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¿El brasileño Jorge Barata iba a confesar los sobornos que le pagó la empresa Odebrecht al expresidente Alan García si este no se mataba? Es una interrogante clave que surge luego de que ‘Cuarto Poder’ difundiera unos supuestos chats entre Barata y Roxanne Cheesman, la esposa de García, el 17 de abril del año pasado, tres horas después de que el exmandatario se quitara la vida de un disparo en el cráneo.
De acuerdo a fuentes allegadas al caso, hasta inicios de ese aciago mes, los fiscales del Caso Lava Jato sospechaban que Barata y García se comunicaban. Había versiones que en la diligencia clave, que se iba a realizar el día 23 en Brasil, Barata iba a exculpar a García.
No era para menos: Barata y Alan eran como hermanos, se tenían una estimación pública. Uno era más intrigante y astuto que el otro.
Uno de los mensajes que Barata le escribió a Chessman es elocuente: “Siempre diré la verdad y tengo por él la mayor admiración y respeto. Nunca he hablado nada de él porque nunca hubo nada de qué hablar y él sabía de eso. Los enemigos de él son otros, yo no”.
La última frase hasta parece copiada de la que siempre decía García: “Otros se venden, yo no”. ¿Recuerdan?
Hasta ese momento, en efecto, Barata nunca había acusado a García de nada. Incluso, ante una comisión del Congreso, bajo juramento, dijo que jamás se hubiera atrevido a ofrecerle un proyecto a García en Palacio de Gobierno “porque nos botaría de allí”.
“No estábamos muy seguros de que Barata acusara a García. Si no lo hacía se afectaría el caso”, contó a este columnista una fuente fiscal. Pero en esos momentos de incertidumbre, ocurrió un hecho que pocos conocen y que tuvo como protagonista a Orlando Martello, el principal procurador brasileño del Caso Lava Jato.
En una de las diligencias con Barata, Martello lo emplazó a que el día de la diligencia con los fiscales peruanos debía contar la verdad sobre Alan García. Le advirtió que, si no colaboraba, le anularía todos los beneficios que gozaba, entre ellos su libertad.
Barata entró en pánico. Ese mismo día proporcionó información sobre los US$4 millones que entregó a García, a través de su secretario personal Luis Nava y su hijo José Antonio Nava. Confesó que los codinomes de ambos eran ‘Chalán’ y ‘Bandido’.
García se enteró que su amigo lo había traicionado el domingo 14 de abril cuando IDL-Reporteros publicó lo que había dicho Barata. Tres días después se mató. Y el 23, Barata lo terminó hundiendo.
¿Cómo descubrir que García y Barata se comunicaban? La clave está en el teléfono celular que tenía cuando se mató. Los fiscales no lo tienen. Los abogados de García lograron que una sala superior negara su incautación.
¿Por qué tanto temor? ¿Cuántos secretos guardará ese teléfono? Nos vemos el otro martes.