(Fotos: Redes sociales)
(Fotos: Redes sociales)

Después de casi una década, la Policía logró asestarle un duro y espectacular golpe al narcotráfico internacional de alto vuelo. El martes de la semana pasada, agentes antidrogas y de la Sunat incautaron ¡siete toneladas de clorhidrato de cocaína! Se encontraban camufladas en baldosas de madera en un contenedor

Es un logro sensacional que, lamentablemente, los medios no le han dado la importancia debida. Están más entretenidos publicitando lo que hacen la fiscal Marita Barreto y el coronel Harvey Colchado.

Pero aquí no queda la cosa. Esas siete toneladas incautadas formaban parte de otro gigantesco cargamento de nueve toneladas de droga que fueron decomisadas, en diciembre del año pasado, en Tambo Quemado, Bolivia.

Es decir, en total, una sola mafia —integrada por narcotraficantes colombianos, bolivianos y peruanos— era dueña de 16 toneladas de cocaína. Su destino era los puertos de Amberes (Bélgica) y Ámsterdam (Países Bajos). Si ‘coronaban’ ese envío, los narcos se iban a embolsicar, por los elevadísimos precios que se pagan en esos lugares, unos 1,200 millones de dólares. Una cifra verdaderamente alucinante.

Toda la droga fue elaborada en Bolivia, que es el tercer país en el mundo que produce cocaína, después de Colombia y Perú. Su traslado fue casi cinematográfico. Después que partió de Bolivia, el camión que la transportaba cruzó la frontera con Chile hasta llegar al embarcadero de Arica, en donde fue acondicionada en un contenedor. Luego llegó al puerto del Callao. El contenedor se perdió entre los miles que se despachan diariamente al mundo entero.

El dato sobre el movimiento de la gigantesca mercadería lo dio la Policía boliviana, que había incautado el otro cargamento en diciembre. No era fácil descubrirla. Por eso, se unieron policías antidrogas y agentes aduaneros.

“Fue un trabajo muy fuerte. ¿Te imaginas revisar miles de contenedores? Estábamos contra el tiempo. El único dato clave que teníamos era el nombre de la empresa exportadora, Industrial Maexa, pero finalmente logramos descubrir la mercadería. Tuvimos una ayuda valiosa: un perrito de la Unidad Canina K-9. Hace muchos años que no se incautaba una cantidad tan gigantesca”, contó un agente antidrogas.

El importante decomiso es un gran paso, pero insuficiente. Las siete toneladas de cocaína no llegan ni al 1 % de las 900 toneladas que el Perú ‘exporta’ anualmente al extranjero.

Lo ocurrido ha encendido las alarmas de las entidades antinarcóticos, especialmente de la sede de la DEA en Lima. Es una prueba contundente de que el narcotráfico se acrecienta vertiginosamente.

Por el lado del gobierno de la presidenta Dina Boluarte, sin embargo, no se observa cambio alguno en la política antidrogas. En julio del año pasado, en su primer discurso presidencial, dijo que “la lucha contra ese flagelo se incorpora desde este momento en la agenda central de mi despacho”. Pero todo sigue igual o peor que antes. ¿Se le habrá perdido su agenda? Nos vemos el otro martes.

MÁS INFORMACIÓN:

tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC