A un año del golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, han salido varios actores, con evidentes apetitos personalistas, atribuyéndose el papel protagónico de la detención del entonces mandatario.
La decisión para intervenirlo, cuando huía raudo a refugiarse en la embajada de México, recaía únicamente en una sola autoridad: el comandante general de la Policía Nacional. ¿Quién era ese 7 de diciembre del año 2022 el máximo jefe de esa institución? El general Vicente Álvarez Moreno. Él se encontraba reemplazando al general Raúl Alfaro, quien estaba enfermo de COVID.
Lo sintomático es que los medios y las autoridades entrevistadas por el primer aniversario de ese acontecimiento lo han obviado olímpicamente. Se trata de una mezquindad monumental.
Tal vez será porque Álvarez es un oficial de perfil bajo que no le gusta hacer alarde de sus acciones. Incluso, cuando lo han acusado de supuestas irregularidades, ha preferido el silencio. Es un policía experimentado que realizó importantes y exitosas operaciones contra el terrorismo en los años más duros que vivió el país.
En un documento que preparó hace unos meses y en una conversación con este columnista, Álvarez revela detalles inéditos del crucial momento en que tuvo que tomar la decisión de ordenar la detención del golpista Castillo.
El general cuenta que, después del mensaje presidencial, el jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., el general del Ejército Manuel Gómez de la Torre, convocó a una reunión de emergencia a los jefes del Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Policía Nacional. Acordaron defender la Constitución y difundieron un comunicado.
Cuando aún ellos se encontraban reunidos, Castillo salió de Palacio con su esposa, sus hijos y el expremier Aníbal Torres con rumbo a la embajada mexicana. “El Congreso acababa de vacarlo. Pero no había ninguna orden fiscal o judicial para detenerlo, y Castillo ya estaba escapando”, cuenta Álvarez.
Continúa: “Todos los policías que tenían que ver con ese desplazamiento y lo que ocurría en esos minutos esperaban mis indicaciones. Medité unos segundos, pensé en los peruanos. Castillo no se podía escapar. Entonces yo di la orden para que lo intervinieran. ¡Fue la decisión más trascendental de mi vida profesional!”.
Paradojas de la vida: cuando asumió su cargo como presidenta, Dina Boluarte lo ‘premió’ pasándolo al retiro en marzo.
El general también narra que, cuando él se encontraba ya con Castillo y Aníbal Torres en un ambiente de la Prefectura, apareció el coronel Harvey Colchado y armó un escándalo para que le entregaran a Castillo. Pero Álvarez no se lo permitió.
Sin embargo, cuando llegó la entonces fiscal de la Nación, Patricia Benavides, ella misma le pidió que dejara entrar a Colchado y su grupo. “Son mis engreídos”, le dijo. Benavides jamás imaginó que dicho policía terminaría investigándola, sin que ella lo supiera, originando la separación de su cargo, como ocurrió la semana pasada. Como dice el refrán: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. Nos vemos el otro martes.
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