Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación

“Esta es una historia llena de mentiras […] Es una historia turbia, particularmente por el protagonista principal, que desde hace al menos treinta años se ha encargado de ocultar o adulterar todo cuanto tuviera que ver con él”. Dice el reconocido periodista y escritor Luis Jochamowitz sobre en su libro ‘Vladimiro, vida y tiempo de un corruptor’.

En efecto, Montesinos, el exasesor del presidente Alberto Fujimori, es el rey de la mentira y el embuste. Por eso, a muchos ha sorprendido que el correcto fiscal José Domingo Pérez haya solicitado interrogarlo hoy día en la Base Naval, donde se encuentra recluido desde el 2001.

Según se conoció, Pérez le preguntará por sus vínculos con Vicente Silva Checa, otrora también asesor presidencial, y los aportes de la campaña del 2011 de la candidata Keiko Fujimori.

Pese a que ya lleva preso 18 años, Montesinos se mantiene vigente en el tiempo. Esa era una de sus obsesiones. En la actualidad, por ejemplo, sigue siendo socio activo de un antiguo club privado, cuyos primeros abonados pertenecieron a la aristocracia del distrito de San Isidro.

Montesinos se registró el 28 de noviembre de 1985, época en la que litigaba a favor de conocidos narcotraficantes. Su número de asociado es el 4152.

¿Qué cuento le narrará al fiscal del caso Lava Jato? Resulta obvio que Pérez se ha preparado con solvencia para interrogar a este siniestro personaje, que hizo de la mentira su mejor arma para controlar el país durante 10 años.

Montesinos puso en práctica su astucia desde que salió de la Escuela Militar de Chorrillos. En su libro ‘El poder oculto’, el sociólogo Francisco Loayza -quien fue su amigo y mentor, pero luego terminaron distanciados- relata varios episodios de la vida de Montesinos en aquella época.

Cuando era teniente, Montesinos tenía un jefe que siempre lo castigaba y no lo dejaba salir de noche a sus clases de Derecho, que llevaba en la Universidad de San Marcos. Un día se enteró que el oficial estaba postulando al grado de coronel. Ya había pasado todas las pruebas, solo le faltaba la entrevista personal que se realizaría al día siguiente.

En la víspera, Montesinos abrió el capot del auto de su jefe y averió el motor. Cuando el oficial quiso prender su carro, no encendía. No sabía qué hacer. Entró en desesperación. Los minutos para su cita avanzaban. En eso apareció Montesinos: “Mi comandante, llévese mi auto. Después arreglamos el suyo”, le dijo.

Su jefe nunca más lo volvió a castigar y le quedó eternamente agradecido.
Montesinos no tenía corazón. El día que su padre se suicidó y lo encontró muerto en su humilde cuarto, le preguntó a Francisco Loayza: “¿Tú crees que la muerte de este hijo de puta afecte mi carrera?”.

Ese es Montesinos. Vaya con cuidado, José Domingo. Nos vemos el otro martes.

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