrí que debería apellidarme Cartagena", explica. 

El también periodista cree que la escritura parte de la necesidad. Al preguntarle por el compromiso que siente tras la publicación de 'Dejarás la tierra', Renato Cisneros es contundente: "Escribir los libros que necesito escribir". No le interesan las tendencias que marcan el mercado editorial y en un acto de humildad afirma que es un escritor "muy consciente" de que no es un "genio". "Me cuesta escribir", asegura.

Renato Cisneros
contó a Trome.pe que para la escritura de 'Dejarás la tierra' tuvo que investigar y leer más. El trabajo fue más arduo que con 'La distancia que nos separa'. Y además aclara que esta nueva entrega no es la historia oficial de su familia paterna: "Cuento mi verdad, lo que yo creo que pudo haber ocurrido, y me gustaría que el libro se entienda así".

Has dicho que “uno escribe para definir objetivos sabiendo que no va a lograrlos”. ¿Durante la escritura de 'La distancia que nos separa' ya sabías que tal vez no ibas a conseguir entender quién fue tu padre antes que nacieras?
Hay una frase de un autor alemán que se llama Gotthold Ephraim Lessing que dice: “Si me dieran a escoger entre buscar la verdad y encontrarla, elegiría buscar la verdad". Creo que cualquier novelista cuando se enfrenta a un punto ciego sabe muy que en el fondo lo que busca no es hallar ese punto ciego, sino más bien vivir la aventura de buscarlo. En el caso de ‘La distancia que nos separa’, efectivamente, yo me metí a esa investigación sabiendo que era imposible llegar a conocer por completo a ese hombre tan complejo y poliédrico que era mi padre. No solamente porque ya había muerto, sino porque en sí misma esa es una búsqueda imposible. Pero quería igual hacer todo lo posible para ver si podía llegar a conocerlo un poco más en su muerte de lo que había podido conocerlo en vida.

‘La distancia que no separa’ ha sido un éxito. ¿Cómo ha sido tu relación con los lectores? ¿Alguno de ellos se sintió tan identificado con el tema del padre que se atrevió a contarte algo muy personal?
Parto del presupuesto de que el éxito en realidad es una impresión que tienen los demás sobre algo que te está ocurriendo a ti circunstancialmente. Una vez le escuché decir al escritor argentino Martín Caparrós que antiguamente en la jerga médica la palabra éxito estaba asociada casi a la muerte. Se hablaba del éxito de las enfermedades para referirse cuando un paciente moría.

En realidad, el primer uso que se le da a palabra tiene connotaciones muy negativas. Yo creo que a la novela le fue inesperadamente bien, no tenía ninguna expectativa, como trato de no tenerla ahora tampoco. Siento que si el éxito literario existe no tiene nada que ver con las críticas, ni con las ventas, ni con lo satisfecho que uno se pueda sentir. Todo eso importa sí, pero no tanto. Lo que importa más son las múltiples lecturas que hacen los lectores sobre algo que tú escribiste, sin saber en el fondo todo lo que estabas diciendo. Cuando escribes hay como verdades luminosas que solamente aparecen durante el proceso de la escritura, de las que uno no es tan consciente. Que uno no las tiene incorporadas racionalmente, pero que aparecen porque la escritura es así.

Mucha gente me dijo a mí por ejemplo: “Qué interesante que tu novela haya sido también una especie de cartografía del militarismo en el Perú “, yo jamás me planteé eso. Otra persona me dijo: “Qué bonito homenaje a tu madre es el libro de padre”, yo tampoco lo pensé nunca así. Para mí el éxito es poder tener este diálogo con los lectores, que pronto sí me escriben para contarte algo muy íntimo. Y de pronto siento que el libro los ha inquietado tanto al punto de querer ellos iniciar sus propias pesquisas familiares. La hija de Mariella Barreto, una de las mujeres asesinadas durante el período del fujimorismo, me escribió y me dijo que estaba muy deseosa de iniciar una investigación sobre su madre a raíz de la lectura de mi novela.

¿Qué compromisos sientes que tienes ahora como escritor y con tus lectores?
Escribir los libros que necesito escribir. Hacerle más caso a los temas que uno sabe que están dentro antes que estar buscando cuáles son los que marcan tendencia en el mercado editorial. Yo no soy un escritor muy imaginativo, no tengo un ápice de genialidad. Me cuesta mucho escribir, creo que soy un escritor trabajador e intimista. Por un lado mi vocación y mi compromiso es tratar de escribir novelas que salgan de las propias incomodidades que yo tengo dentro, no que sean entretenidas, sino que tengan alguna verdad interior.

