Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación
El martes pasado, nadie podía creer lo que estaba pasando: más de una docena de conocidos abogados fueron enviados a prisión porque –según la Fiscalía del caso Lava Jato–favorecieron a la empresa corrupta Odebrecht en millonarios laudos arbitrales.
En el grupo se encontraban connotados letrados, catedráticos y hasta el decano de una de las universidades privadas más prestigiosas del país.
Culpables o inocentes, lo que llama la atención es que, esta vez, el delator estrella no es Jorge Barata, el funcionario corruptor de la empresa brasileña. Se trata de Horacio Cánepa, un abogado que desde 1995 anda en malos pasos, pero nunca –¡Oh, sorpresa!– le ha pasado nada y hasta hoy camina muy orondo por las calles.
En la época del fujimontesinismo, Cánepa estuvo involucrado en un fraude electoral conocido como el ‘Huanucazo’ y huyó del país. Varios años después regresó y fue cobijado en su nido político, el Partido Popular Cristiano (PPC), en donde era íntimo de Lourdes Flores Nano y otros actuales dirigentes, que hoy lo desconocen.
De acuerdo con lo revelado, Cánepa era el coordinador entre Odebrecht y los árbitros. Cada vez que la empresa ganaba un laudo, él se encargaba de pagarles. Y hasta –según se sabe- los grababa subrepticiamente cuando les entregaba el soborno.
Cánepa repartió US$ 5.2 millones y se quedó con US$ 2.6 millones, según las investigaciones.
Apenas saltó su nombre, ni corto ni perezoso, Horacio Cánepa corrió donde los fiscales del caso Lava Jato, se ofreció de colaborador eficaz y cantó varias rancheras con todo lo que sabía. A cambio, lo dejaron en libertad y sus antiguos compinches ahora están presos.
Una cosa similar ocurre con Luis Nava Guibert, el otrora secretario del expresidente Alan García. Nava apañaba sus fechorías financieras, pero cuando lo metieron preso su memoria recordó hasta las loncheras en donde Jorge Barata le llevaba las coimas a su jefe.
Lo mismo hizo su hijo, José Antonio Nava Mendiola, quien confesó que él mismo llevaba maletines repletos de dólares a García, el cual terminó suicidándose.
Hasta el 2006, cuando Alan llegó al poder, los Nava estaban quebrados económicamente. Los camiones de su empresa se quedaban a medio camino por vetustos e inservibles, pero luego se volvieron en los nuevos millonarios del país.
¿Qué otros beneficios han recibido Horacio Cánepa y los Nava a cambio de su libertad? ¿Qué pasará con sus propiedades y la fortuna que amasaron con plata ilícita? ¿Seguirán gozando de su dinero malhabido como si nada hubiera pasado?
Los fiscales del caso Lava Jato merecen el apoyo de todo el país, pero también deben responder por lo que hacen. Lo que pasa es que, según me cuentan, se ‘pican’ con las preguntas incómodas. Y muchos colegas no preguntan por temor a no tener más ‘exclusivas’. Eso no ocurría en mis tiempos. Nos vemos el otro martes.
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