El paro de transportistas, manejado de una manera torpe por el Gobierno y que puede convertirse en una escalada social, ha desviado la atención de un hecho macabro que causa estupor: en una localidad llamada Las Tolvas, fue encontrada la semana pasada la primera fosa común, en donde fueron arrojados 14 cadáveres de personas muertas en enfrentamientos entre mineros ilegales o en ajustes de cuentas.

Según fuentes de inteligencia policial, es el primer hallazgo, pero existirían más a lo largo de las extensas zonas en donde operan ‘los parqueros’, como se les conoce a los mineros ilegales que extraen oro de manera ilícita.

De acuerdo a lo que informó el general José Zavala, jefe de la Región Policial de La Libertad, la excavación tenía varios metros de profundidad. Fue encontrada en uno de los más de 250 socavones que son controlados por delincuentes a sueldo. La escena era macabra: había huesos, zapatos, cuerpos en descomposición y ropa con restos de piel humana desperdigados por todos lados que corresponderían a 14 personas. Y podrían ser más.

Zavala dijo que los cuerpos pertenecerían a ciudadanos que nunca fueron reportados como desaparecidos. El mismo general dio otro dato de pavor: entre el 2023 y el 2024 se registraron quince denuncias de personas desaparecidas, pero eso no descarta que la cifra pueda ser mucho mayor, toda vez que a Pataz llegan legiones de individuos, especialmente venezolanos, para trabajar en los túneles de la minería ilegal.

Ese número, sin embargo, se queda corto con la información que maneja Greco Quiroz, el exconsejero regional de La Libertad. Quiroz llegó a documentar la desaparición de ¡280 personas! entre el 2015 y el 2019.

Pataz se ha convertido en una tierra de nadie y de película de ficción. Pues, el otro lado de la moneda de esa fosa común son los lujos y la gran vida que se dan los mineros ilegales.

Un reportaje de la Unidad de Investigación del diario El Comercio, difundido el mes pasado, mostró que los cerros del distrito de Pataz están repletos de casas con enormes piscinas y canchas de fulbito, existen hoteles de lujo, discotecas, edificios de hasta doce pisos, bares, grifos, toda una infraestructura que puede ser la envidia de cualquier ciudad próspera. Las calles están llenas de flamantes camionetas cuatro por cuatro y hasta los niños van en cuatrimotos a sus escuelas.

Eso tiene su explicación: la minería ilegal genera ganancias de US$ 6000 millones al año. Es, hoy por hoy, la economía criminal más rentable que el narcotráfico, que mueve unos US$ 4800 millones. Con esa millonada de dinero podrían financiar revueltas y paros interminables.

Lo que ocurre en Pataz es similar a lo que pasa en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), la capital del narcotráfico, en donde —desde hace ya varias décadas— los narcos y los rezagos de Sendero Luminoso tienen el control total y nadie los puede derrotar. Las mafias nos están ganando la guerra. Nos vemos el otro martes.

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