POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
“Exijo que los fiscales pregunten sobre mí al Sr. Barata. Que nadie, menos PPK, me use para no ser comprendido en el interrogatorio”, escribió el viernes en su Twitter el expresidente Alan García. Lo hizo apenas se enteró que los fiscales que hoy y mañana interrogarán a Jorge Barata, en Sao Paulo, no tienen en su cuestionario preguntas sobre él ni del presidente Pedro Pablo Kuczynski.
Solo llevan preguntas acerca de la expareja presidencial Ollanta Humala y Nadine Heredia, y Keiko Fujimori, la lideresa de Fuerza Popular.
El mensaje de García es parte de su conocida astucia para confundir. Anda preocupado, pues hasta hace poco hizo lo imposible, aunque sin éxito, para que su abogado estuviera en el interrogatorio de su amigo Jorge Barata, el exmandamás en Lima de la empresa Odebrecht, que repartió millonarios sobornos en bancos y empresas offshore en el mundo.
Al margen de lo que diga Barata, no es la primera vez que sobre García pesan sospechas sobre supuestas cuentas que tendría en el extranjero.
En su libro ‘El caso García’ –un verdadero best seller, cuyo contenido nunca ha sido desmentido– el exdiputado Pedro Cateriano cuenta que, en 1990, los miembros de la comisión que investigó a Alan García recibieron una gravísima información de la famosa empresa de investigación Kroll.
Según la firma, el exmandatario había tenido una cuenta en el Western Federal Saving de Dallas, Texas, que luego fue transferida al Sulbelt Savings, también del mismo lugar.
La cuenta fue abierta en noviembre de 1988 y cerrada en diciembre de 1989, en pleno apogeo de su primer gobierno.
La información –según se narra en el libro– había sido obtenida del Departamento de Servicios de Clientes del mismo banco y estaba dentro de una microficha, que luego desapareció misteriosamente cuando los parlamentarios llegaron a Dallas.
“¿Qué ocurrió con la microficha? ¿Qué extraños magos tenían el poder suficiente para esfumarla y no dejar huella? ¿Era un inexcusable descuido o una insolente demostración de ‘eficacia’? Lourdes Flores (la otra integrante del equipo) no lo supo. Habíamos llegado demasiado tarde a Dallas”, cuenta Cateriano.
Cuando eso ocurrió, García se hizo asesorar por uno de los estudios de abogados más importantes y caros de Washington, que cobraba entre 300 y 400 dólares la hora.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos no levantó el secreto bancario a García, pues para eso requerían una autorización judicial. Pero sí les informó a los congresistas que varios allegados al exmandatario, durante su gobierno, habían ingresado dinero en efectivo a ese país.
Los montos fluctuaban entre los US$5 mil hasta los US$400 mil, un promedio de US$10 mil a US$15 mil por persona. La lista la conformaban, entre otros, Rómulo León, Luis Gonzales Posada, Remigio Morales Bermúdez y Alfredo Zanatti. También su esposa Pilar Nores.¿Contará Barata todo lo que sabe? Nos vemos el otro martes.