Por: Miguel Ramírez

El año 2009, cuando la convoqué a la Unidad de Investigación del diario ‘El Comercio’, la impecable periodista Elizabeth Salazar me propuso investigar a fondo al entonces alcalde de San Juan de Lurigancho, . Fueron varias las denuncias que publicamos, una más contundente que la anterior, pero al poderoso alcalde no le pasaba nada. Sin embargo, la semana pasada, siete años después, la perseverancia de Salazar y de colegas de otros medios tuvo su recompensa: la Sala Penal Nacional por lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

De acuerdo con la sentencia, Carlos Burgos se birló S/.8’445.210,01 del erario de ese municipio, que dirigió por dos períodos consecutivos (2006-2014). La pista clave fueron sus ingresos y egresos. Solo una muestra: el 2008, Burgos tuvo ingresos por S/.110 mil, pero sus gastos llegaron a S/.1’015.930,28. Ni el mago Mandrake hubiera podido justificarlos.

Carlos Burgos no tenía reparos en mostrar su riqueza. Se construyó un moderno y apoteósico colegio llamado Saint Jhon’s. El local parecía de otro mundo, era un insulto a la pobreza, estaba rodeado de chozas y gente pobre.

Sus oscuras andanzas financieras se conocían una y otra vez –llegó a tener 73 denuncias-, pero era intocable. Tenía y hacía alarde de sus poderosas influencias. Era socio político del alcalde Luis Castañeda, y su secretario personal Luis Nava.

Castañeda lo reclutó el 2006 por su capacidad para organizar los programas del Vaso de Leche y los comedores populares. Desde ese año, hasta hoy, milita en su partido Solidaridad Nacional.

Ese mismo año, Alan García –astuto como él solo- le puso el ojo. Se ganó su confianza. García sabía que San Juan de Lurigancho es el distrito con más votantes de todo Lima. Esa comuna decide una elección presidencial, como ocurrió en ese momento cuando García fue elegido presidente de la República.

Alan García y Carlos Burgos se hicieron íntimos. En mayo del 2011 -antes de dejar la presidencia- Alan lo condecoró con la Orden del Mérito por Servicios Distinguidos en el Grado de Gran Cruz. Tamaña distinción se otorga a los peruanos que hayan contribuido a acrecentar el pre|stigio de la patria en las artes, ciencias, industria, política y comercio.

¿Por qué tan alta condecoración a un personaje cuestionado? Lo cierto es que Carlos Burgos también tuvo una participación clave en la construcción del segundo tramo del Tren Eléctrico, por el cual la empresa brasileña Odebrecht pagó millonarios sobornos a funcionarios de Alan García, que hoy están presos. Su municipio concedió los permisos respectivos para la ejecución de esa obra en su distrito.

Carlos Burgos ahora está sentenciado, al igual que su asesora Karina Oviedo y su exteniente alcalde David Néstares, quienes lo ayudaron a encubrir sus robos.

Otro amigo de Alan García metido en corrupción, ¿por qué será? Nos vemos el otro martes.

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