El Poder Judicial dictó el sábado un impedimento de salida del país contra Alan García.  (FOTO USI)
Alan García

Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación

El país entero está en vilo esperando que Uruguay resuelva el pedido de asilo del expresidente , quien argumenta ser un perseguido político, una mentira tan grande como su ego colosal.

Mientras eso ocurre, Harold Forsyth, nuestro destacado embajador en Japón, nos recordó el jueves un hecho ingrato y doloroso que nos propinó en 1996 el gobierno uruguayo, que entonces era presidido por Julio María Sanguinetti. Dicho exmandatario se ha manifestado a favor del asilo de García.

Ocurrió el 17 de diciembre de ese año cuando un grupo de terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomó la residencia del embajador de Japón y secuestró a cerca de 600 invitados.

Todo el país recuerda es infausto suceso. Entre los numerosos rehenes se encontraba el embajador de Uruguay en Lima, Tabaré Bocalandro.

Es ese momento, en dicho país se encontraban presos dos emerretistas, sobre quienes el Perú había pedido su extradición: Sonia Gora Rivera y Luis Alberto Samaniego, acusados de haber secuestrado en 1995 al empresario boliviano Samuel Doria, por el que cobraron un rescate de 1 millón 400 mil dólares.

Nadie sabe si los secuestradores estaban al tanto de la situación de Gora y Samaniego o el mismo embajador Bocalandro les avisó. Lo cierto es que, casi en la clandestinidad, las autoridades charrúas empezaron a hacer negociaciones para la liberación de Bocalandro, a cambio de la libertad de los terroristas presos en Uruguay.

El mediodía del 24 de diciembre -en la víspera de Navidad y cuando ya no había actividad judicial alguna- el Tribunal de Apelaciones de Montevideo denegó el pedido de extradición de los dos emerretistas ¡y los puso en libertad!

Momentos después, el embajador Tabaré Bocalandro fue dejado libre por los terroristas que estaban en la residencia diplomática, al mando de Néstor Cerpa Cartolini.

“El Uruguay tuvo un curioso proceder, ya que en un encuentro navideño en que participaba el propio presidente de esa época, Julio María Sanguinetti, y otras autoridades del Estado, se decidió colectivamente que la justicia uruguaya actúe de inmediato, festinando todo trámite, y que se dictamine la liberación de la pareja de emerretistas que estaban detenidos”, cuenta el embajador Forsyth.

Bocalandro fue recibido en su país como un ‘héroe’ por el entonces canciller Álvaro Ramos, pero lo que en realidad ocurrió “fue un chantaje vergonzoso”, según dijeron funcionarios de esa época. El hecho provocó una colisión diplomática.

El que se portó a la altura de un héroe fue el embajador boliviano Jorge Gumucio, quien rechazó ser liberado para dar libertad a emerretistas presos en su país. Gumucio se enfrentó varias veces, cara a cara, con el terrorista Cerpa y resistió hasta el final del secuestro.

La mayoría de los peruanos esperamos que esta vez, con el pedido de asilo de Alan García, el gobierno uruguayo no nos clave nuevamente una puñalada. Nos vemos el otro martes.
julio maría sanguinetti

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