
La captura de Erick Moreno Hernández, alias ‘El Monstruo’, el criminal más buscado del país, es un logro extraordinario de las policías de Paraguay, Brasil y Perú. También participó la DEA norteamericana. Es lamentable que algunos periodistas, en un afán mezquino, hayan pretendido ningunear a nuestra Policía Nacional, por el solo hecho de ser opositores al exministro del Interior, Juan José Santiváñez, en cuya gestión se inició la operación de esa detención. Al César lo que es del César.
Los agentes paraguayos jamás hubieran podido capturar a ese delincuente sin la información proporcionada por los grupos de inteligencia peruanos y brasileños.
Lo que sí causa honda preocupación son los presuntos contactos que tenía dicho extorsionador al interior de la Policía, que lo alertaban para evitar su detención. En junio pasado, ‘El Monstruo’ logró escapar de Brasil cuando estaba a punto de ser aprehendido. Malos policías, que los hay, le habrían dado el dato.
Sin embargo, en rigor, la filtración de información sensible suele ocurrir cuando se pone en marcha la captura de un terrorista, un delincuente o un mafioso de alto perfil.
Eso ocurrió a inicios de 1990 con el entonces líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, cuando su secta terrorista desangraba al país. Guzmán y parte de su cúpula ya estaban centrados en una vivienda de Lima.
Los agentes de la Policía contra el terrorismo habían logrado dar con su ubicación. Horas antes de que se iniciara la redada, alguien metió, por debajo de la puerta de la vivienda donde se encontraba escondido, un papel que le decía: ‘¡Huye!’.
Cuando la Policía intervino ya no estaba, pero se encontraron prendas personales, las medicinas que tomaba y, en la mesa de noche de su cama, sus anteojos con los que leía.
“Un miserable lo dateó”, me dijo el fiscal que estuvo a cargo de esa operación, que me tocó cubrir cuando era un joven reportero de la revista Oiga. Tiempo después se conoció que el propio Vladimiro Montesinos —quien ya había asumido la jefatura del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN)— fue quien lo alertó.
Si Guzmán hubiese sido capturado en ese momento, Montesinos no hubiera recibido las millonarias partidas de dinero que había solicitado para esa misión, que jamás llegó a cumplir. Dos años después, en 1992, los mismos agentes policiales que participaron en la primera redada lograron capturar al terrorista.
Una similar situación ocurrió con la detención del poderoso narcotraficante Fernando Zevallos, Lunarejo, quien tenía infiltrada a casi toda la Policía antidrogas. El narco recibía información en tiempo real. Se tuvo que formar un equipo especial con agentes de otras dependencias. Solo así se logró detenerlo.
Tras la captura de ‘El Monstruo’ Erick Moreno, los tres teléfonos celulares que utilizaba se convierten en una fuente de información clave. Entre tanto, con su arresto, ha quedado demostrado que la Policía peruana tiene un alto nivel profesional, que nos debe enorgullecer. Nos vemos el otro martes.
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