La entrevista en video:

¿Crees que la escritura parte de la necesidad?
Sí. Por lo menos los libros que más me han impactado, los que más me han gustado, son libros que uno puede percibir que han surgido a pesar de su autor. Es como si el ciudadano que también es el autor hubiera preferido no tener que pasar por las vivencias que lo llevaron a escribir esos libros. Yo hubiese preferido que mi padre no se muera, que viva muchos más años, poder tener con él todas las conversaciones que quedaron pendientes. Esa novela surge de una herida. La literatura que más interesa leer y ojalá producir, nace de vivencias muy incómodas.

¿Cuál fue el punto de partida de 'Dejarás la tierra'? ¿También es del género de autoficción?
Es autorreferencial en la medida que hay capítulos contados desde el presente, desde el siglo XIX, desde el hoy, donde el narrador -que podría leerse como un alter ego mío- recapitula la historia de su familia paterna: La historia de los Cisneros. Desde ese punto de vista, sí podría tomarse como una novela autoficcional o de no ficción, pero hay muchos más capítulos que en ‘La distancia que nos separa’ que se los debo a la ficción absoluta. En ‘Dejarás la tierra’ yo cuento que mi tatarabuelo, que fue un sacerdote, tuvo siete hijos con mi tatarabuela. Ella se apellidaba Cisneros, él Cartagena. De hecho, yo descubrí que debería apellidarme Cartagena. Eso me ha hecho replantear asuntos de identidad y pertenencia. Fue un trabajo de ficción, de imaginar cómo podría haber surgido ese romance en un contexto tan álgido como la antesala a la independencia del Perú. Tuve que leer mucho más que la novela anterior. Tiene momentos de no ficción y ficción.

Se trata de la precuela de su anterior libro 'La distancia que nos separa'.
Se trata de la precuela de su anterior libro 'La distancia que nos separa'.

¿Cuál fue tu principal preocupación en ‘Dejarás la tierra’? ¿El lenguaje? ¿El tono? ¿Los datos?
El lenguaje y el tono. Pienso que toda novela tiene una anécdota central que define el gran tono del relato. Cuando yo contaba a amigos o a lectores que mi tatarabuelo fue un sacerdote y tuvo siete hijos ilegítimos, la gente se reía como si fuese una cosa pintoresca. Entonces, yo entendía que el tono para escribir esta novela tenía que ser no paródico pero sí melodramático. Tenía que ser un tono en el que también se sintiese que eso había sido un trauma a la larga para las generaciones siguientes de este sacerdote que no quiso, no pudo reconocer a sus hijos. Me he esforzado mucho en tratar de encontrar un lenguaje que me convenza a mí mismo. Uno trabaja mucho para que no parezca que ha trabajado mucho. Uno invierte muchas horas para escribir de tal manera que parezca natural. Siento que 'Dejarás la tierra' es una novela mucho más literaria.

Hay personas que te han acusado de deformar la realidad con ‘La distancia que nos separa’. ¿Crees que con 'Dejarás la tierra' ocurrirá algo similar? ¿Sientes que tendrás que defender este libro o no te preocupa?
No me preocupa tanto. Me parece curiosa que esa sea la impugnación, que haya deformado la realidad porque ese es el trabajo de cualquier escritor: deformar la realidad. Cuando uno cuenta lo que le ha pasado ya está deformando la realidad. La realidad no vuelve a ocurrir, un hecho se produce y cualquier reproducción que se haga de ese hecho siempre tiende al simulacro. Es imposible no desdibujar la realidad. La memoria es caprichosa. Esto no es la historia oficial de mi familia paterna. Cuento mi verdad, lo que yo creo que pudo haber ocurrido, y me gustaría que el libro se entienda así, no tener que estar defendiéndolo porque es literatura, y la literatura cuenta sus verdades de una manera distinta a las que nosotros nos contamos las verdades día a día.

¿Escribiste ’Dejarás la tierra’ enteramente en Madrid?
En realidad, escribí el primer manuscrito incluso antes de ‘La distancia que nos separa’. Tenía unos 700 u 800 páginas, había invertido 8 años en investigar. Ya no solo a mi padre, sino luego también a mis antepasados porque cuando yo investigaba a mis padres, me interesó mucho tratar de internalizar la relación padre hijo en mi familia. Cómo había sido la relación de mi padre con su padre, mi abuelo. Y también me interesó en saber cómo había sido la relación del padre de mi abuelo con su padre hasta que llegué a la historia de este cura que reclamaba una novela. Escribí esa novela larga. El editor en ese momento, Jerónimo Pimentel, me dijo: “Mira acá hay dos libros”. Yo solo veía un libro, él veía dos. Me fui a España con la misión autopersonal de reescribir esas primeras 400 páginas. Y de ahí salió esta novela.

