¿Quién es Luis Barrranzuela? “El poder está en el VRAEM, el poder no está en Lima. Mañana ustedes háganse sentir frente al presidente de la República: ¡no a la erradicación de la hoja de coca!”.
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A inicios de octubre, eso le dijo Luis Barranzuela a un grupo de cocaleros radicales en Pichari, la puerta de ingreso al infierno del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, en donde operan narcotraficantes y senderistas.
El martes pasado, el presidente Pedro Castillo nombró a este policía en retiro, que apenas llegó al grado de mayor, como ministro del Interior. La designación de Barranzuela parece de ficción: una de sus principales misiones será la lucha contra el tráfico de cocaína. El principal insumo para esa droga es la hoja de coca, a cuya erradicación él mismo se opone públicamente.
En rigor, su nombramiento no debe sorprendernos. El mandatario también objeta la erradicación de ese cultivo.
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“Yo he tenido siempre en mente que esta hoja bendita no es blanca, es una hoja verde, es una hoja bendita”, dijo eufórico Castillo hace poco, también en Pichari, en donde anunció la industrialización de ese cultivo, que sería una copia de lo que hizo el expresidente boliviano Evo Morales, a quien admira.
ALERTA MÁXIMA
Las alarmas se han encendido en los organismos que combaten el narcotráfico, especialmente en la oficina de la DEA en Lima y en el despacho de Lisa Kenna, la embajadora de Estados Unidos. Kenna tiene una amplia experiencia en temas de seguridad. Ha estado en países convulsionados y trabajado en la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
La preocupación tiene asidero. Casi la totalidad de la hoja de coca que se produce en el VRAEM –que Castillo llama ‘hoja bendita’– es utilizada para el narcotráfico. El 75 por ciento de la cocaína que los narcos peruanos ‘exportan’ al mundo –unas 810 toneladas al año– se procesan y salen de ese valle.
Por su accidentada geografía, el VRAEM es una zona casi inexpugnable. Allí han muerto más de 800 efectivos de las fuerzas del orden, la mayoría de ellos jóvenes, combatiendo ese delito.
En los registros de inteligencia antinarcóticos, el hoy ministro Barranzuela está referenciado como ‘operador político cocalero’. Hace poco estuvo con el congresista Guillermo Bermejo, de Perú Libre, promoviendo la recolección de firmas para una asamblea constituyente que cambie la Constitución actual.
“El nombramiento de Barranzuela obedece al plan del presidente Pedro Castillo y de Vladimir Cerrón de captar al numeroso gremio cocalero del VRAEM y de todo el país, para sus intereses políticos y la obtención de recursos económicos, como lo hizo Evo Morales. Un hombre clave en ese objetivo es Bermejo, quien pretende expulsar a la DEA del país y se ha reunido con gente de Sendero que opera en ese valle”, me dice una fuente de inteligencia antidrogas.
Por cierto, lo primero que hizo Barranzuela apenas asumió su cargo de ministro del Interior fue reunirse con Bermejo y Roger Nájar, otro dirigente radical del partido de gobierno, con quienes conversó por más de una hora.
El nombramiento de Barranzuela es extremadamente preocupante. “Si sumamos el mensaje equivocado que sale desde el Gobierno, entonces el escenario es apocalíptico. Estamos camino a convertirnos en un peligroso narcoestado”, dijo el sábado el exministro del Interior Rubén Vargas, en una entrevista concedida a El Comercio.
EL ABOGADO DE CERRÓN
Por donde se le mire, Barranzuela no es la persona más idónea para ocupar la cartera del Interior: el mismo día de su juramentación, era abogado de Vladimir Cerrón en el caso de los ‘Dinámicos del Centro’, que podría implicar al presidente Pedro Castillo. Según la fiscalía, la campaña electoral del mandatario habría sido financiada con fondos ilícitos.
También era abogado del expremier Guido Bellido y Guillermo Bermejo, en casos que implican a ambos con el terrorismo.
Por si eso es poco, en sus 27 años de policía, el mayor Barranzuela fue amonestado ¡158 veces! por abandono de destino, contra el espíritu policial, abuso de autoridad, contra el decoro y contra el deber profesional.
El ministro es toda una joya. Su permanencia en el gabinete es la primera prueba de fuego de la premier Mirtha Vásquez. Veremos si hace honor a su apelativo de la ‘Generalita’.
Nos vemos el otro martes.
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