Por: Miguel Ramírez
(Periodista de Investigación)
La noche del sábado, una noticia conmocionó al país: la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, confesó haber recibido dinero de las empresas corruptas Odebrecht y OAS para financiar las campañas contra su revocatoria y luego para su reelección. Lo hizo ante el periodista Nicolás Lúcar, de ‘Radio Exitosa’.
No se trató de un arranque de sinceridad. Susana Villarán estaba hasta el cuello. En la mañana de ese día se enteró que existía un audio grabado por su exfuncionario edil Gabriel Prado, el año 2017. Prado la grabó a ella y a su exgerente, José Miguel Castro, porque habían utilizado su nombre, sin su autorización, para abrir una cuenta en Andorra, a través de la cual se enviarían los sobornos.
En la conversación, difundida el domingo por ‘Cuarto Poder’, Susana Villarán y José Miguel Castro admiten haber recibido US$3 millones de Odebrecht.
Susana Villarán no tiene perdón alguno: recibió US$10 millones -aunque ella reconoce solo US$4 millones- de las compañías brasileñas, pese a que, en ese momento, tenían contratos de obras con la Municipalidad de Lima, que ella dirigía.
“Lo volvería a hacer”, dijo sin ningún escrúpulo.
Contra Susana Villarán también existen delaciones de tres testigos que declararon ante el fiscal Carlos Puma, quien ha pedido su detención por 36 meses.
Una fuente contó a este columnista que, cuando todo estalló, uno de los delatores le pidió a Susana Villarán que confesara cómo habían ocurrido los hechos. Como ella se negó, decidió contarlo todo.
Según el experimentado periodista del diario ‘El Comercio’, Mario Mejía, un testigo “habría involucrado en el caso a actuales congresistas y analistas políticos”.
Las pruebas contra la exalcaldesa son abrumadoras. El propio Léo Pinheiro, expresidente de OAS, y otros ejecutivos de dicha empresa confirmaron haberle entregado aportes, a cambio de ser favorecidos en el proyecto de la Línea Amarilla.
En dicha obra, Villarán suscribió una adenda que amplió la concesión de los peajes, de 30 a 40 años, a favor de OAS.
Apenas se conoció la confesión de Villarán, sus enemigos políticos le lanzaron, a través de las redes sociales, insultos y críticas de todo calibre.
“Mintió descaradamente durante 4 años y ahora le creen esos mensajes pseudo arrepentidos que confirman delitos”, escribió el congresista aprista Mauricio Mulder.
Muchos le respondieron a Mulder que Villarán no huyó ni se mató, como lo hizo su líder, el expresidente Alan García. En efecto, García se disparó para no responder por los sobornos que recibió de Odebrecht.
“Mismo Apra. Pero, al menos, la tía se va a comer la cana y no suicidarse cobardemente como tu amo”, le escribió un tuitero a Mulder.
Lo de Susana Villarán es el caso típico de politiqueros que se llenan la boca hablando de valores, ética, y dicen trabajar por los más pobres, pero por lo bajo reciben sobornos. ¿Cuántas más ‘Susanas Villarán’ faltan descubrir? Nos vemos el otro martes.