Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación
“Los congresistas son como el matoncito de barrio. Te insulta, te escupe, pero cuando lo enfrentas y lo retas a golpes, arruga, recula, se corre”, me dijo un taxista cuando el presidente Martín Vizcarra anunció que pedirá al Congreso la moción de confianza para acelerar la reforma política.
No le falta razón. Apenas terminó el mensaje del mandatario, los parlamentarios -sobre todo los fujiapristas que dominan el Parlamento- se volvieron ‘suavecitos’. Recorrieron los medios y, con cara de buena gente, dijeron que ellos no se oponían a las reformas.
Luz Salgado afirmó que “Martín Vizcarra no debió levantar el tono y decir adjetivos hirientes”. Se olvidó que la congresista de su bancada, Milagros Salazar, le dijo al presidente hace unos meses ‘malnacido’ y ‘traidor’.
Luego recurrieron a las más estrambóticas triquiñuelas para declarar ilegal el pedido del mandatario.
Si los congresistas no aprueban la moción de confianza, el jefe de Estado está en la facultad de cerrar el Congreso. Corren las apuestas: ¿Aceptarán o no?
Este columnista cree que sí. Lo harán, entre otras razones, para no quedarse sin el ‘sueldazo’ que reciben mensualmente y el poder de sus cargos.
Un congresista cobra mensualmente S/.15,600 y dos gratificaciones. Es decir, reciben 14 sueldos al año que suman, en total, ¡S/210 mil soles anualmente!
Su sueldo es 46 veces más del sueldo mínimo, S/.950, que es lo que gana mensualmente la mayor cantidad de peruanos. Mucho más, por cierto, de lo que recibe en Colombia un senador, que cobra un monto equivalente a 38 veces la remuneración mínima vital.
¿Estarán dispuestos los 130 congresistas a dejar de percibir sus jugosos emolumentos? Muchos de ellos hicieron préstamos para sus campañas. Otros recibieron dinero y fueron financiados por lo bajo, a cambio de, una vez en el poder, devolver los favores.
Apenas asumieron sus cargos, varios –principalmente los fujimoristas– adquirieron lujosas viviendas en zonas exclusivas de Lima, y hasta se compraron camionetas último modelo. Unos lo hicieron a través de préstamos bancarios y otros no se sabe cómo Dios compraron todo.
El año pasado, por ejemplo, la revista ‘Hildebrandt en sus Trece’ reveló que la congresista Rosa Bartra adquirió un departamento en San Isidro a la mitad de su precio real: pagó U$S140 mil, pero su precio en el mercado es de US$235 mil.
Sin contar el caso del parlamentario Héctor Becerril, quien le pidió a una empresaria que le regalara porcelanato, por un valor de S/.74 mil, para equipar su casa, a cambio de hacerla ganar una obra pública.
Pese a ello, varios se han quejado de que su sueldo no les alcanza para vivir. Ahora, muchos se comen las uñas preocupados por el cierre del Congreso. Pero lo que es peor: no admiten que ellos mismos crearon esta situación y por eso el pueblo los repudia. Nos vemos el otro martes.
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