Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Alonso Chero
Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Alonso Chero

Mientras la presidenta Dina Boluarte está más preocupada en agarrar cuanto viaje al extranjero se le presente, el premier acrecienta su poder y asume poses de mandatario y hasta de dictador.

Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Alonso Chero
Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Alonso Chero

Pese a que el país sufre una descomunal recesión, la jefa de Estado viajará por cuarta vez, en menos de cuatro meses, al exterior, acompañada de un numeroso y costoso séquito de asesores. Un lujo innecesario que Otárola no se lo dice, sino que parece azuzar para acrecentar la impopularidad de Boluarte. De paso, distrae las denuncias que hay en su contra, como la contratación de sus “amiguitas” después de visitarlo en su despacho ministerial.

Otárola es un político hábil, astuto, con experiencia, lo que no tiene Boluarte. Ahora tiene un poder inmenso. Su gente de total confianza está en puestos estratégicos. Varios de ellos, incluso, con investigaciones en la Contraloría. Ha desplazado a Nicanor Boluarte, el hermano de la presidenta, quien influía en las decisiones del Gobierno”, me cuenta una fuente palaciega.

El poder ha obnubilado a Otárola, al igual que a varios de sus ministros. La prensa se ha convertido, según se desprende de sus propias declaraciones, en su principal enemigo por los destapes que cada semana revelan los medios de comunicación.

(Estaríamos entrando) a un peligroso escenario en el que se pide información hasta por la marca de lápiz que utilizamos (los ministros) en nuestros escritorios”, dijo indignado el martes, cuando los periodistas le preguntaron sobre la contratación de servicios de su amiga Yaziré Pinedo Vásquez.

El programa ‘Panorama’ denunció que la joven obtuvo dos contratos por un monto de 53 mil soles. Y después, en el colmo de los colmos, se le cursó una solicitud para que cotizara el sueldo que quería ganar. Todo ocurrió después de visitar a Otárola.

La reacción del premier sienta un peligroso precedente, pues pone en evidencia su incomodidad por la labor fiscalizadora de la prensa respecto de los gastos que se hacen en la gestión pública. Los medios han recurrido a la ley de transparencia para que se les informe sobre casos de gastos y contrataciones, tras lo cual han saltado a la luz escandalosos casos, entre ellos la contratación de su amiga Yaziré Pinedo.

Otárola también la emprendió contra los fiscales. Los acusó de filtrar información a los medios. Las filtraciones no son nada nuevo. Lo que parece preocuparle es que trasciendan datos o declaraciones sobre las investigaciones que él tiene en su contra.

Además de las indagaciones por las contrataciones de sus “amiguitas elegidas”, el premier está incluido en una investigación fiscal por el pago de 41 millones de soles a la empresa Aionia. El desembolso lo hizo EsSalud en tiempo récord y existiría una conexión que conduce a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).

“No existe corrupción, porque yo digo que no existe corrupción”, ha pontificado Otárola. ¿Ah, sí? Eso está por verse. Nos vemos el otro martes.

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