¿Tu estancia en Madrid ha influenciado en tu escritura?
Sonaría bien decir que me fui del Perú para escribir y para apostar por mi vocación. En realidad me fui porque mi esposa es médico y ella tenía la oportunidad de hacer una especialización en España. Nunca me hubiera atrevido a irme por mis mismo, pero fue clave salir del Perú. Estaba muy acostumbrado a una rutina. Luego he pensado en otros autores que les tocó salir. Julio Ramón Ribeyro decía una cosa bien interesante sobre su exilio voluntario en París: “Cuando uno es un extranjero en un país, el extranjero siempre es una minoría y eso es incómodo, no estás en tu medio natural, pero incomodidad es buena para escribir”. Creo que esa reinvención me está resultando muy fructífera y estoy aprendiendo mucho de mí, y también del país.

En 'La distancia que nos separa' cuentas que el Ejército le impidió a tu padre que se case. Luego descubriste que tus padres no se habían casado en realidad. Ahora casado, ¿qué te producen esos momentos vividos por tu padre?
De hecho todos los hombres de ‘Dejarás la Tierra’, no de la vida real, todos los hombres son hombres que tienen vidas duplicadas, vidas paralelas. Amores secretos y muy contrariados. Y quizá me pongo a pensar que escribir también es como conjurar ciertos maleficios, romper ciertas cadenas que se han venido repitiendo. Yo elegí casarme tarde en realidad, a los 40 años, quizá como una forma de prevenir cualquier tipo de reiteración o de inscribirme en esta tradición de relaciones ilegítimas. Te diría que para mí escribir la manera de combatir esas cosas.

¿Cómo es tu proceso de escritura? Hay escritores que tienen horarios y otros hasta rituales...
Yo soy más productivo por la mañanas. Me levanto muy temprano, quizá porque me gusta pensar que es un trabajo. Cuando a Carmen Balcells le preguntaron por Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, ella decía: “Gabo es un genio y Mario es el primero de la clase”, con lo cual distinguía sutilmente la genialidad creativa de García Márquez y la aplicación y disciplina desmedida de Vargas Llosa. Yo me siento un autor más en la escuela Vargasllosiana, no porque escriba libros parecidos a él. Ojalá algunos de mis libros pudiese tener la consistencia y solidez de ‘Conversación en la catedral’ o ‘La guerra del fin del mundo’. Me refiero a que soy muy consciente de que no soy un genio. Me cuesta escribir y espero que los libros que pueda escribir y publicar en el futuro sean el resultado de un trabajo muy intenso.

Sobre el título de ‘Dejarás la tierra’...
Yo no tenía título, pero en enero de este año en un encuentro de escritores me crucé con Alberto Fuguet, un autor chileno, cuyos libros siempre leo. Soy fan de Fuguet. Y le decía “Alberto no tengo título”. Él tiene mucha perspicacia como editor. Y me dijo: “¿No tiene un epígrafe que vayas a utilizar?”. Y el único que se me vino a la cabeza es uno de los cuatro que uso en el libro, que es una cita bíblica del Génesis, que dice: “Yavé dijo a Abraham ‘deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre y anda a la tierra que yo te mostraré’”. Como no lo recordaba tal cual, le dije a Fuguet: “Sí tengo una cita bíblica como epígrafe que es algo así como “dejarás la tierra de tu padre”. Y me dijo: “¡Ese es tu título!”. Acto seguido me dijo: “No, saca lo de tu padre, solo dejarás la tierra”. Y me encanta el título, me parece que es misterioso. No se sabe quién dice ‘dejarás’ y no se sabe quién está dejando la tierra. Además todos los hombres de esta historia tuvieron que dejar el lugar donde nacieron para realizarse en otra parte. A mi abuelo lo deportaron en el gobierno de Leguía y tuvo que inventarse una carrera como periodista en Argentina. Mi padre nació en Argentina y tuvo que venir al Perú donde terminó siendo quien fue. Y yo sin haber pensado que me iba a inscribir en esa tradición he terminado viviendo fuera del Perú. Entonces, me parece que es un título redondo por eso.

Renato Cisneros lee el inicio de 'Dejarás la tierra':

¿Cómo ves el trabajo de tus colegas mujeres en el Perú?
Creo que hay autoras estupendas hoy en el Perú, de hecho hace poco, se dio a conocer de autores menores de 39 años, el Bogotá 39, y hay dos autoras peruanas: María José Caro y Claudia Ulloa. Yo animaría a la gente que busque los libros de ellas. Y también de Katya Adaui, Claudia Salazar y Gabriela Wiener. Hay muchas autoras que están contando historias muy interesantes. Y siempre que se haga algún recuento de escritores contemporáneos tendrían que estar mencionadas siempre ellas o algunas de ellas.

SOBRE EL AUTOR

Renato Cisneros, nacido en Lima en 1976, es un escritor y periodista que también ha publicado los libros 'Nunca confíes en mí' (2011) y 'Raro' (2012), además de 'La distancia que nos separa' (2015), que fue finalista de la II Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. Fue autor del blog 'Busco Novia', acaso el blog más exitoso creado en el Perú y que inspiró un libro del mismo nombre.

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