Niños y adultos esperan con ansias Halloween para disfrazarse y participar del pedido de dulces y de las fiestas en centros comerciales, barrios o casas. En el Perú, la celebración es reciente, pero en el hemisferio norte la fiesta está vigente desde por lo menos tres mil años antes.
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Según los estudiosos, el nombre viene de ‘All Hallow’s Eve’ que significa ‘Víspera de Todos los Santos’ que en otras partes del mundo es la Noche de Brujas Samhain o Fin del Verano en la antigua Irlanda celta.
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Los días de esta celebración comenzaban originalmente un día antes del ‘Día de Todos los Santos’ en la efemérides cristiana y marcaba el final de las cosechas y el Año Nuevo Celta. Tenía una duración de tres días. En algún momento de la historia se asoció hacia la muerte, el terror, los sobrenatural y hasta el satanismo.
Los celtas, ese pueblo que ocupó extensas áreas de Europa, especialmente el norte de España, Francia, Irlanda e Inglaterra, creían que las almas de los difuntos regresaban a sus hogares de visita en el festival de Samhaun, fecha también que los espíritus de las personas que habían muerto ese año podían pasar al otro mundo.
Debido a ello, una de las características era encender enormes fogatas para alejar a espíritus malignos usando también máscaras, situación por lo que hadas, demonios, brujas, duendes y demás personajes que causaran temor se asociaron con estas fechas.
Después de que el Imperio Romano conquistó territorio de los celtas en el siglo I de la era cristiana, mantuvieron la tradición aunque llamadas fiestas de Feralia celebrando a la Diosa de la Cosecha, Pomona, y a sus fallecidos.
Siglos después, la región celta fue cristianizada, aunque las celebraciones paganas siguieron realizándose. Entonces, en el siglo VII el Papa Bonifacio IV decretó el Día de Todos los Santos en la misma fecha de celebración pagana, y ya no el 13 de mayo como se había establecido, siendo ahora el 1 de noviembre para los cristianos.
La festividad del Halloween llegó a Estados Unidos durante el siglo XIX debido a la migración de cientos de miles de irlandeses, donde se agregaron diversos elementos a la celebración como el uso de espantapájaros. Pero el auge de manera comercial fue después de la Segunda Guerra Mundial gracias a las películas de terror.
La Iglesia Católica rechaza la celebración y busca que se siga celebrando el día marcado en el calendario litúrgico como sucede desde el siglo octavo que nada tiene que ver con los elementos alusivos a las brujas, fantasmas o monstruos de Halloween que, los más aventurados, tildan de “satánicos” o “demoniacos”. En algunos lugares, donde es imposible extirpar la tradición, los curas piden que se celebre Halloween con ese nombre, sino como ‘fiesta de la fantasía’, evitando el uso de disfraces o máscaras de sentido satánico.
La calabaza con luces, que en inglés recibe el nombre de Jack O’Lantern y que se traduce como Jack el del farol, es una costumbre que proviene de Irlanda y se inspira en la leyenda de Stingy Jack.
La leyenda afirma que Jack consiguió engañar al diablo y capturarlo. Sus mentiras y su forma de ser hicieron que, al fallecer, no fuera aceptado ni en el cielo ni en el infierno. El Diablo, en forma de venganza, le rechazó y le condenó a vagar por la Tierra de forma indefinida. Eso sí, al granjero malvado se le proporcionó una brasa que nunca dejaría de arder y que colocó dentro de un nabo en forma de farol, de ahí el nombre, que utilizaba para alumbrar el camino.
La razón por la que fue cambiada a una calabaza fue porque los irlandeses al migrar a Estados Unidos, no hallaron muchos nabos, pero sí extensos campos de calabazas.
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