Por: Miguel Ramírez
"Esas comisiones son un circo". La vez pasada que acepté reunirme con una comisión los invité a Palacio, vinieron todos y fue una recatafila de insultos espantosos”. Apenas el presidente Pedro Pablo Kuczynski dio esta declaración, los congresistas de la poderosa bancada fujimorista le saltaron al cuello.
“Es delicado que diga que es un circo. La representación nacional de ninguna forma es un circo”, dijo furiosa Rosa Bartra, presidenta de la Comisión Lava Jato, quien pide interrogar al mandatario sobre su participación en la obra de la carretera Interoceánica.
Sin embargo, muchos peruanos -entre ellos este columnista- también comparte lo expresado por el jefe de Estado: las comisiones investigadoras –especialmente la que investiga el caso de la empresa /- se han convertido en un nido de venganzas políticas, maltratos, abusos y hasta componendas.
Prueba de esto último es el interrogatorio complaciente el viernes a Keiko Fujimori. Sus congresistas hasta crearon un hashtag YoPongoLasManosAlFuegoporKeiko. ¿Dónde está la imparcialidad?
A los adversarios políticos de antaño se los tienen horas de horas interrogándolos, y por más explicaciones que dan, se les termina denunciando ante el Ministerio Público. En el caso de la Comisión Lava Jato, salvo las de los congresistas Gino Costa y Mauricio Mulder, las preguntas de los demás miembros de esa comisión son para llorar. Las que formula la parlamentaria Karina Beteta, por ejemplo, parecen extraídas de una tira cómica. Ni sumar sabe.
Los fujimoristas, por cierto, son unos linces investigando a sus adversarios, pero cuando de ellos se trata se encubren y protegen sin ninguna pizca de rubor. Un claro ejemplo de ello es lo que sucede en la Comisión de Ética, que preside el parlamentario Juan Carlos Gonzales.
En total son nueve los congresistas naranjas que han sido denunciados por diversos hechos, pero a cinco de ellos se les archivó sus casos y el resto duerme el sueño de los justos.
Elard Melgar, Moisés Mamani y Lucio Ávila fueron acusados por plagiar sus tesis y mentir en sus hoja de vida; Alejandra Aramayo fue denunciada por extorsión; y el excéntrico Héctor Becerril, por un claro caso de tráfico de influencias a favor de una empresa azucarera.
Pese a las pruebas aportadas, en la mayoría de casos por la prensa de investigación, esas denuncias fueron archivadas.
Quedan pendientes las de Marita Herrera, por mentir al haber dicho que estuvo en su tierra en la semana de representación cuando estaba fuera del país; Luis López, por interceder a favor de su hermano en un proceso judicial con la FAP; Betty Ananculi, por falsear su hoja de vida; y Yesenia Ponce, por mentir en sus estudios escolares. Es más que seguro que estos también quedarán libres de polvo y paja.
Como bien dice Augusto Álvarez Rodrich, hasta los circos son más ordenados y coherentes. Nos vemos el otro martes.